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domingo, 3 de noviembre de 2019

La búsqueda de Zaqueo que a pesar de las murallas quería conocer a Jesús y la búsqueda de Jesús que siempre llega junto al corazón del hombre que más lo necesita


La búsqueda de Zaqueo que a pesar de las murallas quería conocer a Jesús y la búsqueda de Jesús que siempre llega junto al corazón del hombre que más lo necesita

Sabiduría 11, 23 - 12, 2; Sal 144; 2Tesalonicenses 1, 11 - 2, 2; Lucas 19, 1-10
Aunque nos digamos que somos muy liberales, que somos muy abiertos y con todos nos llevamos y nos tratamos hemos de reconocer que luego en la realidad de la vida de cada día no somos tan liberales ni tan abiertos sino que andamos con mucha prevención hacia los demás. No quiero emplear la palabra discriminación pero sí que nos hacemos nuestras distinciones. Realmente con todos no nos juntamos, tenemos nuestro grupito, tenemos siempre aquellas personas con las que sintonizamos mejor – lo que es bastante normal – pero que de alguna manera nos encerramos en ese círculo y de ahí no salimos.
El caso está que no le damos la mano a cualquiera – ejemplo, negativo en este caso, tenemos incluso ante las mismas cámaras de televisión, en que se rehuya dar la mano a alguien porque piensa distinto, nos parece una persona de otro tiempo no sé que otras razones se podrán argüir; pero eso son cosas que suceden continuamente, porque son de otra opinión, porque tienen otra manera de ver las cosas, con ellos no hablamos ni dialogamos porque de sentado lo damos por imposible.
Y no digamos en relación con clases sociales – que todavía existen las clases sociales – donde cada uno va por su lado y ya simplemente porque nos parece que es de otra clase social no voy a decir los epítetos que se utilizan, pero nos sentimos prevenidos hacia esas personas. Mira, sin ir más lejos, los que vamos a la Iglesia los domingos, cómo miramos, reaccionamos o nos relacionamos con esas personas que nos encontramos a la puerta pidiéndonos una ayuda. Y pienso en mi mismo. No quiero ser negativo ni pesimista, pero parece que el evangelio no ha pasado por nosotros ni ha dejado huella en nosotros. Mucho se podría seguir diciendo si seguimos por este camino.
Yendo al texto del evangelio de hoy, ¿cómo reaccionaron algunos de aquellos que se consideraban más puritanos cuando Jesús se detuvo ante la higuera y se puso a hablar con Zaqueo que en ella se había subido para ver pasar a Jesús? Ya hemos escuchado como criticaban luego que Jesús entrara en la casa de aquel pecador para comer allí rodeado además de tantos publicanos y pecadores.
Ya lo hemos adelantado. Jesús camino de Jerusalén iba de paso por Jericó y la gente había salido a su encuentro. También un publicano, el jefe de los publicanos de Jericó también quería ver a Jesús. No podía, la gente se aglomeraba y era bajo de estatura; no habría quien le cediera el puesto siendo un publicano odiado como era por los judíos; se adelantó y se subió a una higuera para poder conocer a Jesús a su paso por delante; pero sucedió lo que nadie esperaba como suelen ser los gestos de Jesús; se detuvo ante la higuera y se puso a hablar con Zaqueo para escándalo de muchos, porque Jesús quería hospedarse en casa de Zaqueo. Bajó corriendo, lo recibió en su casa y preparó una comida.
Nos podemos detener en dos cosas, la búsqueda de Zaqueo que quería conocer a Jesús y la búsqueda de Jesús que se acerca siempre a aquel que más lo necesita. No era la pobreza material de aquel hombre lo que le moviera a esa necesidad, pero sí era su situación; era un discriminado dentro del pueblo, aislado de los demás que solo podía relacionarse con los de su clase, y Jesús ve donde hay un corazón que se siente solo; podemos recordar al paralítico de la piscina. Pero aquella presencia de Jesús en la casa de Zaqueo iba a significar algo grande. ‘Hoy ha llegado la salvación a esta casa’, proclamará más tarde Jesús.
No necesitamos entrar en más detalles, que ya todos conocemos y los hemos escuchado en la proclamación del evangelio, como el cambio grande que va a darle Zaqueo a su vida. Pero estos pequeños detalles que venimos comentando creo que pueden tener mucha incidencia en nuestra vida. La búsqueda de Zaqueo desde su soledad y los gestos de Jesús tendrían que interpelarnos.
Buscamos a Jesús pero muchas veces nos vamos encontrando impedimentos, barreras que se nos atraviesan en el camino. Nos sentimos pequeños y que no podemos alcanzar a ver lo que realmente buscamos; quizá las actitudes de muchos en nuestro entorno no nos estimulan sino más bien en muchas ocasiones parece que nos quitan las ganas, porque aquellos que quizá tendrían que ser signos para nosotros acaso se conviertan en signos negativos; tenemos que buscar otras perspectivas, otros ángulos de visión que nos puedan ayudar a ver claramente, como Zaqueo que se subió a la higuera y aunque detrás de las hojas desde aquella altura podía ver con menos dificultad. Tendríamos quizá que encontrar esa perspectiva que nos anime, aunque nos cueste porque sabemos que al final será Jesús el que nos vaya saliendo a nuestro encuentro, a nuestro paso.
Pensemos nosotros en nuestra búsqueda o quizá pensemos en cómo en ocasiones nosotros podamos ser obstáculo para que otros se encuentren con Jesús. Algo que cada uno tenemos que analizar allá en lo hondo del corazón. Pero pensemos también en nosotros que tendríamos que actuar a la manera de Jesús para buscar, para detenernos al lado de aquel que lo necesita, para romper esos moldes de nuestras prevenciones con que tantas veces vamos actuando, para ir a cara descubierta hasta el otro manifestándonos como signos de Jesús por nuestras actitudes, por nuestros gestos, por nuestros detalles, por la cercanía, por la manera en que vamos por la vida.
¿Alguna vez por ese nuestro actuar se habrá podido decir ‘hoy ha llegado la salvación a esta casa’? ¿No decimos tantas veces que tenemos que evangelizar, que tenemos que ser evangelio en medio de los que nos rodean empezando quizá por nuestra misma casa?

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