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jueves, 20 de mayo de 2021

Nos sentimos amados de Dios y ese amor crea comunión no solo con Dios sino también con todos los que creemos en Jesús y todos los que formamos una misma humanidad

 


Nos sentimos amados de Dios y ese amor crea comunión no solo con Dios sino también con todos los que creemos en Jesús y todos los que formamos una misma humanidad

Hechos de los apóstoles 22, 30; 23, 6-11; Sal 15; Juan 17, 20-26

Todo grupo humano que no se mantiene unido se autodestruye a si mismo. Humanamente es hermoso ver cómo surgen muchas veces en nuestro entorno grupos de buena voluntad que con unas metas muy concretas, con unos objetivos muy determinados se van creando y se van formando. Desde una problemática social, desde unos deseos de actuar y de participar para mejorar las cosas, con fines en principio muy altruistas o con afanes de superación en el mismo entramado social se van creando esos grupos. Pero también somos conscientes de que cuando surgen los personalismos y la búsqueda de protagonismo de algunos en la discordancia entre unos miembros y otros algunas veces esos grupos no se mantienen y fracasan.

Sea del tipo que sea cualquier grupo humano ha de saber mantener la unidad para que aun con la diferencias que pudiera haber entre unos miembros y otros y la variedad de respuestas que se puedan dar se sepan mantener unidos para alcanzar aquellos fines por los que se formaron. Creo que es una riqueza humana muy importante la promoción de estos grupos que incluso a nivel individual pueden ayudar mucho al crecimiento humano y a la maduración de su persona de sus miembros.

¿Qué decir de comunión que tendría que haber entre todos los que creemos en Jesús? Precisamente le damos el nombre de comunidad cristiana, o hablamos también del pueblo de Dios. y es lo que contemplamos hoy en el evangelio, la oracion de Jesús para que todos los que creen en El formen esa verdadera comunidad, creemos esa profunda comunión, seamos en verdad ese pueblo de Dios que camina unido. Es la oración de Jesús al Padre por los que creen en su nombre.

Y tenemos una razón profunda. No son meras razones de estrategia, es algo mucho más profundo. Y es que el modelo que Jesús nos está poniendo para esa unión es la unión que El tiene con el Padre. Ya nos había venido hablado de que teníamos que estar unidos a El como el sarmiento a la vida, porque sin El nada somos. Pero ahora nos dice que la misma unión que hay entre el Hijo y el Padre, es la unión que hemos de tener nosotros. ‘Para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado’. No vamos a unirnos solamente entre nosotros sino que vamos a sentirnos profundamente unidos en el Señor. ‘Que ellos sean uno en nosotros’.

Esto tiene muchas consecuencias para nuestra vida como cristianos y para la comunión que en Iglesia todos hemos de tener. Si nos sentimos uno con Dios, unidos en Jesús y en el Padre, ¿cómo es que no vamos a sentirnos unidos también con aquellos que ya están también unidos a Dios? necesariamente nuestra unión con Dios nos tiene que llevar a la comunión con los hermanos. Por ejemplo, ¿cómo podemos decir que vamos a tomar la comunión en el Cuerpo de Cristo si no estamos viviendo, si no queremos vivir esa misma comunión con los hermanos? Sería un contrasentido. Por eso en otro momento Jesús claramente nos dice que ‘si un hermano tiene quejas contra ti cuando vas a presentar tu ofrenda al altar, deja allí tu ofrenda y vete primero a reconciliarte con tu hermano’.

¿No nos dice Jesús que su principal mandamiento es el amor? Quienes se aman de verdad se sienten en comunión los unos con los otros. Y esa comunión, por así decirlo, tiene muchos nombres, porque se llama mutua aceptación y mutuo respeto, se llama valoración de los demás, se llama escucha del otro, significa mutua colaboración para caminar juntos, significa llenar el corazón de misericordia y compasión para ser comprensivo con los demás, significa sinceridad y autenticidad en la relación y en el trato, se llama tender la mano al caído para ayudar a levantarlo, significa la alegría de la fraternidad para ser capaces de cantar juntos incluso en la adversidad. En cuantas cosas podemos y tenemos que traducir el amor verdadero.

Y todo porque nos sentimos amados de Dios. Fomentemos también todo lo que sea unidad entre los que formamos una misma humanidad.

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