Ya es
hora de que no seamos unos cristianos descafeinados y superficiales sino que
con radicalidad sepamos comprometernos por el evangelio
Romanos 13,8-10; Sal 111; Lucas 14,25.33
Hay un dicho popular que creo que puede
reflejar la novelería – podríamos llamarlo así – con que vamos muchas veces por
la vida. ‘¿A dónde vas, Vicente? A donde va la gente’.
Fijémonos, por ejemplo en una calle
cualquiera de nuestros pueblos o ciudades. Vemos gente que va de acá para allá,
cada uno con sus preocupaciones, deseoso de realizar sus tareas o sus encargos,
caminamos deprisa los unos al lado de los otros y casi no nos vemos ni nos
percatamos de la existencia de los demás. Pero basta que haya un pequeño
accidente, que sucede algo que llame la atención, y pronto quienes íbamos de
carrera de un lado para otro nos detenemos y poco a poco se va aglomerando en
torno a aquel suceso o aquel hecho multitud de personas, que pronto Irán
engrosando su número porque de aquí o de allá van apareciendo nuevas personas atraídas
por lo sucedido. Bastó que uno se detuviera ante algo extraño para que pronto a
su alrededor se aglomeraran multitud de personas.
Y si lo sucedido no es en aquel lugar
en que nos encontramos y oímos que fue más allá, pronto correremos curiosos a
ver qué es lo que ha pasado. Vemos incluso aglomeraciones en manifestaciones y
nos preguntamos qué hace toda aquella gente allí, y serán muchos los que se apuntan casi sin
tener mucho conocimiento de la razón de lo que se hace, sino simplemente porque
todos van nosotros vamos también. Habría, pues, que preguntarse si realmente
vamos allí porque es algo de nuestro interés, o lo hacemos solamente por
curiosidad, o por dejarnos arrastrar por lo que hacen los demás.
Hoy escuchamos en el evangelio que era
mucha gente la que seguía a Jesús, en ocasiones incluso trasladándose en
búsqueda de Jesús o simplemente caminando con El, pero parece que Jesús da algo
así como un golpe sobre la mesa para plantear seriamente lo que tendría que
significar ir con Jesús.
Discípulo es el que sigue el camino de
su maestro. No es el que simplemente escucha en una ocasión pero al momento nos
vamos tras otra cosa. Ser discípulo es hacer una camino; ser discípulo es no
solo escuchar sino asumir los planteamientos que hace el maestro siendo fiel a
su enseñanza. Ser discípulo entraña unas exigencias, empezando por querer
conocer en profundidad lo que nos plantea el maestro; ser discípulo no es
querer ir por varios caminos a la vez, sino radicalmente decidirse a seguir un único
camino; ser discípulo no es estar de acuerdo en una cosas pero en otras nos
hacemos nuestras rebajas, nuestros arreglos o ponemos nuestras condiciones. Ser
discípulo es comenzar a pensar y a obrar de una manera nueva conforme lo que
vamos recibiendo de nuestro maestro.
Es lo que nos cuesta entender a la mayoría
de los cristianos que nos lleva a vivir un cristianismo descafeinado, una vida
cristiana superficial y poco comprometida, una tibieza espiritual tan peligroso
que nos lleva a la pendiente de la indiferencia y el abandono, una vida llena
de componendas y de arreglos, de estar siempre poniendo mis condiciones para
hacer simplemente lo que me sea fácil y para no llegar nunca a compromiso
serio, un estilo conformista de decir esto lo hemos hecho siempre así pero sin
la ilusión y el coraje de ver lo que tiene que ser mejor o los nuevos campos
que se nos abren delante de nosotros.
Nos habla Jesús de radicalidad para
ponernos a su lado siendo capaces de renunciar a todo aquello que no entra en
la órbita del evangelio, nos habla del que se siente a calcular bien lo que va
a hacer para no dejar las cosas a medios y quedarse luego en el ridículo, nos
habla de renuncias y saber decirnos no para saber encontrar lo que es
fundamental, de buscar unas raíces fuertes y hondas para que haya una verdadera
profundidad en la vida, nos habla de una confianza porque sabemos que el camino
es exigente siempre estará con nosotros la fuerza del Espíritu que nos ayudará
en el camino.
¿Seremos capaces de vivir una vida
cristiana exigente y comprometida? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar?
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