No
ocultemos la capacidad de ternura que llevamos en el corazón para poner otro
color y otro calor en nuestras relaciones y hacerlas más humanas
Deuteronomio 10,12-22; Sal 147; Mateo
17,22-27
Algunos parece que vamos de duros por
la vida, ni una sonrisa ni una mueca o expresión en el rostro que manifieste
algún tipo de sentimientos, miradas frías y hieráticas, frialdad o
insensibilidad en el trato, ningún gesto de afecto o de algún mínimo de
compasión cuando nos encontramos con algún tipo de sufrimiento, parecemos
impasibles. Nos parece que manifestar sentimientos nos debilita, con nuestras
miradas severas nos creemos vencedores y superiores en todo y a todos.
No todos somos así, es cierto, porque
se manifiesta mucha ternura en ocasiones entre unos y otros, pero fijémonos en
el rostro de los que encontramos por la calle y veremos cómo cada uno va en su
mundo, en sus pensamientos, sin ninguna muestra externa de lo que puedan llevar
en su interior, sin ninguna mirada que se cruce con el que se encuentra porque
parece que van por otro mundo, no por nuestras calles o caminos ni encontrándose
con otros que son sus semejantes.
¿Es malo expresar los sentimientos? Nos
ponemos a razonar y nos decimos que cuando expresamos los sentimientos nos
estamos acercando a los demás, pero aun así seguimos poniendo distancias y guardándonos
nuestros sentimientos para nosotros. Pero algunas veces lo que tanto guardamos
sin darle uso, termina por estropearse y pudrirse. Y es a lo que da olor muchas
veces nuestro mundo cuando vamos tan de insensibles por la vida.
¿No tendríamos que poner otro color y
otro calor en nuestras relaciones? No ocultemos la capacidad de ternura que
llevamos en el corazón y que nos hace cercanos a los otros para gozarnos con
ellos en sus alegrías pero también para saber sufrir con ellos en sus problemas
y dolores, que un dolor compartido parece menos dolor porque ya esa cercanía es
una forma de consolar.
No tengamos vergüenza de nuestros
sentimientos, ya nos sintamos tristes por penas o problemas o ya estemos
radiantes por lo bueno de lo que disfrutamos y por lo bueno que descubrimos en
los demás. Seremos así más humanos, porque esos sentimientos forman parte
también de nuestro ser humano. y es bueno que nos paremos a pensar en estas
cosas, que despertemos eso bueno y tierno que llevamos en el corazón, que nos
hagamos sensibles ante cuanto les sucede a los demás y no tengamos miedo de
manifestarlo y manifestarnos también como seres capaces de compasión.
Y alguien dirá ¿a que viene toda esta reflexión
en esta semilla de cada día que quiere ser un comentario del evangelio del día?
Es un comentario que queremos hacer pero queriendo llevarlo a lo que es también
la vida de cada día, de lo que nos sucede, de la manera que tenemos de hacer
las cosas, o de aquellas cosas que tendríamos que hacer florecer quizá en
nuestra vida. El evangelio es buena noticia de cada día para nuestra vida
concreta y en esa nuestra vida concreta han de florecer nuestros sentimientos.
Simplemente he partido de aquello que
nos dice hoy el evangelio que los discípulos se pusieron tristes con las
palabras de Jesús. Les hablaba y anunciaba su próxima pasión que ellos no
terminaban de entender, y como hablaba de sufrimiento, de cruz y de muerte
apareció esa tristeza en sus corazones. Como aparece tantas veces en nuestra
vida en cosas que nos resultan incomprensibles, en los problemas que nos surgen
cada día o cuando constatamos un sufrimiento injusto en los demás.
Es cierto que los discípulos andaban un
poco ciegos porque entendieron lo de la muerte pero no entendieron lo que les
anunciaba Jesús también de resurrección. Cuando llegue la resurrección después
de pasar por el dolor de la pascua bien que manifestarán su alegría. Hagamos
muy humana la vivencia de nuestra fe manifestándonos humanos, manifestando
también nuestros sentimientos.
Una alegría que también nosotros hemos
de saber manifestar en nuestra vida, en esos gestos espontáneos que nos pueden
surgir, pero también con la alegría que vivimos nuestra fe, que nos llega de
entusiasmo pero que quiere contagiar de esa alegría y de esa fe a los que están
a nuestro lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario