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sábado, 28 de noviembre de 2020

Se nos echa encima el día del Señor y no estamos preparados, bien porque vivimos embotados en todo lo que nos esclaviza o no le hemos dado una profunda espiritualidad a la vida

 


Se nos echa encima el día del Señor y no estamos preparados, bien porque vivimos embotados en todo lo que nos esclaviza o no le hemos dado una profunda espiritualidad a la vida

 Apocalipsis 22,1-7; Sal 94; Lucas 21,34-36

Algunas veces pasamos noches de insomnio; no podemos dormir, parece que el sueño se fue de paseo y nos dejó abandonados. Pero la imaginación no nos abandona, mientras no dormimos, pensamos, imaginamos… cuántas cosas pasan por nuestra cabeza. Nos vienen los recuerdos pero también se reavivan parece las responsabilidades de lo que tenemos que hacer, y parece que pasan en fila todas por delante de nosotros en nuestra mente. Muchas pueden ser las causas del insomnio y dejo a los expertos y a los sicólogos que nos digan que nos pasa por dentro, el por qué de esos insomnios, las causas que pueden tener o lo que nos pueden quizás anunciar de futuro, pero todos tenemos experiencias concretas. Cuántas cosas hemos revisado una y otra vez en nuestras noches de insomnio, o cuántas cosas habremos programado en esos sueños medio despiertos de nuestro duermevela.

Pero mira por donde hoy Jesús nos dice en el evangelio que no nos durmamos, que estemos despiertos y atentos a lo que nos puede suceder. No son esos resortes sicológicos de una noche de insomnio como veníamos diciendo, pero si nos quiere hablar de una vigilancia que hemos de mantener en la vida. Vigilancia porque hemos de vivirla con todo sentido y también vivirla en la mayor plenitud que podamos. Claro que todo tenemos que entenderlo.

Porque también hemos de disfrutar de la vida, de sus cosas buenas, de eso bello y armonioso que nosotros hacemos, de esos momentos placenteros y de felicidad que vamos alcanzando en el disfrute de muchas cosas buenas. Cuando Dios fue creando las cosas nos dice la Biblia que iba viendo que cuando creaba era bueno y Dios disfrutaba con su creación, como disfrutó al crear al hombre como rey de toda aquella creación. No tenemos que mirar la vida con tintes oscuros como si todo fuera malo o pecaminoso. Ni mucho menos, Dios quiere que disfrutemos de la vida cuando vamos dándole la mayor plenitud a todo aquello que vamos haciendo.

Y disfrutamos de aquello que sale de nuestras manos creativas, como disfrutamos de la belleza de nuestro entorno; disfrutamos de la amistad y del amor de la familia, como tenemos que aprender a disfrutar del encuentro con los demás, porque la convivencia es un gozo, porque la armonía entre todos son caminos de felicidad. Y para eso nos ha creado Dios cuando nos ha regalado tantas docilidades.

Pero bien sabemos también que muchas veces podemos hacernos esclavos de las cosas y que dejándonos poseer por esas cosas – porque a la larga no somos nosotros los que las poseemos – al final terminamos siendo esclavos y siendo infelices. Cuando nos es nuestra voluntad la que está por encima de la posesión de esas cosas y parece que la hemos perdido para decirnos no en un momento determinado, aunque digamos que es entonces cuando somos felices, realmente no lo somos y quedará un pozo amargo dentro de nosotros en esa perdida de dominio que entonces padecemos.

Hoy Jesús nos señala algunas cosas. ‘Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra’. Tened cuidado, nos alerta, y nos señala que ‘no se nos emboten los corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida’. El que vive embotado realmente no es libre ni puede ser feliz porque mucho que ría o que cante.

No es una carcajada estentórea lo que nos hace felices, porque esa carcajada se nos queda por fuera, no es alegría nacida del corazón; y nos habla de juergas, borracheras e inquietudes. Cuántas veces buscamos sustitutos de la verdadera alegría y de la verdadera responsabilidad de la vida. Bien sabemos cuanto nos esclavizan esas cosas; qué lástima sentimos en el corazón cuando vemos ese desfile demasiado grande cada vez más de los que van por la vida buscando esos sustitutivos, y miras sus rostros y no ves ni alegría ni paz, aunque digan disfrutar de la vida con esas cosas, llámense drogas o como queremos llamarlas porque sus muchas cosas las que en ese sentido buscamos.

Se nos echa encima del día del Señor y no estamos preparados. Y aquí tenemos que pensar en esa profundidad que tendríamos que darle a la vida, esa espiritualidad que nos enriquezca por dentro, esos ideales y esas metas que nos levanten la mente y el corazón, esos valores que tendrían que resplandecer en nosotros. Mucho no daría para hablar y reflexionar.

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