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viernes, 23 de enero de 2015

Jesús llamó a los que quiso y por puro amor me sigue llamando a mí: gracias, Señor

Jesús llamó a los que quiso y por puro amor me sigue llamando a mí: gracias, Señor

Hebreos 8,6-13; Sal 84,8.10.11-12.13-14; Marcos 3,13-19
‘Jesús subió a la montaña, llamó a los que quiso, y se fueron con El’. Y a continuación el evangelista nos da la lista de los doce que fueron llamados.
Como en alguna ocasión hemos comentado, sorpresas de Jesús. ‘Llamó a los que quiso’. Pudieron ser otros los llamados. En unas votaciones vete a saber quienes iban a salir. Nosotros estando allí quizá hubiéramos hecho otra lista. Con lo que sabemos; con lo que fueron los resultados. Pero los caminos de Jesús son distintos. El amor de Jesús tiene otros parámetros lejos de lo que quizás pudieran ser nuestros intereses.
Nos ponemos a analizar la lista sabiendo lo que sabemos y allí estaban quienes iban a negar conocerle, los que en el momento de la prueba lo dejaron solo y huyeron para esconderse - con las puertas cerradas estarían por miedo en el cenáculo -, por allá había alguno que había sido un Celotes, algo así como un terrorista, otro había sido publicano que no era bien visto por la gente, algunos que no eran conocidos por nada, e incluso quien sabía que lo iba a traicionar.
No eran los méritos humanos de los elegidos o lo que pudieran o no pudieran hacer, sino sería la fuerza del amor lo que impulsaba a Jesús a escogerlos, a llamarlos para tenerlos con El. Así es el amor del Señor y así sigue siendo con nosotros. Nos tenemos que reconocer que tantas veces le hemos negado, porque muchos son nuestros pecados y siempre permanece fiel el amor del Señor. Como diría san Pablo nosotros no somos fieles, pero El siempre es fiel porque no puede negarse a sí mismo.
Creo que cuando contemplamos este momento en que Jesús elige a los doce apóstoles lo que tiene que surgir en nuestro interior es la humildad y la acción de gracias. Esa elección nos recuerda que también nosotros hemos sido elegidos, llamados.  Nuestra vida cristiana es una vocación, una llamada del Señor, una elección de amor que Dios ha hecho con nosotros. Una elección, simplemente por eso, por puro amor gratuito de Dios. Y tenemos que saber dar gracias por ese amor; y tenemos que aprender a dar respuesta a ese amor; y tenemos que reconocer que no siempre nuestra respuesta ha sido la mejor porque somos pecadores; y tenemos que ser humildes para reconocer nuestra vida; y tenemos que dar gracias porque el Señor sigue manteniendo su amor por nosotros.
Gracias, Señor, por tu amor. Tú sabes que soy pecador y que no siempre he sido todo lo fiel que tenía que ser, pero como Pedro te decimos, tú sabes que te amo, tú sabes que quiero poner de verdad amor en mi vida, tú sabes que lo eres todo para mi, y sin ti nada soy. Gracias, Señor, por tu amor. Que no me falte nunca tu amor.

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