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sábado, 18 de junio de 2022

Confiar en la Providencia de Dios no significa abandonar nuestras responsabilidades, cruzarnos de brazos esperando que todo nos lo regalen, una vida pasiva

 


Confiar en la Providencia de Dios no significa abandonar nuestras responsabilidades, cruzarnos de brazos esperando que todo nos lo regalen, una vida pasiva

2ª Crónicas 24, 17-25; Sal 88; Mateo 6,24-34

Todos comemos, todos bebemos, todos vestimos, son necesidades básicas de la vida. Buscamos nuestro alimento y lo que sacie nuestra sed, buscamos con que cubrirnos nuestra desnudez y afrontar el frío o el calor, significará donde vivir, significará unos trabajos y como en cascada van surgiendo todas esas necesidades hasta lograr una vida digna.

¿Pero la vida es solo el alimento o el vestido, o lo que sacie esas necesidades elementales? Junto a ello buscaremos esos valores que nos hagan felices, que faciliten la convivencia con los que están a nuestro lado, lo que nos lleve a una armonía y a una paz; y vienen las responsabilidades y las preocupaciones, viene todo un camino de superación y de crecimiento que no se limita ya a cubrir las necesidades de nuestro cuerpo. Pero algunas veces entramos en confusión a la hora de valorar y tener en cuenta lo que es verdaderamente importante; algunas cosas nos parecen más primordiales quizás por más inmediatas y vienen nuestras carreras y nuestros agobios. Podemos hasta perder el norte de nuestra vida.

Y es aquí cuando Jesús viene a prevenirnos frente a esos agobios con que vivimos la vida por no saber buscar lo que verdaderamente es importante. Nos desorientamos y confundimos. Por eso hoy nos dice, ‘no andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir’. Nos señala esas cosas tan primordiales de la vida, pero que bien encierran muchas cosas en las que nos envolvemos y de las que creamos dependencias. Es muchas veces la vanidad con que vivimos la vida, será el orgullo y el amor propio que se adueñan de nosotros y terminamos siendo esclavos de nuestro ego, serán esas estrías que se nos introducen en medio de nuestras relaciones con los demás desde nuestros celos o nuestras envidias, o desde ese egoísmo que nos encierra y nos hace insolidarios.

¿Quién alimenta de verdad nuestra vida y nos hace encontrar ese sentido y ese valor a las cosas, a lo que hacemos o a lo que vivimos? Nos hace mirar a la naturaleza, ya sean las flores o ya sean los pajarillos que vuelan en el campo y contemplaremos una luminosidad y una alegría especial, aunque la flor resplandezca con todo brillo y color solo un día, o aunque el trinar del pajarillo nos parezca pasajero porque vuela de acá para allá. Pero hay una armonía, hay una belleza, que tendríamos que saber encontrar para nuestra vida de cada día para hacerlo todo hermoso y encantador.

Jesús nos invita a ponernos en las manos del Padre, en las manos de Dios que hará salir el sol cada día sobre nosotros ofreciéndonos su luz y su calor, como embellece a las flores del campo o alimenta a los pajarillos que vuelan y trinan sobre nuestras cabezas. Y nos dice Jesús ¿y no valemos nosotros mucho más? ¿Por qué no confiar en la providencia de Dios que cuida de nosotros y en su amor se hará presente de la manera que menos pensemos junto a nosotros?

Confiar en la providencia de Dios no significa abandonar nuestras tareas y nuestras responsabilidades, no significa cruzarnos de brazos esperando que todo nos lo den o nos lo regalen, no significa una vida pasiva, sino todo lo contrario. Es vivir nuestra responsabilidad, es realizar nuestros trabajos, es contribuir al bien de nuestro mundo y de nuestra sociedad, es desarrollar lo que son nuestros valores y nuestras cualidades para hacer que todo marche mejor, pero sin perder la paz del corazón, sin llenarnos de esos agobios que al final nos entorpecen, sin obsesionarnos por las cosas de manera que perdamos la razón.

Concluye Jesús con esa hermosa sentencia que no podemos olvidar. ‘Buscad el Reino de Dios y su justicia; que todo eso se os dará por añadidura’. Pongamos a Dios en verdad como centro de nuestra vida y todo va a adquirir un nuevo brillo y valor.

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