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domingo, 18 de enero de 2015

Es necesario ponernos en camino de escucha y de búsqueda para luego hacer el anuncio de Jesús

Es necesario ponernos en camino de escucha y de búsqueda para luego hacer el anuncio de Jesús

1Samuel 3, 3b-10. 19; Sal 39, 2 y 4ab. 1. 8-9. 10; 1Corintios 6, 13c-15a. 17-20; Juan 1, 35-42
Escucha, búsqueda, anuncio, testimonio, llamada… son las primeras palabras que surgen tras la escucha de la Palabra de Dios de este domingo. Palabras que nos pueden parecer sencillas en su significado o en lo que en una primera impresión nos expresan, pero que pueden tener una hondura grande para nuestra vida.
Comenzamos por escuchar; algo más que oír. Estamos, por ejemplo oyendo el silbido del viento, pero no nos percatamos de ello hasta que en un momento de silencio de otras cosas lo escuchamos. Hay que prestar atención. Oímos muchas cosas que se nos dicen pero que luego olvidamos pronto, no han hecho mella en nosotros, no han dejado huella. Por eso es necesario escuchar, con atención, queriendo atender y entender la voz, lo que se nos dice. Porque podemos estar entretenidos en nuestras cosas, en nuestros pensamientos, en nuestras ideas y no nos enteramos de lo que se nos dice, de lo que sucede.
Tuvo que aprender a escuchar el niño Samuel. Oía una voz y en su infantil disponibilidad creía que era el sacerdote el que lo llamaba y allá corría para saber qué quería de él. Una y otra vez, hasta que el anciano sacerdote le enseñó a escuchar. ‘Si te llama alguien, responde: Habla, Señor, que tu siervo te escucha’. Aprendió a escuchar al Señor.
Los discípulos de Juan oyeron al Bautista que les señalaba a Jesús diciéndoles: ‘Este es el Cordero de Dios’. Y quisieron aprender a escuchar, porque se fueron tras Jesús. Comenzaba la búsqueda. Querían escuchar más que lo que lo que les decía el profeta. Querían saber de Jesús. ‘¿Qué buscáis?’, les pregunta Jesús. ‘Maestro, ¿dónde vives?’ La pregunta y la búsqueda era algo más que saber de una casa, de una habitación, de un lugar. Querían saber de Jesús, querían conocer a Jesús. ‘Venid y lo veréis’.
Se fueron con Jesús… y se quedaron con El. Buscaban y escuchaban, buscaban y llegaron a ver una vida. Escucharon y todo cambió en ellos. Una huella honda quedó marcada en sus vidas. Y comenzaron a anunciar, a dar testimonio ellos también. Eran testigos y aquello que habían visto, aquello que habían palpado porque lo habían vivido ya no lo podían callar. Veremos a Andrés ya al día siguiente a primera hora haciendo el anuncio a su hermano Simón. ‘Hemos encontrado el Mesías’. Y lo llevó a Jesús.
Se completa el recorrido. Se les había hecho un anuncio que ellos supieron escuchar. Juan había señalado a Jesús como  ‘el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo’. Pero aquello lo querían escuchar mucho más hondo por eso comenzaron a buscar a Jesús, se fueron con Jesús; preguntaban, buscaban, querían palpar hondamente con sus vidas.
Pero para eso es necesario que nosotros queramos abrir los oídos de nuestra alma, de nuestra vida. Hay ocasiones en que no queremos escuchar; en otras ocasiones hay cosas que nos distraen, los ruidos de la vida y no somos capaces de captar las verdaderas señales de la llamada; hay momentos en que parece que perdemos el rumbo, todo se nos vuelve oscuro, parece que no encontramos nada o se hace un silencio tan denso dentro de nosotros que no somos capaces de distinguir bien las llamadas.
Tenemos que aprender a entrar en la sintonía. La sintonía de Dios no es habitualmente como las sintonías que escuchamos en el mundo. Jesús se los llevó con El para que pudieran percibir bien esa sintonía. Pero ellos hubieran podido rechazar o prescindir de esa invitación porque no querían ir con quien no conocieran, o porque no quisieran comprometerse, o porque pretendieran que les trajeran las cosas hasta ellos. Para entrar en esa sintonía hay que disponerse a ponerse en camino; un camino que quizá signifique esfuerzo, superación, sacrificio, o dejar otras cosas atrás.
Aquellos discípulos se pusieron en camino de búsqueda y de escucha. Luego podrían dar testimonio, decir que habían encontrado al Mesías. ¿Hasta donde estamos dispuestos nosotros a ponernos en camino de escucha verdadera y de búsqueda?

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