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sábado, 26 de enero de 2013


Decían que no estaba en sus cabales y lo decimos también de los demás

Hebreos, 9, 2-3.11-14; Sal. 46; Mc. 3, 20-21
Es bien breve el texto del evangelio de hoy, apenas dos versículos, pero creo, sin embargo que nos puede decir muchas cosas. Nunca hemos de considerar de poca importancia la Palabra que se nos proclama sea cual sea la cantidad de versículos que se  nos ofrezcan. Siempre con un corazón lleno de fe hemos de saber acoger la Palabra que el Señor quiere decirnos. Siempre tendrá un mensaje para nuestra vida.
Por el temor respetuoso con que nos acercamos a Jesús, por la fe que hemos puesto en El y por el amor que tenemos nos puede resultar incomprensible o chocante lo que nos dice el evangelio que ‘la familia de Jesús vino para llevárselo porque decían que no estaba en sus cabales’.
En cierto modo, humanamente hablando, puede resultar una reacción normal por parte de la familia. Jesús había dejado todo para ponerse a anunciar el Reino de Dios y, aunque había mucha gente que lo seguía o que venía hasta él con sus enfermedades y dolencias para que los curara, también iba apareciendo cierta oposición por parte de las personas importantes e influyentes de la sociedad de entonces. A nadie le gusta que un familiar suyo sea vejado por parte de los demás o se encuentre con fuertes oposiciones, porque ya hemos escuchado cómo ‘los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con El’.
Como iremos viendo a lo largo del Evangelio Jesús no tiene ningún temor, se siente totalmente libre quien ha venido a darnos la libertad verdadera, y seguirá adelante en su misión de anunciar el Reino, traernos el Evangelio y alcanzarnos la salvación porque su amor es tan grande que le llevará a dar su vida, en el acto de amor más sublime, por aquellos a los que ama, por nosotros. Ojalá tuviéramos nosotros siempre esa libertad de espíritu para actuar sin ningún temor y mostrarnos en verdad como verdaderos testigos del evangelio.
Tenemos la experiencia muchas veces bien cercana a nosotros de escuchar reacciones semejantes a estas que nos cuenta hoy el evangelio en nuestro entorno cuando vemos a una persona entregada por los demás, por hacer el bien, por vivir un compromiso serio por la sociedad en la que vive. ‘Ese está loco’, habremos escuchado decir o le habremos dicho a alguien en alguna ocasión. Es la reacción que tienen muchas familias por ejemplo cuando un  hijo o una hija dice que quiere ser sacerdote, que quiere ser religiosa. Cuántas cosas se dicen, cuanta oposición y cuantos sufrimientos. Es lo que hoy estamos viendo en el evangelio que sucede con Jesús.
Jesús tiene clara su misión. Es lo que nosotros también hemos de tener claro cuando recibimos una llamada en el corazón y lo que necesitamos es generosidad y disponibilidad para responder. Pero también hemos de aprender la lección en relación a los demás. No podemos juzgar, tenemos que saber aceptar, valorar la entrega de los otros, a saber apoyar también lo bueno que hagan o quieran hacer los demás. Cuántas vocaciones se frustran en muchas ocasiones porque no las hemos apoyado lo suficiente, tanto en el aspecto de la vida religiosa, como de compromiso social.
Creo que esto que estamos reflexionando puede ser un bueno motivo de oración para nosotros. Oración para sentir en nosotros la fuerza del Espíritu del Señor cuando hay una llamada en nuestro corazón y tengamos la gracia y la fortaleza de seguir adelante respondiendo a lo que nos pida el Señor. Oración también por los demás, por los que sienten esa inquietud en el corazón por lo bueno, por luchar por un mundo mejor, por vivir un compromiso social o por los que sienten la llamada del Señor en su corazón para seguirle con total radicalidad entregándose al Sacerdocio, o a la vida religiosa o misionera. Pidamos que no les falte nunca la gracia del Señor que fortalezca sus voluntades y les dé generosidad en su corazón.

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