Jesús nos está pidiendo unas nuevas actitudes, una nueva forma de plantearnos las cosas, una mirada distinta a cuantos nos rodean para no hacer tantas discriminaciones
Hebreos 7,1-3.15-17; Sal 109; Marcos 3,1-6
Hoy
se nos llena la boca cuando hablamos de acciones sociales, de cómo
las administraciones públicas tienen en sus programas no se cuántas
acciones de tipo social y a los políticos no les falta en sus
programas una serie de puntos de este tipo prometiendo que nadie se
quedará desatendido, que para todos hay algún tipo de ayuda y no sé
cuantas promesas más. a nivel individual decimos que queremos ayudar
y nos sonrojaríamos si alguien descubriera en nosotros pasividad o
negatividad en este sentido. Como programa o como proyecto todo eso
está muy bien, como buenos deseos por nuestra parte es algo que no
debería faltar, pero en la realidad ¿todo esto se realiza y
nosotros nos sentimos en verdad comprometidos?
Quizá
cuando pasamos por la calle al lado de alguien que de forma clara
podíamos ver su pobreza y su necesidad, quizá volvemos la vista
para otro lado para no querer enterarnos; cuando llegan a nuestra
puerta personas en las que distinguimos otros rasgos distintos que
nos están señalando que son de otra raza o que provienen de otro
lugar, quizá nos sentimos incómodos y con miedo, farfullamos una
disculpa y procuramos no entretenernos mucho con ellos, no sea que…
y así no sé cuántas situaciones en que podríamos encontrarnos.
Cuántas
disculpas y disimulos, cuánto pasar de largo ante situaciones que
nos resultan incómodas, acaso porque se nos hace tarde… ¿para
qué? ¿para ir a la Iglesia, quizás? ¿para no perder el programa
de televisión que estamos viendo? ¿para que no nos vean con esas
personas porque acaso luego no sé qué puedan pensar de nosotros?
Nos
hacemos ciegos y sordos tantas veces ante el dolor o sufrimiento de
los demás en su pobreza, su necesidad, las discriminaciones y
soledades que sufren porque no queremos enterarnos. Pero lo
peligroso, además de ser ya terrible que individualmente tengamos
esas posturas, sería que ese fuera de alguna manera el sentir de
nuestra sociedad. Queremos de alguna ocultar esas realidades. ¿Qué
sucede cuando oímos hablar de pueblos o comunidades que no quieren
que en él se instalen centros de acogida, por ejemplo de emigrantes?
Pensemos en ciertos movimientos que hay de rechazo a los inmigrantes
porque decimos quizá que ellos van a quitar puestos de trabajo a los
naturales de lugar.
Hay
ocasiones en que hasta se hacen manifestaciones y se impulsan
movimientos sociales desde ciertos sectores cuando se va a crear un
centro de este tipo en algún lugar.
¿La
sociedad querrá ocultar o no querer enterarse de esas problemáticas?
¿Así nos hacemos insensibles ante las necesidades y problemas que
hay en tantos lugares que obligan a la gente a emigrar? Quizá porque
en la campaña contra el hambre una vez al año contribuimos con unas
monedas pensamos que ya está todo hecho y resuelto.
Me
ha venido toda esta reflexión a partir de un gesto que vemos
realizar a Jesús en el texto del evangelio que se nos ofrece. Nos
habla de la presencia de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún; era
sábado. Pendientes estaban todos de lo que hiciera o dijera Jesús;
los fariseos y maestros de la ley estaban al acecho. pero hay un
hombre que pasa desapercibido, tiene una mano paralizada con todas
las limitaciones y necesidades que se seguían de su enfermedad, pero
nadie le presta atención. Llegó Jesús y le pide que se ponga en
medio. Todos los ojos se dirigen a aquel hombre del que
comienza a hablar Jesús. Muy preocupados todos de la lectura de la
Ley y de los comentarios que Jesús pudiera hacer - ya conocían de
otros lugares y momentos de lo que hablaba Jesús - pero preocupación
por aquel hombre enfermo y necesitado nadie tiene; como si no lo
vieran.
Y
es cuando Jesús plantea si será lícito o no curar a aquel hombre
en sábado.Todos conocían la ley y como habian de cumplirla
estrictamente, para eso están allí los doctores de la ley y los
fariseos para recordarlo.
‘¿Qué
está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle
la vida a un hombre o dejarlo morir?’,
es la pregunta de Jesús a la que nadie quiere dar respuesta. y
aquello dolió a Jesús en su corazón. Ya sabemos como termina el
episodio curando Jesús la enfermedad de aquel hombre.
¿Hay
relación entre lo que antes reflexionábamos de lo que hacemos o no
hacemos, a pesar de las bonitas palabras, ante los problemas o las
necesidades de los demás o esas diversas situaciones que
mencionábamos con esto que nos dice el Evangelio?
Creo
que Jesús nos está pidiendo unas nuevas actitudes, una nueva forma
de plantearnos las cosas, una mirada distinta a cuantos nos rodean
para no hacer tantas discriminaciones como vamos haciendo por la
vida. En nosotros está la respuesta. Aquello de la conversión que
nos pedía Jesús al principio del evangelio habrá que tomárselo en
serio.
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