La
búsqueda de Zaqueo que a pesar de las murallas quería conocer a Jesús y la
búsqueda de Jesús que siempre llega junto al corazón del hombre que más lo
necesita
Sabiduría 11, 23 - 12, 2; Sal 144;
2Tesalonicenses 1, 11 - 2, 2; Lucas 19, 1-10
Aunque nos digamos que somos muy
liberales, que somos muy abiertos y con todos nos llevamos y nos tratamos hemos
de reconocer que luego en la realidad de la vida de cada día no somos tan
liberales ni tan abiertos sino que andamos con mucha prevención hacia los
demás. No quiero emplear la palabra discriminación pero sí que nos hacemos
nuestras distinciones. Realmente con todos no nos juntamos, tenemos nuestro
grupito, tenemos siempre aquellas personas con las que sintonizamos mejor – lo
que es bastante normal – pero que de alguna manera nos encerramos en ese
círculo y de ahí no salimos.
El caso está que no le damos la mano a
cualquiera – ejemplo, negativo en este caso, tenemos incluso ante las mismas cámaras
de televisión, en que se rehuya dar la mano a alguien porque piensa distinto,
nos parece una persona de otro tiempo no sé que otras razones se podrán argüir;
pero eso son cosas que suceden continuamente, porque son de otra opinión,
porque tienen otra manera de ver las cosas, con ellos no hablamos ni dialogamos
porque de sentado lo damos por imposible.
Y no digamos en relación con clases
sociales – que todavía existen las clases sociales – donde cada uno va por su
lado y ya simplemente porque nos parece que es de otra clase social no voy a
decir los epítetos que se utilizan, pero nos sentimos prevenidos hacia esas
personas. Mira, sin ir más lejos, los que vamos a la Iglesia los domingos, cómo
miramos, reaccionamos o nos relacionamos con esas personas que nos encontramos
a la puerta pidiéndonos una ayuda. Y pienso en mi mismo. No quiero ser negativo
ni pesimista, pero parece que el evangelio no ha pasado por nosotros ni ha
dejado huella en nosotros. Mucho se podría seguir diciendo si seguimos por este
camino.
Yendo al texto del evangelio de hoy,
¿cómo reaccionaron algunos de aquellos que se consideraban más puritanos cuando
Jesús se detuvo ante la higuera y se puso a hablar con Zaqueo que en ella se
había subido para ver pasar a Jesús? Ya hemos escuchado como criticaban luego
que Jesús entrara en la casa de aquel pecador para comer allí rodeado además de
tantos publicanos y pecadores.
Ya lo hemos adelantado. Jesús camino de
Jerusalén iba de paso por Jericó y la gente había salido a su encuentro.
También un publicano, el jefe de los publicanos de Jericó también quería ver a Jesús.
No podía, la gente se aglomeraba y era bajo de estatura; no habría quien le
cediera el puesto siendo un publicano odiado como era por los judíos; se
adelantó y se subió a una higuera para poder conocer a Jesús a su paso por
delante; pero sucedió lo que nadie esperaba como suelen ser los gestos de Jesús;
se detuvo ante la higuera y se puso a hablar con Zaqueo para escándalo de
muchos, porque Jesús quería hospedarse en casa de Zaqueo. Bajó corriendo, lo
recibió en su casa y preparó una comida.
Nos podemos detener en dos cosas, la
búsqueda de Zaqueo que quería conocer a Jesús y la búsqueda de Jesús que se
acerca siempre a aquel que más lo necesita. No era la pobreza material de aquel
hombre lo que le moviera a esa necesidad, pero sí era su situación; era un
discriminado dentro del pueblo, aislado de los demás que solo podía
relacionarse con los de su clase, y Jesús ve donde hay un corazón que se siente
solo; podemos recordar al paralítico de la piscina. Pero aquella presencia de Jesús
en la casa de Zaqueo iba a significar algo grande. ‘Hoy ha llegado la salvación
a esta casa’, proclamará más tarde Jesús.
No necesitamos entrar en más detalles,
que ya todos conocemos y los hemos escuchado en la proclamación del evangelio,
como el cambio grande que va a darle Zaqueo a su vida. Pero estos pequeños
detalles que venimos comentando creo que pueden tener mucha incidencia en
nuestra vida. La búsqueda de Zaqueo desde su soledad y los gestos de Jesús tendrían
que interpelarnos.
Buscamos a Jesús pero muchas veces nos
vamos encontrando impedimentos, barreras que se nos atraviesan en el camino.
Nos sentimos pequeños y que no podemos alcanzar a ver lo que realmente
buscamos; quizá las actitudes de muchos en nuestro entorno no nos estimulan
sino más bien en muchas ocasiones parece que nos quitan las ganas, porque
aquellos que quizá tendrían que ser signos para nosotros acaso se conviertan en
signos negativos; tenemos que buscar otras perspectivas, otros ángulos de visión
que nos puedan ayudar a ver claramente, como Zaqueo que se subió a la higuera y
aunque detrás de las hojas desde aquella altura podía ver con menos dificultad.
Tendríamos quizá que encontrar esa perspectiva que nos anime, aunque nos cueste
porque sabemos que al final será Jesús el que nos vaya saliendo a nuestro
encuentro, a nuestro paso.
Pensemos nosotros en nuestra búsqueda o
quizá pensemos en cómo en ocasiones nosotros podamos ser obstáculo para que
otros se encuentren con Jesús. Algo que cada uno tenemos que analizar allá en
lo hondo del corazón. Pero pensemos también en nosotros que tendríamos que
actuar a la manera de Jesús para buscar, para detenernos al lado de aquel que
lo necesita, para romper esos moldes de nuestras prevenciones con que tantas
veces vamos actuando, para ir a cara descubierta hasta el otro manifestándonos
como signos de Jesús por nuestras actitudes, por nuestros gestos, por nuestros
detalles, por la cercanía, por la manera en que vamos por la vida.
¿Alguna vez por ese nuestro actuar se
habrá podido decir ‘hoy ha llegado la salvación a esta casa’? ¿No
decimos tantas veces que tenemos que evangelizar, que tenemos que ser evangelio
en medio de los que nos rodean empezando quizá por nuestra misma casa?
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