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martes, 8 de agosto de 2023

Detengámonos para afrontar con serenidad los problemas de la vida a los que tenemos que enfrentarnos, detengámonos, pero hagámoslo con Jesús en oración

Detengámonos para afrontar con serenidad los problemas de la vida a los que tenemos que enfrentarnos, detengámonos, pero hagámoslo con Jesús en oración

Mateo, 14, 13-21

Nos cuesta entender que es lo que tenemos que hacer, o nos falta decisión para tomar la determinación de hacerlo, Hay ocasiones en que en cierto modo nos vemos agobiados porque los problemas se acumulan, nos encontramos estresados y cansados y al final no damos pie con bola, todo es tensión a nuestro alrededor y seguimos empeñados en seguir adelante, en intentar poner paños calientes para resolver las cosas cuando eso no es la solución de los problemas y parece que así todo se va agravando más y más.

Nos sucede en el ámbito de nuestras responsabilidades, en el negocio que queremos sacar adelante, en nuestra vida personal que se ve acojonada con problemas, con dudas, con preguntas sin resolver, con acosos que podemos sufrir por un lado o por otro. ¿Qué hacer? ¿Por qué no dar un paso a un lado y detenernos? ¿Por qué no buscar un momento en que paremos esa tensión para que el estrés no nos siga haciendo daño? ¿Por qué no ponernos a cierta distancia de todo lo que nos está pasando para tratar de ver otra perspectiva, tener otra visión, encontrar quizá un nuevo camino?

Sí, necesitamos saber detenernos en el camino y encontrar ese momento de relax, de descanso, de silencio quizá, para sentir y para escuchar quizás otros nuevos sonidos. No podemos ir demasiado a la carrera siempre en la vida. Quizás descubrimos que las montañas no son tan grandes, o los baches no tienen tanta profundidad, y que hay otros senderos por donde hacer camino tan válido como lo que estábamos intentando hacer.

El evangelio hoy nos dice que Jesús se enteró de lo que había sucedido con Juan, que Herodes lo había mandado decapitar. Estaba Jesús en momento de gran intensidad en la tarea del anuncio de la Buena Nueva del Reino, pero en estos momentos Jesús decide marchar con los discípulos más cercanos a un lugar apartado y solitario. Necesitaba estar a solas con los discípulos, que los discípulos estuvieran a solas con El. Lo veremos en otros momentos del evangelio; en ocasiones incluso marchará por lo que son casi las fronteras del norte para poder ir hablando tranquilamente con los discípulos mientras van de camino. Hay momentos en que Jesús quiere instruirlos de manera especial, pero son momentos para el reposo, para el silencio y la reflexión, para aprender a tener otras miradas nuevas y distintas. Como tantas veces nosotros necesitamos.

Pudiera parecer que los deseos de Jesús se ven frustrados porque al llegar a aquel sitio se encontró que allí también estaban esperándolo. Mucha gente había acudido también de otros sitios porque querían estar con Jesús. Pero no hubo frustración ni desencanto.  Veremos que ahora ya son los discípulos – que tanto pensaban siempre en si mismos con sus ambiciones y sus sueños  - los que ahora mostrarán la preocupación por aquella gente, aunque no sepan encontrar cual es la mejor solución.

Envíalos a casa, despídelos, le dicen a Jesús, porque estamos lejos, porque estamos en descampado y a esta gente se les ha acabado sus propios suministros, para que vayan a alguna aldea para comprar pan. Es un paso distinto el que están dando los discípulos. Ya no están allí con el miedo que podían haber sentido por lo que le había pasado a Juan sino que ya ellos también estaban comenzando a actuar.

Pero Jesús los implica más. ‘No hace falta que se vayan, dadle vosotros de comer’. Es el siguiente paso de la lección. La solución está en sus manos aunque aun ellos están sin saber cómo. ‘No tenemos más que cinco panes y dos peces’. Todavía la mirada sigue siendo raquítica y pobre, pero ya se están dando cuenta que han de comenzar por desprenderse de lo poco que tienen aunque se queden sin nada. Son otras las perspectivas humanas, son distintos los caminos que han de tomar. Aquel tiempo allá en el lugar apartado, tan apartado que no tienen ni donde comprar pan, les va a servir para emprender una tarea nueva. ¡Cómo se olvidaban los problemas antiguos cuando estamos atentos a lo nuevo que se nos va presentando y a lo que hay que dar una distinta solución!

Detengamos, sí, y comencemos a pensar distinto; detengamos para darnos cuenta de ese nuevo camino que se abre ante nosotros y en el que antes ni habíamos pensado; detengámonos para encontrar una nueva luz que nos ilumine; detengámonos para darnos cuenta que en ese silencio podemos encontrar la paz; detengámonos para afrontar con serenidad los problemas de la vida a los que tenemos que enfrentarnos; detengámonos, pero hagámoslo con Jesús. Es nuestra oración. Con El a nuestro lado una nueva luz se nos abre en la vida, quizás donde menos pensábamos que podríamos encontrarla.


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