Tenemos
que arriesgarnos más a salir a hacer el anuncio del evangelio y dar signos y
señales del Reino de Dios, porque ese fue el mandato de Jesús
Hebreos 12,18-19. 21-24; Salmo 47;
Marcos 6,7-13
Una buena noticia, solemos decir, corre
como la pólvora, una vez que se enciende no hay quien la pare; pero para no
hacerlo tan violento me gustaría decir que es como un buen perfume, tan pronto
se destapa el frasco su fragor lo envuelve todo. El bien se difunde por si
mismo, decían los clásicos, no lo negamos, pero puede suceder también que nos
hagamos oídos sordos y no queramos escuchar. Por otra parte quien posee ese don
precioso no se lo puede guardar para si mismo, esperando que sean los otros
quienes vengan a buscarlo, que si no tienen noticia de él tampoco sabrán a
donde acudir, sino que quien posee esa inmensa sabiduría tendría que ir a
regalarla a los demás.
¿Será eso lo que hacemos los
cristianos? Tenemos hoy el peligro de quedarnos muy satisfechos con lo que
tenemos pero nos lo guardamos de puertas adentro; ¿seremos acaso como aquel
servidor a quien se le confió un talento y lo guardó y lo enterró por miedo a
perderlo y no lo puso a negociar?
Hablamos hoy mucho de nueva
evangelización y no sé lo que estamos entendiendo por esa nueva evangelización;
quizás nos cuidamos de tener de iglesia adentro muy bonitas celebraciones,
celebramos muchas fiestas de santos y hacemos muchas novenas, nos cuidamos
mucho nosotros dentro de nuestro circulo pero no nos estaremos arriesgando a
salir, como nos dice el Papa Francisco, a las periferias para llevar ese
mensaje del evangelio que de verdad transforme nuestro mundo; quizás nos
cuidamos mucho de puertas adentro para que no se nos vayan los que tenemos y no
sé realmente si lo que le estamos ofreciendo es ese evangelio comprometido que
nos anuncia Jesús.
Pero ¿salimos a llevar?, ¿salimos a
buscar?, ¿salimos a compartir la sabiduría que nosotros tenemos con el
evangelio?, ¿salimos a contagiar esos valores del evangelio desde nuestras
vivencias y nuestro testimonio? Confieso que me preocupa, y me preocupa por mi
mismo que no sé si lo sabré estar haciendo.
Es claro lo que hoy nos dice el
evangelio. Aun no eran muchos los que con fidelidad seguían a Jesús. No es solo
aquellas multitudes que en ocasiones se reunían sino que se trataba de aquellos
que estaban más cerca de Jesús y que querían vivir lo que Jesús les estaba
enseñando. En este caso son solo doce los que Jesús ha escogido; pero Jesús los
envía de dos en dos para que fueran anunciando también la llegada del Reino de
Dios como Jesús había venido haciendo, y nos dice que les dio autoridad sobre
los espíritus inmundos, o sea, que tenían que dar también las señales de ese
Reino de Dios, hacer los signos que Jesús realizaba transformando el mundo que
le rodeaba alejándolo del mal.
Jesús los envía y ellos partieron,
salieron a anunciar esa Buena Noticia, y nos dice el evangelista, que iban
realizando aquellos signos para los que Jesús les había dado poder. No se
quedaron al lado de Jesús, se pusieron en camino; más tarde vendrán contando
cómo les había ido en aquella misión que Jesús les había confiado. Igualmente
en otro momento nos dirá el evangelista que envió a setenta y dos con esa misma
misión. ¿No nos dice esto nada para nuestras posturas, para esa nueva forma de
evangelizar que tenemos que realizar hoy en nuestro mundo?
No digo que no se haga nada porque la
Iglesia en el mundo de hoy está dando muchas señales de la vivencia del Reino
de Dios, pero sí es cuestión de preguntarse si con solo doce apóstoles se pudo
salir por el mundo para transformarlo, con todos los que hoy nos decimos que
creemos en Jesús ¿qué es lo que estamos haciendo? ¿Por qué no hay esa
transformación de nuestro mundo? ¿Faltará un testimonio más auténtico de todos los cristianos de hoy en medio del mundo? Creo que son cosas que tendrían que hacernos
pensar y decidirnos a comenzar a dar respuestas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario