Celebrar al Corazón de Jesús es querer sintonizar con el
latido del amor de Dios para aprender a sintonizar con el corazón de los
hombres nuestros hermanos
Ezequiel 34, 11-16; Sal 22; Romanos 5, 5b-
11; Lucas
15, 3-7
‘Yo
mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el
pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré
yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por
donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones’.
Bella
imagen la que nos ofrece el profeta y que recoge la liturgia en la celebración
de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús que hoy estamos celebrando. La imagen
del pastor es la imagen de su amor por las ovejas, que las cuida, las libra de
peligros, las alimenta, camina con ellas buscando los mejores pastos, las reúne
cuando se dispersan. Así el Señor en nuestra vida. La Imagen del Corazón eso
quiere expresarnos.
No nos
quedamos en un órgano del cuerpo sino lo que con él queremos expresar sobre
todo en nuestra cultura. Es toda la ternura de la vida la que queremos expresar
con el corazón; son los más nobles sentimientos, es la cercanía de quien se
quiere tener en las entrañas más intimas de nuestra vida, es el mismo latir y
sentir como la criatura que está en el seno de la madre y late al mismo ritmo
de su corazón.
Es el
latido del amor de Dios; es el latido con el que nosotros tenemos que
sintonizar para caminar, para vivir en el mismo ritmo del amor de Dios. Somos discípulos
porque queremos seguir sus huellas, somos sus hijos porque queremos tener el
mismo latido de amor. Así con El queremos hacernos uno, así El quiere habitar
en nosotros poniendo su morada en nuestro corazón.
Es lo que
hoy queremos celebra, porque es lo que como cristianos queremos vivir. ‘Que
sean uno como tu Padre y yo somos uno’, pedía Jesús en la oración
sacerdotal de la ultima cena. Y es que cuando nosotros hoy queremos sentir el
latido del amor del Corazón de Cristo porque queremos hacer sintonizar nuestro
corazón y nuestra vida con el latido de Dios, con el amor de Dios, es que eso
necesariamente nos tiene que llevar a algo más.
No
podremos decir que hemos sintonizado con el latido de Dios cuando no hemos
aprendido a sintonizar con el latido del corazón de nuestros hermanos. Desgraciadamente
se produce demasiada arritmia en ese latido conjunto que tendríamos que tener
con nuestros hermanos. Es lo que tenemos que curar.
Es como
tenemos que sentir que el Buen Pastor viene para curar nuestras heridas, esa
arritmia de nuestro corazón en nuestra relación con los demás. Dejémonos sanar
por ese Buen Pastor que cura las enfermedades de nuestra alma, de nuestro espíritu.
Reconozcamos esas arritmias porque somos débiles o porque somos tantas veces
orgullosos e insolidarios.
No podemos
celebrar con sentido esta fiesta del Corazón de Jesús mientras no nos dejemos
curar, mientras no arrojemos lejos de nosotros esas arritmias de nuestros
orgullos e insolidaridades, mientras no nos dejemos inundar por esa medicina
divina que es el amor que Dios nos tiene.
Nos
costará en ocasiones porque es fuerte nuestro orgullo y desamor, tenemos que
dejar que ponga en nuestros ojos esos colirios divinos para que veamos con una
mirada más limpia y más lúcida a los hombres nuestros hermanos que caminan a
nuestro lado. Con esa mirada nueva se caerán esas escamas que perturban nuestra
visión y nuestro corazón.
Dejemos
que el Buen Pastor nos busque, dejémonos encontrar y dejémonos sanar para que
así podamos entrar en esa nueva y hermosa sintonía del amor según el latido del
Corazón de Dios.
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