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lunes, 3 de febrero de 2014



Anuncia los tuyos lo que el Señor ha hecho contigo

2Sam. 15, 13-14.30; 16, 5-13; Sal. 3; Mc. 5, 1-20
‘Vete a tu casa con los  tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo’. Aquel hombre al verse liberado del mal se quería ir con Jesús. No lo deja. Para él tiene otra misión. ‘Vete con los tuyos…’
Atravesando el lago habían llegado a la región de los Gerasenos. Aquella era propiamente una tierra de paganos; era la región limítrofe con Palestina, cerca de la llamada región de la Decápolis que eran realmente unas ciudades paganas. Hay un hombre poseído por un espíritu inmundo, muy violento tal como nos lo describe el evangelista; producía realmente terror a aquellas gentes por sus reacciones.
Los espíritus poseídos por el mal reconocen a Jesús y se enfrentan con El. Escuchamos el diálogo que sostiene con Jesús en que le da su nombre, Legión, porque eran muchos. Jesús expulsa aquellos espíritus malignos del alma de aquel hombre, que se metieron en los cerdos que acantilado abajo se arrojaron al lago. Los porquerizos llevan la noticia a las gentes del lugar y al venir y ver aquel hombre que ha sido curado, sin embargo le piden a Jesús que se vaya a otro lugar. Muchas consideraciones podríamos hacernos en este aspecto. Tampoco creen en Jesús y no aceptan que Jesús les anuncie la Buena Noticia.
Es cuando, al embarcarse Jesús de nuevo para regresar, el hombre curado le pide irse con Jesús, a lo que ya hemos escuchado la respuesta de Jesús. ‘Vete a tu casa con los  tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo’. Si aquella gente no había querido aceptar la Buena Nueva que Jesús quería anunciarles, Jesús le confía aquella tarea al hombre que había curado. ‘Anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo’. De alguna manera podríamos decir era una forma de agradecimiento y de respuesta a lo que el Señor había hecho con él.
Ojalá nosotros supiéramos captar este mensaje de Jesús. Cuántos dones y gracias recibimos del Señor continuamente. Pero, ¿seremos capaces de contar a los demás las maravillas que hace el Señor con nosotros? Quizá hasta nos puede suceder que estamos muy pronto para pedirle al Señor que nos ayude en medio de nuestros problemas, nuestras necesidades y, aún cuando sentimos palpable en nuestra vida esa ayuda y esa gracia del Señor, sin embargo algunas veces ni le damos gracias. Cuántas veces nos habrá pasado.
Es necesario saber reconocer esa gracia del Señor, reconocer esas maravillas que el Señor obra en nosotros cuando pone paz en nuestro corazón, cuando nos da fuerzas para seguir luchando frente a las dificultades que vamos encontrando en nuestra vida, cuando vemos palpable que aquello que le hemos pedido al Señor se ha ido realizando en nosotros. Recordemos la queja de Jesús cuando lo de los diez leprosos. Solo uno había vuelto hasta Jesús para reconocer que el Señor lo había curado y se postró ante él. Jesús se preguntará ‘¿No eran diez los leprosos? ¿los otros nueve donde están?’
Primero ese reconocimiento y acción de gracias; pero está también el compartir con los demás esas maravillas que Dios obra en nosotros. Eso es también evangelizar, anunciar la buena noticia de las maravillas de Dios, no como algo teórico que sabemos porque alguien nos haya dicho que sea así, sino porque quienes hemos experimentado en nosotros esas gracias del Señor las contamos de primera mano a los demás.
Estamos haciendo el anuncio de la Buena Nueva de la Salvación que se ha obrado en nosotros. No hablamos en teoría sino que hablamos desde la experiencia de lo que hemos vivido; estamos siendo en verdad unos testigos que damos testimonio de las obras del Señor. Es una forma de dar gloria al Señor. Como María también hemos de reconocer ‘el Señor ha hecho en mí maravillas’.

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