La esperanza puesta en las promesas tiene su cumplimiento fiel
Hechos, 13, 26-33; Sal. 2; Jn. 14, 1-6
La
esperanza puesta en las promesas tiene su cumplimiento fiel. La esperanza no
defrauda, como nos dirá en otro lugar la Escritura santa. Hay un anuncio y
promesa de salvación que Dios nos ha hecho desde el principio de la historia de
la salvación y que tiene su fiel cumplimiento en Cristo Jesús. El amor de Dios
es un amor fiel. La Alianza de amor que Dios nos ofrece es Alianza de fidelidad
por parte de Dios.
Es el
anuncio fundamental que hace Pablo en la sinagoga de Antioquía, como hoy hemos
escuchado. ‘Nosotros os anunciamos que la
promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a los hijos
resucitando a Jesús’. Hace el apóstol un recorrido por toda la historia de
la salvación del Antiguo Testamento -
parte del mismo fue el texto del jueves de esta cuarta semana de pascua que
ayer no pudimos escuchar por ser el día de los Apóstoles Felipe y Santiago - para
llegar al momento culminante de la resurrección de Jesús que es su principal
anuncio.
Estamos
siguiendo el recorrido del primer viaje apostólico de Pablo y Bernabé. Después
de haber predicado en Chipre saltan al continente por Perge, desde donde Juan
Marcos se regresa a Jerusalén, y hacen un largo recorrido para llegar a
Antioquía de Pisidia, donde se sitúa el texto de hoy.
En varios
momentos de esta parte del discurso de Pablo – después de su paso por Chipre ya
se le llamará Pablo siempre en lugar de Saulo – se hace mención a ese
cumplimiento de las Escrituras, como ya hacíamos referencia. ‘Cumplieron todo lo que estaba escrito de
El’, nos dice en referencia a toda la pasión y muerte de Jesús.
Es el
designio de Dios, un designio de salvación para nosotros que pasa por la pasión
y muerte de Jesús y su resurrección. No era solo la voluntad de los hombres,
sino era sobre todo el amor de Dios que quería ofrecernos una nueva vida,
quería ofrecernos la salvación. ‘No se haga mi voluntad sino la tuya’, había
orado Jesús en Getsemaní. Y así Jesús se entregó en la suprema entrega de amor
que fue su muerte en la cruz para nuestra salvación. Las promesas de salvación
de Dios tienen su cumplimiento. La esperanza está realizada y cumplida.
Todo esto
tiene que alentar nuestra fe y avivar nuestra esperanza en el día a día de
nuestra vida. El amor de Dios nunca nos fallará. Fallaremos nosotros porque no
siempre somos fieles y ahí está nuestro pecado para demostrarlo. Pero Dios es
fiel y siempre nos ofrece su salvación, su amor, su perdón, su gracia, su vida.
Habrá
momentos en nuestra vida que se nos
pueden hacer difíciles y costosos y pareciera que estamos llenos de tinieblas.
Sepamos abrir los ojos de la fe y sabremos descubrir que la luz del amor de
Dios no se apaga nunca. Y eso es lo que tiene que hacernos perseverar a pesar
de nuestra inconstancia y nuestra debilidad, a pesar de nuestros tropiezos y
nuestras marchas atrás en tantas ocasiones. Pero el amor del Señor estará
siempre a nuestro lado. Su presencia no nos faltará y nos dará continuamente su
gracia.
En ese
camino de alentar nuestra fe esperanza y nuestra confianza en Dios nos viene
bien escuchar lo que se nos ha proclamado hoy en el evangelio. ‘No perdáis la calma: creed en Dios y creed
también en mí’, nos dice Jesús. Y nos habla del cielo a donde nos quiere
llevar. ‘Me voy a prepararos sitio’, nos
dice, ‘volveré y os llevaré conmigo’.
Es nuestra meta definitiva. Sigamos su camino, ya que El nos está diciendo hoy
que es el Camino, y la Verdad, y la Vida. Vayamos de la mano de Jesús y
llegaremos a Dios, llegaremos a la visión de Dios, al cielo.
La esperanza puesta en las promesas tiene su
cumplimiento fiel. Jesús es garante de ello.
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