Los santos son esas luminarias que están a nuestro lado y en todo momento son signos del amor y la presencia de Dios en nuestras vidas y nuestro mundo
Isaías 52,7-10; Sal 95; Mateo 28, 16-20
Algunas veces tenemos el peligro de que nuestra mirada no sea lo
suficientemente positiva y las cosas oscuras de la vida nos parece que resaltan
más. Pero creo que tenemos que aprender a llenar nuestros ojos de luz porque si
nuestros ojos son luminosos seguramente podremos descubrir mejor tantas cosas
luminosas y positivas que hay en la vida que la mayoría de las veces nos pasan
desapercibidas. Y nos es necesario detectarlas porque nos sirven de estimulo,
nos llenan de luz la vida, nos hacen ser positivos y haciendo un camino
positivo podremos construir más y mejor.
Sentiremos seguramente muchas veces, con un poco de sensibilidad, cómo
a nuestro lado hay personas positivas, personas con las que nos sentimos a
gusto porque solo su presencia nos llena de paz, porque sus palabras nos
animan, porque las cosas buenas que percibimos en ellas nos sirven de estimulo.
Ya digo, que algunas veces no tenemos la sensibilidad de descubrirlas, pero a
posteriori probablemente recordaremos muchas cosas buenas de la presencia de
esa persona junto a nosotros y las huellas que en nosotros hayan podido dejar.
Ojalá nosotros también seamos capaces de dejar huellas positivas en
las personas con las que convivimos, que están a nuestro lado o por alguna razón
se hayan encontrado en la vida con nosotros. Es esa actitud positiva con que
hemos de ir por la vida.
Desde una visión de fe, como no es menos que nosotros tengamos, en
esas personas descubrimos la acción y la presencia de Dios. Son para nosotros
como signos del amor que el Señor nos tiene que pone a nuestro lado esas
personas que nos pueden servir de ejemplo o que nos ayudan simplemente
caminando junto a nosotros. Es lo que nosotros también hemos de aprender a ser.
Y eso lo hemos de ver y hacer en el hoy de cada día. Y haciéndolo así estaremos
haciendo de verdad ese mundo mejor que tenemos que construir.
A través de la historia Dios nos ha dejado grandes signos en grandes
hombres y mujeres que quizá ocultos en la sencillez y en la humildad o
realizando grandes obras en medio de los hombres y en la Iglesia siguen siendo
esas luminarias que siguen iluminando nuestras vidas, nos siguen sirviendo de
estimulo para ese camino bueno, de rectitud y de santidad, que también nosotros
hemos de recorrer. Son los santos, unos reconocidos de manera especial por la
Iglesia por el gran ejemplo de virtudes que son para nosotros, y otros que
calladamente y en silencio vivieron su santidad pero que también glorificaron a
Dios con sus vidas y le siguen glorificando en el cielo.
Hoy la Iglesia nos invita a recordar y a celebrar a uno de esos
grandes santos que siguen siendo verdaderas luminarias por su obra en medio de
la Iglesia. Celebramos a santo Domingo de Guzmán. Un santo español de
nacimiento, es cierto, pero que realizó su obra en medio de la gran Europa de
su tiempo. Dios le concedió el don de la palabra y la erudición y con su
predicación contribuyó a evangelizar a la Europa de su tiempo, hace mas de
ochocientos años, pero que en sus seguidores, la Orden de Santo Domingo, los
dominicos como los llamamos comúnmente, sigue realizando esa misma labor a lo
largo y ancho del mundo.
No es el momento ahora de hacer relatos de su vida, sino contemplar su
figura y su obra que nos sirva de estimulo en esta hora de nueva evangelización
que vivimos en nuestra Iglesia. Sembradores de la Palabra de Dios hemos de ser
nosotros también, como decíamos antes, dejando huellas a nuestro paso por la
vida desde todo eso bueno y positivo que desde el amor nosotros queremos
realizar.
Miramos a nuestro lado y seremos capaces de detectar esos signos que
en los que están a nuestro lado podemos descubrir, pero nos sentimos
comprometidos a ser nosotros también esos signos de luz, de fe, de amor, de
evangelio para el mundo que nos rodea. En silencio, con nuestras palabras
siempre que sea necesario, con nuestro ejemplo y testimonio en todo momento
pero tenemos que ser evangelio para los demás, buena noticia que anuncia a
Jesús siempre.
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