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miércoles, 29 de abril de 2020

Palabras de esperanza y para sentirnos fuertes cuando nos invita a que vayamos a El pero que seamos también ánimo y descanso para los cansados que caminan a nuestro lado



Palabras de esperanza y para sentirnos fuertes cuando nos invita a que vayamos a El pero que seamos también ánimo y descanso para los cansados que caminan a nuestro lado

1Juan 1, 5 — 2, 2; Sal 102; Mateo 11, 25-30
¡Qué cansado estoy! Habremos escuchado decir más de una vez a un familiar, o a un amigo, o acaso nosotros mismos hemos sentido esa sensación de cansancio que casi nos hace tirar la toalla en expresión de querer abandonarlo todo porque no podemos más. muchas veces porque el trabajo se nos acumula, las cosas vienen parece unas sobre otras y no nos dan tiempo ni para respirar; fuertes son las obligaciones y el peso de las responsabilidades que tenemos y mucho es el esfuerzo que tenemos que hacer; vivimos en tensión continua porque tenemos que ir respondiendo en cada momento a la situación que vivimos que es cambiante, que es exigente, que nos pide nuevas cosas cuando ya no sabemos qué es lo que podemos dar o lo que podemos hacer; es quizá el aburrimiento de aquellos que no saben qué hacer, o no tienen qué hacer porque quizá eludan responsabilidades y en esa inacción terminan igualmente casados, pero como decíamos de aburrimiento.
Muchas y diversas son las situaciones en que nos podemos encontrar; son las aflicciones de la vida, los agobios cuando quizá no sabemos buscar una paz interior que nos dé serenidad para afrontar las situaciones, para poder ver con mayor claridad, las problemática de la vida que nos hace sufrir en los que están a nuestro cuidado, en la desorientación que vemos en nuestro mundo, en nuestros dirigentes quizás también tantas veces y que no ayuda a tener la estabilidad que necesitamos; es nuestro interior que anda revuelto porque no sabemos a donde vamos, qué metas podemos tener para nuestra vida, o la misma superficialidad con que vivimos al final nos produce ese vacío y ese desánimo para caminar, para seguir luchando.
Son situaciones que vivimos, de forma personal, que vemos en el ambiente, en el mundo que nos rodea, que se nos mete en lo más hondo de nuestras entrañas, que en ocasiones nos puede hacer perder también la inestabilidad en nuestra fe y todo son dudas, interrogantes, oscuridades que nos impiden incluso ver la luz que nos viene de lo alto y sabemos que nunca nos va a fallar.
Y hoy Jesús nos dice ‘venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados que en mi encontrareis vuestro descanso’. Son palabras de esperanza, que nos levantan el ánimo, que nos hacen sentirnos fuertes por dentro porque sabemos que no estamos solos, que dura puede ser la tormenta pero siempre aparecerá el arco iris de la paz que en el Señor encontramos. Pero tenemos que despertar, porque estamos tan adormilados en ocasiones que ya ni escuchamos ni nos acordamos de esas palabras de Jesús.
Seguramente tenemos la experiencia, aunque fácilmente tantas veces olvidamos, de esa presencia del Señor junto a nosotros en los momentos más difíciles u oscuros que hayamos podido vivir. Tenemos que reavivar en nosotros esas experiencias positivas que hayamos vivido en otros momentos, pero nos serán de gran ayuda para cuando de nuevo nos llegue la tormenta. Momentos de paz que vivimos quizá en medio de una celebración, momentos de paz que sentimos en nuestro interior en un encuentro con los hermanos en una celebración especial, momentos de paz que sentimos cuando alguien llegó a nuestro lado y tuvo para nosotros una palabra de luz, un gesto que en aquel momento nos hizo despertar, una señal a través de algún acontecimiento donde vimos la mano del Señor. Son múltiples las experiencias de este tipo que hayamos podido tener.
Pero hay algo también que no debemos olvidar. Que tú, que yo, que cada uno de nosotros puede ser, tiene que ser ese momento o ese lugar de descanso y de paz para los que caminan a nuestro lado. Esa fe nuestra vivida con dignidad, esa vida íntegra que intentamos vivir, esos gestos nuestros de cercanía y amistad que nosotros podamos tener para los demás, esa palabra buena dicha en momento oportuno pueden ser signos de ese presencia de Dios que a través nuestro se acerca a los hermanos cansado y afligidos que caminan junto a nosotros en ese camino de la vida. Piensa lo bello que puede ser ese gesto de tu vida que va a ayudar a levantarse al hermano y a hacer que sienta esa paz y ese descanso en el Señor.

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