Navidad no es
una fecha
ni una fiesta más del calendario.
Navidad no es un simple recuerdo o conmemoración
que podamos hacer con cierta nostalgia.
Navidad es un hecho y es vida.
Navidad es el milagro de la presencia de Dios
entre nosotros los hombres
porque se hace Emmanuel.
Navidad es Dios que viene nuestro mundo y a
nuestra vida
en la realidad concreta que vivimos.
Navidad es Dios que responde
a nuestras inquietudes y problemas de cada día.
Navidad es esperanza de un mundo nuevo
que con la presencia de Dios entre todos podemos construir.
Navidad es ese mundo de fraternidad, de amor y
de paz
que todos tanto deseamos.
Hagamos una verdadera Navidad
celebrando y viviendo el nacimiento de Jesús,
el Hijo de Dios hecho hombre.
De corazón feliz navidad.
Navidad
es el milagro de la presencia de Dios en este mundo concreto que vivimos que
nos llena de esperanza y nos pone en camino de un mundo nuevo de fraternidad y
paz
Isaías 9, 1-6; Sal 95; Tito 2, 11-14; Lucas
2, 1-14
Llegó el 25
de diciembre y estamos celebrando Navidad. Hemos ido haciendo un recorrido a
través de las cuatro semanas del Adviento y llega el momento de la celebración del
nacimiento del Señor. Pero no es un día más, no es una fecha más que tenemos
que celebrar, no es una fiesta como otras como algunas veces nos quieren hacer
ver haciendo incluso desaparecer la palabra Navidad. Lo hemos de tener claro,
lo hemos de vivir con toda intensidad, lo hemos de hacer notar de verdad los
que creemos en Jesús.
También es
cierto que para muchos es una fiesta o una celebración llena de nostalgias,
porque comenzamos a pensar en las personas que han estado en otras ocasiones
con nosotros, y al final terminamos llenándonos de tristeza, pero porque quizás
por una parte nos falta esperanza, pero también porque parece que no siempre
tenemos claro el sentido de la navidad.
Hay algo que
no podemos olvidar, Navidad es el milagro de la presencia de Dios. Sí,
presencia de Dios. El ha querido hacerse Emmanuel, Dios con nosotros, y es el
hecho que celebramos, es lo que en verdad tenemos que vivir. Porque no se nos
queda en una conmemoración o un recuerdo, es una vivencia que tenemos que
sentir aquí y ahora, porque aquí y ahora Dios está con nosotros.
Está con nosotros
en lo que es nuestra vida de cada día, con sus preocupaciones, con sus
problemas, con sus angustias, con sus alegrías también. Dios en aquel momento
se hizo presente en un pueblo concreto, que tenía sus problemas, que vivía su
pobreza, que tenía sus inquietudes en el corazón. Un pueblo con su historia y
además Dios se sirve incluso de esos momentos de su historia para que así se
cumpliera su plan de salvación.
Hoy hemos
contemplado a José y a María tener que caminar lejos de su pueblo para llegar a
Belén porque a un gobernador todopoderoso se le ocurrió la idea de hacer un
censo; pero Dios se vale de esas circunstancias para que Jesús naciera en Belén,
porque era la ciudad de David y de él había de descender el Mesías. Y nace en
medio de la pobreza de no tener ni una plaza en una posada para ser en verdad
el que venía a traer la Buena Nueva a los pobres; los pobres serían
evangelizados, los primeros a los que se anunciara la Buena Noticia, como había
anunciado el profeta y lo vemos realizado en el anuncio del angel a los
pastores de Belén.
Esto nos está
diciendo como Dios hoy viene a nuestra historia concreta, en lo que vivimos en
estos días concretos en nuestra sociedad y en nuestro mundo, porque Dios viene
a dar respuesta en verdad a esos interrogantes que hoy se nos plantean desde la
realidad que vivimos, pandemias, pobreza, inestabilidad social y desorientación
de nuestra sociedad, angustias de tantos a los problemas que se les presentan,
momentos duros como los que vive la sociedad actual o las catástrofes naturales
como las que han azotado estos días a nuestra propia tierra canaria.
Todo eso
produce inquietud en el corazón, interrogantes a los que no sabemos responder
en ocasiones, dudas y sombras que ennegrecen nuestra vida; pero estamos
celebrando a quien es la luz, el que ha venido como la luz del mundo, aunque
las tinieblas de nuestro mundo no quieran reconocer o rechacen esa luz. Pero esa
presencia de Dios en medio nuestro nos llena de esperanza, esa presencia del
Señor nos hace levantarnos para no quedarnos hundidos en nuestras sombras y
encontrar rumbo en nuestro caminar. Y es lo que queremos vivir en la navidad,
es lo que tiene que significar la navidad para nosotros.
Navidad es esperanza de ese mundo nuevo
que podemos construir con la presencia y la fuerza del Señor. ¿No anunciará Jesús
precisamente la llegada del Reino de Dios? Será el anuncio y la tarea
fundamental de su vida. Será lo que nos trasmite el evangelio; será a lo que
nos invita convirtiendo nuestro corazón a El. Es el camino que se abre ante
nosotros a partir de Navidad, a partir de que sentimos y vivimos la presencia
del Señor en medio nuestro. Se encarnó y se hizo hombre para caminar a nuestro
lado y enseñarnos a hacer ese camino.
Navidad es ese mundo de fraternidad, de
amor y de paz que todos tanto deseamos. Son las palabras que más repetimos
en estos días, son los deseos que tenemos los unos para con los otros; es lo
que queremos expresar con nuestras felicitaciones de Navidad. Pero que no se
quede en palabras, que sea compromiso de nuestra vida, que sea camino que
queremos recorrer.
Y si estos días algo en lo que todos
hacemos tanto hincapié son los encuentros familiares, los encuentros de los
amigos y en lo que ponemos tanto empeño, que no sean cosas efímeras de un día,
de un momento o de una ocasión, sino que estos reencuentros que hemos realizado
o estamos realizando sean comienzo de nuevos reencuentros que seguiremos
realizando. Que en verdad vivamos el compromiso de la fraternidad. Si la palabra paz es la que más repetimos
incluso de cara al nuevo año que va a comenzar, que sea en verdad compromiso
para trabajar por esa paz.
Busquemos vivir con todo sentido y con
toda profundidad nuestra navidad. Hagamos verdadera navidad en que celebremos
ciertamente el nacimiento de Jesús el Hijo de Dios que se ha encarnado y se ha
hecho hombre por nosotros. Es Emmanuel, es Dios con nosotros. En el relato del
evangelio que tanto se ha repetido en estos días en nuestras celebraciones
hemos contemplado el portal de Belén; allí en ese portal estábamos nosotros
representados con nuestras pobrezas y también con nuestras esperanzas. Sobre aquel
portal brilló la gloria del Señor con los ángeles cantando la gloria del Señor.
Sobre nosotros tiene que comenzar a brillar también con toda intensidad esa luz
de la gloria del Señor que nos llena de esperanza nueva de un mundo nuevo y
mejor. Es la tarea de nuestra navidad.
De corazón para todos, Feliz Navidad.
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