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martes, 4 de febrero de 2014



Cercanía de Jesús, encuentro vivo con Jesús y en El por la fe encontraremos siempre vida

2Sam. 18, 9-10.14.24-25.30 - 19, 3; Sal. 85; Mc. 5, 21-43
Cercanía, encuentro personal, sufrimiento, dolor, enfermedad, muerte, vida, fe, confianza absoluta. Son casi como una lluvia de palabras a subrayar o de pensamientos que surgen al escuchar este texto del evangelio y que tanto podrán ayudarnos en nuestra vida. Fijémonos con detalle en el texto que se nos ha proclamado.
‘Jesús llegó de nuevo a la otra orilla y se le reunió mucha gente a su alrededor’. Hasta Jesús se acerca un hombre traspasado por el dolor pero con una confianza total en Jesús; era el jefe de la sinagoga, Jairo, que tenía una hija gravemente enferma. ‘Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva’, le suplica lleno de fe. ‘Y Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba’.
En medio de esa gente una mujer también con sus padecimientos pero con una confianza grande en la salud que podía encontrar en Jesús. ‘Pensaba que con solo tocarle el manto por detrás curaría’. Y así fue. Pero Jesús quiso tener un encuentro personal y directo. ‘¿Quién me ha tocado el manto?’ Por allá están los discípulos que no entienden la pregunta del maestro. ‘Ves como te apretuja la gente y preguntas ¿Quién me ha tocado?’ No eran solo los apretujones de la gente. Había sido algo distinto. ‘Jesús había notado que había salido fuerza de El… y la mujer se acerca asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado’. Ella ya se sentía curada, pero pensaba quizá que todo quedaría en el anonimato. Lo confesó todo, pero recibió la alabanza de Jesús. ‘Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud’.
Pero la escena continúa y para cuando llegan a casa del jefe de la sinagoga  la niña ya ha muerto. ‘¿Para qué molestar más al maestro?’ le anuncian a Jairo. Pero allí está  la palabra de Jesús para sostener la fe y la esperanza de aquel hombre. ‘No temas, le dice Jesús, basta que tengas fe’. Seguimos contemplando la cercanía de Jesús atento a las inquietudes y dudas que nos puedan surgir para ayudarnos a mantener siempre viva nuestra fe. Alabó la fe de aquella mujer que con tal confianza se había acercado a El esperando la salud y lo único que le pide ahora a Jairo es que mantenga viva esa fe, aunque pudieran aparecer los nubarrones de la muerte.
‘La niña no está muerta, está dormida’, le dice a los que ya lloran la muerte de la niña. No entienden sus palabras pero Jesús viene para despertarnos a la vida, para despertarnos a la fe que nos hará tener una nueva vida. Se acerca a la niña, acompañado solo de los padres y los tres discípulos a los que ha invitado a acompañarle, y la toma de la  mano. ‘Talitha qumi, le dice, contigo hablo, niña, levántate’. Y la niña se levantó ‘Y se quedaron viendo visiones’, dice el evangelista.
Cercanía de Jesús, encuentro vivo con Jesús y en El encontraremos siempre vida. Muchos serán los sufrimientos o mucha será el mal o la muerte que hemos dejado introducir en nuestra vida, pero si con fe nos acercamos a Jesús nos va a llenar siempre de vida. Nos podemos sentir temerosos o abrumados muchas veces a causa de ese mal y de ese pecado de nuestra vida, pero tiene que estar al mismo tiempo la confianza total en Jesús porque siempre sentiremos el calor de su amor. ‘Tu fe te ha curado’, le dijo a la mujer de las hemorragias; ‘basta que tengas fe’, le dice ahora a Jairo. Tratemos de escuchar sus palabras y sentiremos su amor que despierta nuestra confianza. Nos lo dice también a nosotros. Y nos llenaremos de vida; y llegará la salvación a nuestra vida.
Nos acercamos nosotros a Jesús, vamos como Jairo o como aquella mujer buscando la salud, deseando la salvación, pero es Jesús el que va a detenerse junto a nosotros para hacernos llegar su palabra, para afianzarnos fuertemente en nuestra fe, para tocar nuestra vida con su gracia y transformarnos totalmente llenándonos de vida nueva. Qué viva y qué intensa tiene que ser nuestra oración; con qué fe hemos de acudir a El; con qué seguridad nos sentimos que vamos a ser escuchados.
Demos gracias a Dios por nuestra fe, esa fe que nos salva y nos llena de vida.

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