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sábado, 28 de marzo de 2015

Subamos con Jesús a celebrar la Pascua

Subamos con Jesús a celebrar la Pascua

Ezequiel 37, 21-28; Salmo Jr. 31; Juan 11,45-57
‘¿Qué hacemos?’, es la pregunta que se hacen los fariseos y los príncipes de los sacerdotes ante todo lo que había venido sucediendo. Muchos habían ido a casa de Marta y María tras la resurrección de Lázaro y creían en Jesús; otros acudieron a los fariseos y a los sumos sacerdotes para contarles todo lo que había pasado. ‘¿Qué hacemos?’ se preguntan.
Ya escuchamos lo que proclama el sumo sacerdote, que como nos dice el evangelista habla proféticamente. ‘Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera. Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte’. La sentencia, en cierto modo, estaba dictada.
‘¿Qué hacemos?’, nos preguntaremos nosotros también. Estamos en las vísperas de la semana de pasión que culminará con la celebración del Triduo Pascual. ¿Qué hacemos? ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué es lo que vamos a vivir? Mejor, ¿cómo lo vamos  a vivir?
Creo que este sábado es un momento muy importante para prepararnos. No podemos entrar de cualquiera manera en esta semana. No vamos a ser meros espectadores, sino que la pasión y la pascua tiene que ser algo que vivamos con intensidad. No nos quedamos en el recuerdo. Nosotros decimos que hacemos memorial, como lo expresamos en la liturgia cada vez que celebramos la Eucaristía, porque la pascua, la pasión del Señor tiene que ser algo que esté muy presente en nuestra vida.
Cuando ya se acercaban los días de la pascua, nos dice el evangelista que la gente se preguntaba si Jesús iba también a subir a Jerusalén. Ya escuchábamos en el evangelio que se había retirado más allá del Jordán donde Juan había estado bautizando, porque aun no había llegado su hora. Por eso somos nosotros los que nos preguntamos si vamos a subir a la Pascua, si vamos de verdad a meternos de lleno en la celebración del misterio pascual de Cristo. No lo miramos desde fuera.
Contemplamos y celebramos la entrega de Jesús, pero que tiene que ser también el camino de nuestra entrega. También tenemos que hacer nuestra ofrenda. También tenemos que sentir esa gracia de la salvación en nuestra vida. Por eso  nos abrimos a la Palabra de Dios y seguiremos cada día impregnándonos de ella, sembrándola de verdad en nuestro corazón. La gracia del Señor llegue a nuestra vida en la celebración de los sacramentos.
Que el Misterio pascual de Cristo nos transforme. Subamos con Cristo hasta la Pascua. No temamos porque caminamos hacia la vida y aunque nos cueste vamos de la mano del Señor.

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