Nos
cuesta rehacernos y nos vemos metidos en una espiral que no sabemos por donde
romper pero Dios va poniendo señales en lo que nos sucede cada día
Levítico 25,1.8-17; Sal 66; Mateo 14,1-12
Hay momentos que podríamos que son de
gracia para nosotros, aunque no siempre sabemos leer el mensaje que pudiera
llegarnos tras ese momento, esas palabras que escuchamos, ese hecho que ha
sucedido en nuestra presencia, esa persona que ha aparecido en nuestra vida.
algo viene a nuestra memoria que nos impacta en su recuerdo aunque muchas veces
queramos hacer oídos sordos ante aquello que vemos tan palpable delante de
nosotros; podemos echarlo en el olvido, o podemos detenernos en la vida y
reflexionar, aunque prefiramos en ocasiones seguir como si nada hubiera pasado
y busquemos miles de justificaciones.
¿Le sucedería algo así al tetrarca
Herodes cuando tiene noticias de Jesús? Ya en alguna ocasión vinieron a decirle
a Jesús que Herodes andaba buscándolo. En esta ocasión se despiertan muchos
recuerdos en su conciencia. ‘Ese es Juan que ha resucitado al que yo mandé
matar’, se dice cuando le hablan de Jesús. Y el evangelio nos da detalles
de cómo fue la muerte del Bautista, como tantas veces habremos reflexionado
cuando nos hemos encontrado con este evangelio.
Algún evangelista dirá que Herodes
tenia aprecio al Bautista y lo escuchaba con gusto, pero en la espiral de
inmoralidad en la que metió su vida hizo que en lugar de escucharlo lo metiera
en la cárcel a instigaciones de Herodías la mujer con la que vivía y que Juan le
decía que no le era lícito vivir con la mujer de su hermano. Será con motivo de
una fiesta como hemos escuchado y repito muchas veces meditado, al bailar
Salomé la hija de Herodías, el tetrarca se juramenta con ofrecimientos hasta de
su reino para complacer a quien le ha deleitado en el baile; es el momento de
Herodías para quitar de en medio al Bautista.
Aunque pareciera que Herodes se quedó
con una conciencia insensible después de la muerte de Juan, algo pesaba en su
interior, que cuando oye noticias de Jesús piensa en aquel a quien había
mandado matar. Era el momento de gracia, de llamada del Señor que Herodes no
quiso escuchar, como tantas veces nos sucede a nosotros.
Tendrá oportunidad de otros encuentros
con Jesús, como sería en medio de la pasión y entrega de Jesús. Pilatos envió a
Jesús a Herodes, porque era de su jurisdicción ya que Jesús había comenzado a
predicar en Galilea, territorio que le correspondía gobernar al tetrarca. Podíamos
decir que es otro momento de gracia, pero cuando estamos en la pendiente la
pendiente se hace resbaladiza y nos costará volver atrás. Aprovecharía para
querer hacer fiesta con Jesús.
Creo que estos aspectos que hemos
resaltado podrían ser también ayuda para nuestra reflexión. Cuántas veces nos
cuesta rehacer nuestra vida. Parece también que nos hemos metido en una espiral
que cada vez se va haciendo más grande y no sabemos por donde romper para
salirnos de esa trayectoria que parece que nos empuja. Dios sin embargo va
poniendo señales en nuestra vida en aquellas mismas cosas que nos suceden cada
día. Hay momentos que lo pasamos mal, momentos que se nos hacen difíciles,
momentos en que parece que nos sentimos zarandeados por la vida y no sabemos
cómo hacer pie ni donde apoyarnos.
En medio de esas turbulencias sepamos
encontrar, descubrir ese momento en que aparece una luz, donde podemos
encontrar un apoyo, sintamos la mano del Señor que siempre está tendida hacia
nosotros buscando que nos agarremos a ella. El Señor pone señales de su
presencia que hemos de saber descubrir.
No tengamos miedo a esas turbulencias
de nuestro espíritu, porque sabemos que en medio de la tormenta también está el
Señor, aunque nos parezca que está dormido sobre un almohadón como aquella vez
en medio de la tormenta del lago. Que se despierte nuestra fe, nos apoyemos en
el Señor y demos los pasos que necesitamos para rehacer nuestra vida. Su gracia
no nos faltará.
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