Detengámonos
para afrontar con serenidad los problemas de la vida a los que tenemos que
enfrentarnos, detengámonos, pero hagámoslo con Jesús en oración
Mateo, 14, 13-21
Nos cuesta
entender que es lo que tenemos que hacer, o nos falta decisión para tomar la
determinación de hacerlo, Hay ocasiones en que en cierto modo nos vemos
agobiados porque los problemas se acumulan, nos encontramos estresados y
cansados y al final no damos pie con bola, todo es tensión a nuestro alrededor
y seguimos empeñados en seguir adelante, en intentar poner paños calientes para
resolver las cosas cuando eso no es la solución de los problemas y parece que
así todo se va agravando más y más.
Nos sucede en
el ámbito de nuestras responsabilidades, en el negocio que queremos sacar adelante,
en nuestra vida personal que se ve acojonada con problemas, con dudas, con
preguntas sin resolver, con acosos que podemos sufrir por un lado o por otro.
¿Qué hacer? ¿Por qué no dar un paso a un lado y detenernos? ¿Por qué no buscar
un momento en que paremos esa tensión para que el estrés no nos siga haciendo
daño? ¿Por qué no ponernos a cierta distancia de todo lo que nos está pasando
para tratar de ver otra perspectiva, tener otra visión, encontrar quizá un
nuevo camino?
Sí,
necesitamos saber detenernos en el camino y encontrar ese momento de relax, de
descanso, de silencio quizá, para sentir y para escuchar quizás otros nuevos
sonidos. No podemos ir demasiado a la carrera siempre en la vida. Quizás
descubrimos que las montañas no son tan grandes, o los baches no tienen tanta
profundidad, y que hay otros senderos por donde hacer camino tan válido como lo
que estábamos intentando hacer.
El evangelio
hoy nos dice que Jesús se enteró de lo que había sucedido con Juan, que Herodes
lo había mandado decapitar. Estaba Jesús en momento de gran intensidad en la
tarea del anuncio de la Buena Nueva del Reino, pero en estos momentos Jesús
decide marchar con los discípulos más cercanos a un lugar apartado y solitario.
Necesitaba estar a solas con los discípulos, que los discípulos estuvieran a
solas con El. Lo veremos en otros momentos del evangelio; en ocasiones incluso
marchará por lo que son casi las fronteras del norte para poder ir hablando
tranquilamente con los discípulos mientras van de camino. Hay momentos en que
Jesús quiere instruirlos de manera especial, pero son momentos para el reposo,
para el silencio y la reflexión, para aprender a tener otras miradas nuevas y
distintas. Como tantas veces nosotros necesitamos.
Pudiera
parecer que los deseos de Jesús se ven frustrados porque al llegar a aquel
sitio se encontró que allí también estaban esperándolo. Mucha gente había
acudido también de otros sitios porque querían estar con Jesús. Pero no hubo
frustración ni desencanto. Veremos que
ahora ya son los discípulos – que tanto pensaban siempre en si mismos con sus
ambiciones y sus sueños - los que ahora
mostrarán la preocupación por aquella gente, aunque no sepan encontrar cual es
la mejor solución.
Envíalos a
casa, despídelos, le dicen a Jesús, porque estamos lejos, porque estamos en
descampado y a esta gente se les ha acabado sus propios suministros, para que
vayan a alguna aldea para comprar pan. Es un paso distinto el que están dando
los discípulos. Ya no están allí con el miedo que podían haber sentido por lo
que le había pasado a Juan sino que ya ellos también estaban comenzando a
actuar.
Pero Jesús
los implica más. ‘No hace falta que se vayan, dadle vosotros de comer’.
Es el siguiente paso de la lección. La solución está en sus manos aunque aun
ellos están sin saber cómo. ‘No tenemos más que cinco panes y dos peces’.
Todavía la mirada sigue siendo raquítica y pobre, pero ya se están dando cuenta
que han de comenzar por desprenderse de lo poco que tienen aunque se queden sin
nada. Son otras las perspectivas humanas, son distintos los caminos que han de
tomar. Aquel tiempo allá en el lugar apartado, tan apartado que no tienen ni
donde comprar pan, les va a servir para emprender una tarea nueva. ¡Cómo se
olvidaban los problemas antiguos cuando estamos atentos a lo nuevo que se nos
va presentando y a lo que hay que dar una distinta solución!
Detengamos,
sí, y comencemos a pensar distinto; detengamos para darnos cuenta de ese nuevo
camino que se abre ante nosotros y en el que antes ni habíamos pensado;
detengámonos para encontrar una nueva luz que nos ilumine; detengámonos para
darnos cuenta que en ese silencio podemos encontrar la paz; detengámonos para
afrontar con serenidad los problemas de la vida a los que tenemos que
enfrentarnos; detengámonos, pero hagámoslo con Jesús. Es nuestra oración. Con
El a nuestro lado una nueva luz se nos abre en la vida, quizás donde menos
pensábamos que podríamos encontrarla.
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