Escuchemos a quien viene del Padre y nos habla las palabras
del Padre y creyendo en Jesús en El tendremos vida eterna
Hechos de los apóstoles 5, 27-33; Sal 33;
Juan 3, 31-36
Cuando hablamos
largamente con otras personas pronto nos daremos cuenta de cuáles son sus
intereses y los valores de su vida. Las palabras expresan nuestro pensamiento,
nuestro yo más profundo aunque quizá incluso tratemos de disimular; pero
aquello que son nuestros valores, nuestros principios, las cosas que para
nosotros son importantes pronto se van a ver reflejados en nuestras palabras y
en nuestra conversación.
Por supuesto que en la
vida hablamos de todo y es variada nuestra conversación porque saldrán temas de
actualidad, cosas de interés común, lo que son las preocupaciones de la gente,
pero en la manera de enfocarlo estamos dejando entrever lo que verdaderamente
llevamos por dentro. Algunas veces uno se siente insatisfecho en la conversación
de la gente porque parece que no tienen tema de conversación o sus intereses
son realmente superficiales. Como solemos decir muchas veces hay gente que no
saber hablar sino de fútbol y, por qué no lo vamos a decir así también, de
sexo. Es una lástima el vacío que muchas veces llevamos por dentro que
manifiesta nuestra poca hondura, la superficialidad con que nos tomamos la
vida.
Me hago esta reflexión
en principio que creo que nos viene bien porque necesitamos darle hondura a
nuestra vida, y lo hago a partir de lo
que hoy nos dice el evangelio. ‘El que viene de lo
alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla
de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha
visto y ha oído da testimonio…’ Algunos es
cierto que no sabemos hablar sino de las cosas de la tierra. Pero nos está
señalando de qué nos habla Jesús, cual es su testimonio. ‘Viene del cielo y
está por encima de todo’, nos dice. Viene de Dios y nos habla las cosas de
Dios.
Ya nos lo
expresa Jesús en otros momentos del evangelio cuando nos habla de que El es el
enviado del Padre y lo que hace es hacer su voluntad, manifestar lo que es la
voluntad de Dios. Viene de Dios y nos habla de Dios. ¿Quién puede hacerlo
mejor? ‘De lo que ha visto y oído da testimonio…’ nos dice. ‘El que
envió Dios, habla palabras de Dios…’ nos dice. Por eso su gran revelación
es hablarnos del amor de Dios, decirnos que Dios es nuestro Padre y nuestro
Padre providente que cuida de nosotros, tanto que nos ha entregado a su propio
Hijo, y así nos enseña a llamar Padre a Dios. Cuando nos enseña a orar nos
dirá, ‘Vosotros decid así: Padre nuestro que está en el cielo…’
¿Qué nos queda a
nosotros? Poner nuestra fe en Jesús. Porque ‘el que cree en el Hijo posee la
vida eterna’. Es el que se entregó por nosotros para que nosotros
tuviéramos vida. Es la manifestación del amor de Dios cuya prueba palpable es
Jesús. El que ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia.
A lo largo de todo el
evangelio se nos irá repitiendo esa invitación a poner toda nuestra fe en
Jesús, porque escuchando sus palabras y cumpliendo sus mandamientos tenemos
vida eterna. Porque comiéndole a El nos resucitará en el último día. Porque
quien cree en Jesús no morirá para siempre, porque Jesús es Resurrección y
Vida. Porque El es la luz verdadera que viene a iluminarnos para que tengamos
la luz de la vida. Así podríamos recordar muchos otros momentos del evangelio.
Escuchemos a Jesús y
conoceremos a Dios; escuchemos a Jesús y nos llenaremos de vida eterna.
Escuchemos a Jesús y en El vamos a tener la salvación eterna porque El nos
resucitará en el último día.
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