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viernes, 6 de noviembre de 2015

Busquemos lo que verdaderamente es esencial para poder alcanzar la vida eterna que Jesús promete a los que son fieles

Busquemos lo que verdaderamente es esencial para poder alcanzar la vida eterna que Jesús promete a los que son fieles

Romanos 15,14-21; Sal 97; Lucas 16,1-8
‘Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz’. Así concluía Jesús la parábola dejándonos como resumen de su mensaje.
Efectivamente, qué hábiles somos para los negocios de este mundo. Se agudiza nuestro ingenio, buscamos tiempo donde lo haya, nos afanamos, andamos preocupados dándole vueltas a las cosas, pero queremos que todo nos salga bien. Si estamos emprendiendo negocios de los que queremos sacar nuestras ganancias buscamos quien nos asesore, analizamos bien las cosas porque no queremos perder. Si es en otras responsabilidades humanas que tengamos tratamos de aseguramos bien de lo que queremos y nos lo pensamos mucho. Hábiles en los negocios de este mundo, como nos decía Jesús. Y, por supuesto, hemos de reconocer que andemos con responsabilidad y nos aseguremos bien el fruto de nuestros trabajos.
Pero, ¿es en eso solo en lo que nos afanamos? ¿solo lo material es lo que cuenta? ¿nos importan solamente esas ganancias materiales o económicas, o de prestigio o influencia, o del poder que podamos alcanzar? ¿no habría algo más de lo que tendríamos que preocuparnos?
Creo que en el fondo la parábola que nos propone Jesús a eso nos quiere conducir, a que nos hagamos preguntas sobre cuestiones fundamentales de nuestra vida de lo que nos hemos de preocupar o por las que hemos de luchar también. No es solo lo material o lo que podamos palpar con nuestras manos de lo que hemos de preocuparnos. Como personas somos algo más. Como creyentes tendríamos que pensar en el negocio fundamental de nuestra vida que es nuestra salvación. De eso casi no queremos hablar, son cosas que parece que no interesan, aunque nos llamemos cristianos y decimos que tenemos fe.
Es la importancia que le hemos de dar al evangelio. Son las actitudes creyentes que hemos de mantener en nuestra vida. Es el lugar que Dios ocupa en nuestra existencia. Es la trascendencia que hemos de saberle dar a nuestra vida. Es la salvación que Jesús ha venido a ofrecernos y la vida eterna que El nos promete. Es el Reino nuevo de Dios que Jesús nos ha anunciado y que si decimos que seguimos a Jesús porque creemos en El, hemos de estar comprometidos en su construcción.
Cuando aquel hombre de la parábola vio que iba a ser relegado de la administración buscó lo que fuera para no quedarse sin nada en la nueva etapa de su vida que se abría ante él. No es que nosotros tengamos que obrar de forma injusta como quiso hacer aquel hombre para asegurarse su futuro, sino que hemos de saber buscar bien lo que verdaderamente es importante en nuestra vida por lo que tendríamos que ser capaces de dejarlo todo. Jesús nos propone una situación límite en el actuar injusto de aquel hombre incluso para hacernos recapacitar en cómo hemos de saber buscar lo que verdaderamente es importante en nuestra vida.
Aunque tengamos que hacer renuncias a muchas cosas, porque lo que importa es esa salvación eterna. Estos días hemos escuchado a Jesús que nos hablaba de negarse a si mismo, de poner en segundo término cosas incluso que son buenas, o de ser capaz de renunciar a los bienes materiales por alcanzar el tesoro del cielo.
Somos los hijos de la luz y esa luz siempre hemos de buscarla y mantenerla encendida en nuestra vida. Que no se nos apague nunca nuestra fe, que mantengamos viva la esperanza de vida eterna que el Señor nos promete.

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