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sábado, 7 de noviembre de 2015

Los pequeños detalles de amor a los que están a nuestro lado signos de un estilo de vida y de nuestra fidelidad al Señor

Los pequeños detalles de amor a los que están a nuestro lado signos de un estilo de vida y de nuestra fidelidad al Señor

Romanos 16,3-9.16.22-27; Sal 144; Lucas 16,9-15
Jesús está rodeado de fariseos; entre todas aquellas gentes que le siguen, que van a escucharle, o que le llevan a sus enfermos para que Jesús los cure también hay fariseos. Quizá alguno con sinceridad, no vamos a negarlo porque tenemos el caso de Nicodemo, un magistrado judío, que va de noche a casa de Jesús porque quiere hablar con Él, pero sabemos bien que también había muchos que iban para acecharle, para ver lo que Jesús hacia o decía y ellos pasarlo por la criba de sus estrictos criterios para ver si Jesús hacía o decía algo contra la Ley. Nos lo repite muchas veces el evangelio que estaban al acecho.
Y hago referencia a que Jesús estaba rodeado de fariseos - además en el mismo texto aparecerá su presencia con la reacción a las palabras de Jesús - pero para constatar cuál era su manera de actuar. Minuciosos, como decían ellos, en el cumplimiento de la ley pero llenos de vanidades y superficialidad para simplemente aparentar que eran cumplidores pero saltándose el sentido más profundo de la ley del Señor. Como les echará en cara Jesús pagarán el diezmo por el comino y la hierbabuena olvidándose luego de lo más importante y profundo de la Ley. Por eso, como escuchamos en otras ocasiones, Jesús los llamará sepulcros blanqueados e hipócritas por su falsedad y por su vanidad.
Jesús les echa en cara su minuciosidad y sin embargo hoy escuchamos decir a Jesús que hay que ser fiel hasta en lo más pequeño y nos parezca menos importante. No hay contradicción. Una cosa es quedarnos en el cumplimiento de cosas superficiales por vanidad y ostentación y otra cosa es que no seamos fieles a lo que es la voluntad del Señor. La fidelidad se mantiene no solo en las cosas grandes, sino que se construye desde las cosas pequeñas de cada día. ‘El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras?’
Pero esa fidelidad está en saber valorar y saber poner en su sitio cada cosa. Por eso hablando del dinero nos dirá Jesús que no lo podemos convertir en un ídolo de nuestra vida. Y vaya que sí es una tentación que sufrimos todos. Por aquello de que en nuestras relaciones de intercambio entre unos y otros lo necesitamos, luego nos sentimos tan agobiados que terminamos convirtiéndonos en sus esclavos. Y es de lo que Jesús quiere prevenirnos.
‘Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero’. Así nos dice Jesús en este texto que tendríamos que meditar muy bien.
Pero por allá andan los fariseos ‘amigos del dinero’, como dice el evangelista, y se burlaban de Jesús. No quieren entender las palabras de Jesús. Siguen ellos con sus apariencias y superficialidades. Les cuesta ahondar de verdad en lo que verdaderamente es la voluntad de Dios para nuestra vida. De ahí la sentencia con que termina Jesús: ‘Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres, Dios la detesta’.
Cuidémonos de las apariencias que son una falsedad, una falta de autenticidad en la vida, pero cuidemos nuestra fidelidad de cada día a lo que es la voluntad del Señor. Esa fidelidad de las cosas pequeñas que no quedará sin recompensa, como nos dice Jesús que no quedará sin recompensa un vaso de agua que demos al sediento. Tenemos oportunidad de expresar esa fidelidad de los pequeños detalles en tantos gestos y signos de amor, por ejemplo, que cada día podemos tener con los demás. Y aquí podríamos pensar en tantas cosas que tendrían que convertirse en estilo de nuestra vida en el trato y en la relación con los demás. Tantos pequeños signos y detalles con los que podemos alegrar el corazón de los demás. 

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