Escuchar la Palabra del Señor invocando al Espíritu que nos conducirá a la Verdad plena
‘Muchas cosas me quedan por deciros… cuando
venga El, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena…’ Sigue hablándonos Jesús del
Espíritu Santo que enviará desde el seno del Padre. Son muchas las cosas que
tendrán que recordar de Jesús, ¿podrán recordarlas todas? ‘No podéis cargar con ellas por ahora, les dice, El os guiará hasta la Verdad plena’, os
lo recordará todo.
Es el Espíritu de Sabiduría, el Espíritu de Ciencia, el
Espíritu del conocimiento de Dios. Es el Espíritu divino que nos hace conocer a
Dios, por el que podemos reconocerle como Padre y por el que podemos decir ‘Jesús es el Señor’. Es el Espíritu
divino que nos habla allá en lo íntimo de nuestro corazón predisponiéndonos
para abrirnos a Dios y a su Palabra, para conducirnos con su gracia hasta todo
el misterio de Dios.
Como confesamos en el Credo de nuestra fe, creemos en
el Espíritu Santo, ‘Señor y dador de
vida… que habló por los profetas’. ¿Qué queremos decir? Primero que nada nos está hablando de la
inspiración del Espíritu en los autores sagrados que nos dejaron los textos de
la Biblia. Decimos que la Biblia es Palabra de Dios, porque está inspirada por
Dios, para que aquello que allí se nos dice sea la Palabra de Dios para
nosotros.
Cuando al confesar nuestra fe en el Espíritu Santo
decimos que habló por los profetas no solo se está refiriendo a aquellos
hombres de Dios del Antiguo Testamento a los que llamamos profetas y que
acompañaron al pueblo de Dios señalándoles los caminos de fidelidad a la
Alianza y manteniendo viva la esperanza en el Mesías prometido, sino que en
cierto modo se nos está hablando de la inspiración de toda la Sagrada
Escritura, no solo ya el Antiguo Testamento sino también el Nuevo Testamento,
como Palabra de Dios.
En esa acción del Espíritu Santo que inspira el anuncio
de la Palabra de Dios podemos ver también la presencia del Espíritu Santo en la
Iglesia y en todos los que tienen la misión de predicar el Evangelio. Ahí
tenemos contenido todo el Magisterio de la Iglesia en la Tradición viva que
mantiene la Iglesia de ese mensaje divino a través de la enseñanza del Papa a
través de todos los tiempos y de todos los pastores del pueblo de Dios. A
través de esa predicación estaremos sintiendo esa presencia del Espíritu Santo
que ‘nos guiará hasta la Verdad plena’,
como nos dice hoy Jesús en el Evangelio.
Pero a eso se ha de corresponder nuestra actitud, la
apertura de nuestro corazón y cómo nosotros hemos de dejarnos guiar por el
Espíritu Santo para aceptar y acoger esa Palabra de Dios en nuestra vida. Creo
que cuando nos disponemos a escuchar la Palabra de Dios en nuestras
celebraciones o cuando hacemos también nuestra lectura individual o personal de
la Palabra de Dios, tendríamos que saber, por una parte proclamar nuestra fe en
que lo que escuchamos es la Palabra que Dios nos quiere decir y hacer llegar a
nuestra vida, y por otra parte invocar al Espíritu Santo para que mueva nuestro
interior para su escucha, abra nuestro corazón y nuestra inteligencia para
saber escucharla y acogerla en nuestra vida.
Es una lástima las actitudes pasivas y negativas que
vemos muchas veces en tantas personas que les da igual llegar tarde cuando ya
se está proclamando la Palabra de Dios siendo incluso causa de distracción para
los demás, y por otra parte no le prestan atención, se distraen con cualquier
cosas o se ponen a hablar o saludar al que está a su lado. ¿Tan poca
importancia le damos a Dios y a su Palabra?
Creo que sería algo en lo que tendríamos que pensar
mucho, porque si un personaje importante nos está dirigiendo la palabra por
respeto o por educación le prestamos atención y lo escuchamos, pero cuando se
nos proclama la Palabra del Señor igual nos distraemos haciendo al mismo tiempo otras cosas o hablando con el
que está a nuestro lado. Tendríamos que apuntalar bien la fe que tenemos en la
Palabra del Señor, al tiempo que invocamos al Espíritu Santo para que nos ayude
a escucharla y acogerla en nuestra vida.
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