Vistas de página en total

martes, 17 de agosto de 2010

Quiero tener un corazón desprendido y generoso

Quiero tener un corazón desprendido y generoso

Quiero tener un corazón, Señor,
desprendido y generoso como el tuyo,
pero no siempre es fácil
porque son tantos los apegos
que nos atraen y nos atrapan.

Quiero seguirte, Señor, aunque me cueste,
porque lo eres todo para mi,
mi alegría y mi felicidad,
mi dicha y el sentido de mi vida.

Eres mi camino;
eres la verdad de mi vida.

Quiero hacerme como tú
que siendo rico te hiciste pobre,
siendo Dios quisiste hacerte pequeño
como nosotros, te hiciste hombre.

Nos hace falta disponibilidad y generosidad,
para desprendernos
de lo que somos y tenemos;
nos creemos tan importantes,
nos creemos que nos lo sabemos todo,
pero contemplándote a ti
vemos la nada que somos.

Nos cuesta entender
que los últimos serán los primeros
y los primeros los últimos
como tú nos enseñas,
a nosotros que nos gustan los pedestales,
mirar por encima a los demás,
que la gente nos admire
y nos tenga en cuenta,
que halaguen nuestro ego
y nos tengan por importantes.

Dame humildad, Señor,
para ver mi pequeñez;
hacerme pequeño
y hacerme el último
como lo hiciste tú.

Hazme comprender el sentido
de las cosas y de los bienes materiales
que tenemos en nuestras manos.

Hazme comprender el sentido de mi vida;
que sepa reconocer tus dones,
los talentos con que enriqueciste mi vida,
pero no me haga ni egoísta
que no me haga orgulloso.

Esos talentos no son sólo para mi,
sino que con ellos tengo que contribuir
al bien de mis hermanos,
a mejorar no sólo mi vida
sino también la de los que me rodean,
a hacer que nuestro mundo sea mejor,
que todos seamos más felices.

Tu eres mi riqueza y mi recompensa,
el tesoro escondido
que me espera en el cielo,
por el que tengo que saber dejarlo todo,
la vida eterna que es el premio
que me tienes reservado.

Que tenga la generosidad impulsiva de Pedro,
la disponibilidad pronta de Mateo,
el corazón generoso de los discípulos que te seguían,
para dejar las redes que nos envuelven,
los mostradores que nos separan,
las barreras que nos aíslan;
que supere las ambiciones de los primeros puestos,
que aprenda a ser el último
porque mi vida sea siempre servicio.

Dame un corazón generoso y humilde, Señor.
Eres tú el que vas a transformar mi corazón
con la fuerza de tu Espíritu.

No hay comentarios:

Publicar un comentario