Vayamos
en búsqueda de Jesús para dejarnos encontrar por El y pidámosle ‘Señor, danos
siempre de ese pan’
Éxodo 16, 2-4. 12-15; Salmo 77; Efesios 4,
17. 20-24; Juan 6, 24-35
Buscamos y a veces no encontramos; no
sabemos dónde, no sabemos cómo; quizás tenemos que ponernos en camino, porque
está en otro lugar, porque otra es la manera en que lo hemos de encontrar;
perdemos el norte, no sabemos donde y cómo buscar; buscando incluso una cosa
concreta que está dentro de nuestro interés, quizás encontramos otra mejor; por
eso necesitamos atención, mirada nueva y distinta, quizás dejarnos aconsejar,
dejarnos guiar.
Son muchas las cosas que vamos buscando
por la vida; no todas tienen el mismo valor, tenemos que dar prioridades, saber
qué es lo más importante, no quedarnos solo en lo material y primero que pueda
aparecernos; esas búsquedas nos pueden llevar a una interiorización distinta de
la vida, de las cosas, de las realidades que palpamos, porque hay otras cosas
que no palpamos con las manos y pueden ser más importantes. De alguna manera
siempre estamos en camino de búsqueda.
Hoy nos habla el evangelio de que
aquella multitud a la que Jesús dio milagrosamente de comer allá en el
descampado a la mañana siempre buscan a Jesús y no está; se vienen como pueden
a Cafarnaún y allí de nuevo se encuentran con Jesús. Pero ahora Jesús les hace
detenerse. Buscan a Jesús ¿por qué? Buscamos a Jesús, ¿por qué? Jesús les hace
ver que lo están buscando porque en el desierto les había dado de comer pan en
abundancia. Habían sobrado incluso doce canastos, a pesar de solo tener cinco
panes.
Pero parece que no han sabido ver el
signo. Lo tenemos tantas veces ante los ojos y no lo vemos, nos está hablando y
no lo escuchamos. Jesús les dice que busquen un alimento que les de vida para siempre
para que no siempre tengan que estar mendigando panes que no sacian. Les cuesta
entender.
Y Jesús les habla del pan que El sí
puede darles, un pan bajado del cielo. Se quedan pensando en el maná que
comieron sus antepasados en el desierto, pero los que comieron aquel pan también
murieron. Como nos quedamos nosotros siempre pensando en lo inmediato, la solución
de las cosas del momento, y perdemos la trascendencia que tiene que tener la
vida. Tiene que ser algo que vaya más allá del presente, algo que nos haga
vivir de verdad. ¿Nos estará Jesús adelantando que hemos de saber encontrar un
sentido para la vida? Luego otro será el pan que Jesús les está ofreciendo.
Comienzan a vislumbrar que es algo
distinto a lo que están pensando de lo que Jesús les está hablando aunque
terminan sin entender. Por eso continúa su búsqueda, sus preguntas. Tenemos que
sabernos hacer muchas preguntas para que podamos encontrar la respuesta
verdadera. No nos quedemos atascados.
Ellos se preguntan qué es lo que tienen
que hacer. De alguna manera Jesús se los ha venido diciendo desde el principio
porque su primer anuncio fue invitarles a salir de si mismos para comenzar a
creer en algo nuevo; invitaba Jesús a la conversión que era ponerse en camino de transformación
para comenzar a vivir algo distinto. Era necesario creer en ese anuncio, en esa
buena noticia.
Ahora les dice Jesús que esa buena
noticia es El, han de creer en el Hijo del Hombre que viene sellado de Dios,
viene con el sello de Dios, porque los milagros que hace son ese signo, ese
sello de Dios en El. ‘Mi Padre es el que os da el verdadero pan del cielo,
porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo’.
Quieren comer ellos de ese pan. ‘Entonces
le dijeron: Señor, danos siempre de este pan’. Y es cuando Jesús hace la
gran afirmación. ‘Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre,
y el que cree en mí no tendrá sed jamás’. Tenemos que buscar a Jesús, sí,
porque es el que nos da ‘el alimento que perdura para la vida eterna’,
como nos había dicho. En Jesús vamos a encontrar eso nuevo que eleva nuestro espíritu,
que nos llena de trascendencia y nos da verdadero sentido y plenitud a nuestra
vida.
Es Jesús el que nos va a sacar de
nuestras vaciedades y sin sentidos; es Jesús, como nos decía san Pablo en la
carta a los Efesios, el que va a transformar ese hombre viejo de nuestra vida
en un hombre nuevo de la gracia. ‘Renovaos en la mente y en el espíritu y
revestíos de la nueva condición humana creada a imagen de Dios’. Es en
Jesús en quien vamos a encontrar esa plenitud de vida porque por la fuerza de
su espíritu nos va a dar una vida nueva que nos hace sentirnos hijos de Dios.
Vayamos, pues, en búsqueda de Jesús
para dejarnos encontrar por El. ‘Señor, danos siempre de ese pan’.
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