Seguir
a Jesús con todas las consecuencias, una opción que tenemos que hacer en la
vida, vemos lo que Jesús nos ofrece y nosotros nos decidimos a irnos con El
Deuteronomio 4, 32-40; Sal 76; Mateo
16,24-28
En la vida
tenemos que ir siempre haciendo opciones; tenemos que decidir lo que queremos,
el camino que queremos tomar; escogemos y decidimos lo que nos gusta y lo que
no nos gusta, lo que deseamos tener y lo desechamos porque no nos guste, porque
no nos valga para lo que nosotros queremos, lo que pueda ser un obstáculo a
nuestros más profundos deseos.
Decidimos y
escogemos las personas, los amigos, las cosas, lo que hacemos. Claro y lo
hacemos desde unos criterios, desde unos principios, porque tampoco queremos
dejarnos llevar por lo primero que se nos presente, tampoco queremos hacerlo
desde unos caprichos egoístas; lo que nos obliga a pensar, a reflexionar, a
encontrar los más hondos motivos. No lo queremos hacer de cualquier manera.
Algunas veces
escogemos un camino que sabemos que va a ser costoso; pero es por la meta a la
que queremos llegar, que queremos alcanzar; somos conscientes de ello y sabemos
que merece la pena el esfuerzo, lo que nos exige un camino de superación, así
como de aceptación de lo que es la realidad de nuestra vida. No es simplemente
aquello de que sarna con gusto no pica, sino es la búsqueda de metas, los
deseos de alcanzar algo grande aunque la pendiente sea costosa; y ahí siempre
queremos poner nuestra ilusión, nuestro entusiasmo y también nuestra alegría.
Entendemos así
las palabras que nos dice hoy Jesús en el evangelio. Desde que comenzó a
hacernos el anuncio de la Buena Noticia de que el Reino de Dios nos llegaba,
nos estaba invitando a que teníamos que hacer un cambio y una transformación
grande en nuestra vida, empleaba la palabra conversión. Hoy nos invita a
seguirle con todas las consecuencias; es una opción que tenemos que hacer en la
vida, vemos lo que Jesús nos ofrece y nosotros nos decidimos a irnos con El.
Eso
significará que aquella primera petición que nos hacía de conversión para creer
en la Buena Noticia que nos anunciaba tiene que hacer realidad en nosotros de
forma clara y palpable. Su camino no es mirarnos a nosotros mismos para
endiosarnos, su camino es una apertura a algo nuevo, a algo más grande y más
alto, es una apertura nueva a los demás para mirarlos de manera distinta como
tener una mirada distinta también sobre ese mundo que nos rodea y en el que
tenemos que hacer realidad el Reino de Dios.
Significará
más olvidarnos de nosotros mismos, para abrirnos mejor a ese Reino de Dios que
hemos de vivir y en donde encontraremos la verdadera plenitud y felicidad.
Significará afrontar la realidad de cada día de nuestra vida que seguirá
estando llena de sombras, de momentos duros, de momentos difíciles, de momentos
de lucha y esfuerzo por la superación.
Por eso nos
habla de negarnos a nosotros mismos, que no es ni mucho menos anularnos, porque
Dios siempre querrá la grandeza del hombre, pero es para encontrar esa
verdadera grandeza. Por nos hablará de tomar la cruz, que no significa que
tengamos que buscar lo duro y lo difícil, que tengamos que estar buscando el
dolor y el sufrimiento, no es un martirizarnos de forma masoquista.
La cruz está
ahí en el día a día de nuestra vida, porque seguirle a El no significa que ya
están acalladas para siempre nuestras pasiones, no significa que no nos vayamos
a enfermar o a tener accidentes en nuestra vida, no significa que no tengamos
problemas porque eso forma parte de la
normalidad de la vida, pero nosotros tenemos un sentido nuevo que darle a todo
eso, una fuerza distinta para afrontarlo y para superarnos.
‘Si alguno quiere venir en pos de
mí, nos dice Jesús, que se niegue
a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque
quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la
encontrará’. Claro que nosotros
tantas veces queremos ganar la vida con nuestros prestigios, con nuestros títulos,
con el poder sea como sea, pero como termina diciendo Jesús, ‘¿pues de qué
le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá
dar para recobrarla?’
Busquemos lo que de verdad importa,
como nos dirá Jesús en otro momento, el Reino de Dios y su justicia que lo
demás se nos dará por añadidura.
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