Nos
falta a nosotros encontrar esa seguridad de que Jesús está ahí y nos tiende su
mano, sepamos irnos a solas con El en nuestra oración
Números 11, 4b-15; Sal 80; Mateo 14, 22-36
Nos sentimos muy seguros en nuestras
convicciones, en aquellas cosas que hacemos, o al menos así queremos
manifestarnos ante los demás; no queremos dejar al descubierto ese lado de
nuestras debilidades, por eso algunas veces en aquello que queremos aparentar
parece que nos comemos el mundo. Pero allá en lo secreto de nosotros mismos no
siempre nos sentimos tan seguros de nosotros mismos, y buscamos ese amigo de
confianza a quien mostrarle nuestras dudas y nuestros miedos; queremos sentir
su brazo de apoyo aunque sea allá en lo secreto para que no se note nuestra
flaqueza y nuestra debilidad.
Esa falta de confianza que nos impide
dar todo lo que podemos de nosotros mismos; esos miedos que nos impiden
avanzar; esos momentos oscuros en que parece que el mundo se nos viene encima;
esos disimulos con los que andamos revistiéndonos de lo que no somos pero que a
la larga dentro de nosotros mismos nos damos cuenta de esa falta de seguridad.
Tendríamos que ser lo suficientemente maduros para mostrar nuestra seguridad,
para tener confianza primero que nada en nosotros mismos; tendríamos que tener
la lucidez de reconocer lo que nos falta y buscarlo donde lo podamos encontrar.
Así andamos en la vida como zarandeados por un mar embravecido.
Nos sucede en el desempeño de nuestras
responsabilidades, en las cosas que nos confían y que tendríamos que desempeñar,
pero nos sucede en el interior de nosotros mismos porque ahí es donde están
esos miedos e inseguridades que no queremos reconocer; nos sucede en ese
compromiso de la vida y ese compromiso de nuestra fe que tendría que hacer que fuéramos
más valientes, más decididos, más apóstoles en medio de nuestro mundo. ¿Y por
dónde andamos? Quejándonos porque nos parece que el barco hace aguas.
Después del episodio de la
multiplicación de los panes Jesús apremia a los discípulos a que suban a la
barca que les llevaría de nuevo a Cafarnaún, mientras el despide a la gente;
pero Jesús se va solo a la montaña a orar. Mientras el grupo de los discípulos
en la barca que parece que no avanza, tienen el viento en contra y van
sacudidos por las olas. Aunque avezados pescadores no saben cómo hacer avanzar
la barca en medio del lago.
De pronto Jesús aparece andando sobre
el agua, pero ellos se llenan de miedo; a las dificultades con que se están
enfrentando se añade ahora esto que parecía ser un fantasma; aumenta su temor
aunque escuchan la voz del maestro que les dice que no tengan miedo, que es El.
Pero cuando las sombras revolotean sobre nuestras cabezas nada creemos, aunque
nos parezca escuchar la voz del maestro. Pedro quiere cerciorarse y pide el que
pueda ir también andando sobre el agua al encuentro con Jesús. Aunque Jesús le
dice que se acerque el miedo sigue jugándole una mala pasada y una ola que se
levanta le hace dudar y comienza a hundirse.
‘Hombre de poca fe, le dice Jesús, ¿por qué has dudado?’ ¿Por qué
dudamos nosotros también tantas veces? Nos falta confianza, nos parece no tener
en quien o en donde encontrar seguridad, nos dejamos envolver por las nubes de
las dudas y de los miedos. Allí, sin embargo, está Jesús, que le tiende su mano
para que en El se apoye y no se hunda.
¿Nos faltará a nosotros encontrar esa
seguridad de que Jesús está ahí y nos tiende su mano? No es solo la seguridad
que podamos tener en nosotros mismos, necesitamos otra fuerza, otra luz que nos
viene de lo alto. Tenemos que saber reconocer nuestra pobreza. ¿Nos estará
queriendo decir algo este pasaje que estamos comentando y los gestos que hemos
visto realizar a Jesús?
Jesús se había marchado a solas al
monte para orar después de despedir a la gente y enviar a sus discípulos a
cruzar el lago. ¿Sabremos encontrar ese tiempo para estar con Jesús? ¿Sabremos
encontrar ese tiempo para nuestra oración? Ese tiempo de oración es descubrir
esa mano tendida de Jesús que no nos deja hundirnos como no dejó hundirse a
Pedro. Es nuestra fortaleza, nuestra seguridad, es nuestra confianza.
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