Con el
cántico de María queremos nosotros dar gracias por la Buena Nueva de salvación
que se nos anuncia y que también necesita escuchar el mundo de hoy
1Samuel 1,24-28; Sal.: 1Samuel 2,1-8; Lucas
1,46-56
Solemos decir
que es de bien nacidos el ser agradecidos. Justo es que sepamos dar gracias,
sin embargo fácilmente nos creemos merecedores de todo y no somos capaces de
ver la gratuidad de quien nos ofrece sus dones, su cariño, sus servicios, su atención
y no somos capaces de tener bien definida nuestra actitud de gratitud. Que prontos
estamos para pedir y hasta para exigir y qué tardos somos para dar gracias.
Nos pasa fácilmente
en nuestras relaciones humanas y hasta en lo más cercano a nosotros como son
nuestras relaciones familiares; ¿cuántas veces nos hemos detenido para dar
gracias a nuestros padres por todo lo que han hecho por nosotros? con facilidad
se enfrían algunas veces hasta las relaciones entre los esposos porque no saben
ser agradecidos mutuamente; y lo tendríamos que saber hacer entre los hermanos,
y entre los amigos que por mucha confianza que nos tenemos algunas veces lo
olvidamos y nos falta ese detalle de delicadeza. Bueno, no quiero extenderme,
pero sería pauta lo que estamos diciendo para muchas cosas más.
Me ha dado
pie a esta reflexión introductoria lo que nos ofrece hoy el evangelio, el cántico
de María. Es el cántico de la acción de gracias, del reconocimiento desde su
humildad y desde la pequeñez en la que ella se ve de todas las maravillas que
el Señor realiza en ella. Es el cántico que se nos ofrece en el evangelio en el
momento del encuentro de María y de Isabel, su prima, a la que ha ido a visitar.
Ambas mujeres inundadas por el Espíritu Santo prorrumpen en cánticos de
alabanza al Señor.
‘Proclama mi alma la grandeza del
Señor, “se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador…’ comienzo cantando agradecida María. Ella sabe que no
es merecedora de nada porque todo es obra del Señor. Ahí está la fe de María
para descubrir esa presencia y esa acción de Dios en su vida; humilde canta
agradecida a Dios porque quiso poner su mirada en ella, la que se siente la más
pequeña, la humilde esclava del Señor.
Pero siente María que es el comienzo de
muchas cosas maravillosas, no ya para ella sino para toda la humanidad. Se está
manifestando la gloria del Señor que así muestra su misericordia con todos
nosotros. es la mirada del amor de Dios que se vuelca sobre toda la humanidad porque
su misericordia llega a sus fieles de generación en generación; es el
comienzo de algo nuevo que con su Hijo se va a realizar, porque va a comenzar
un mundo nuevo, el mundo nuevo de la justicia y de la paz, el mundo nuevo en
que todos vamos a comenzar a sentirnos hermanos porque comienza una nueva
fraternidad, el mundo nuevo donde nadie se puede sentir inferior ni nadie va a
ponerse por encima del otro porque una dignidad nueva comienza para todos, ‘derriba
del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los
colma de bienes y a los ricos los despide vacíos’.
Y María da gracias a Dios, canta la
alabanza al Señor. Este cántico de María, inspirado de alguna manera en aquel
canto de acción de gracias de Ana en el Antiguo Testamento cuando ella sintió también
cómo se derramaba en su vida la misericordia del Señor al concederle el hijo
tan deseado también es como un anticipo de aquella proclamación de Jesús en la
Sinagoga de Nazaret de la Buena Nueva
que iba a ser anunciada a los pobres y a los oprimidos. Una Buena Nueva de liberación
porque los oprimidos verían llegar la verdadera libertad y todo iba a ser algo
nuevo con los ciegos recobrando la luz de sus ojos y todos alcanzarían la salud
y la salvación.
Es el cántico
que nosotros también queremos proclamar porque a nosotros nos llega también la
Buena Noticia de Jesús. Estamos en las vísperas de la celebración de su
nacimiento, de la Natividad del Señor. Una buena noticia anunciará los ángeles
a los humildes pastores de la que nosotros escuchándola también tendremos que
hacernos eco para proclamarla ante el mundo que nos rodea. Tenemos que anunciar
el verdadero mensaje de la Navidad contenido en el nacimiento de Jesús; el
anuncio de la navidad tiene que seguir siendo evangelio, buena noticia que se
proclame hoy, en pleno siglo XXI, para que no quede diluido entre otras luces
fatuas que oculten la verdadera Estrella de la Navidad.
Y tenemos que
proclamarlo con nuestra vida, con nuestras actitudes nuevas, con nuestro cántico
de agradecimiento al Señor, con las señales de ese mundo nuevo que con Jesús llega
también para la humanidad de hoy. Que ninguna de esas luces fatuas ni ninguna
de esas preocupaciones que tengamos en nuestros días difuminen y oculten el
verdadero mensaje de la Navidad.
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