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viernes, 20 de agosto de 2010

Dame la fuerza de tu Espíritu que renueve mi vida

Dame la fuerza de tu Espíritu que renueve mi vida

Al postrarme en tu presencia, Señor,
para adorarte
y hacerte la mejor ofrenda de mi amor,
quiero darte gracias
porque es eterna tu misericordia,
que tantas veces he sentido
tan palpable en mi vida.

Gracias, Señor,
por tu amor que me llena de vida
y me renueva constantemente.
Gracias, Señor,
por el regalo de tu Espíritu
que me permite sentir con mas fuerza
el gozo de tu amor.

Señor, yo creo,
pero aumenta mi fe,
te pido como el hombre del evangelio;
que no me falte nunca la fe en ti,
ayúdame a cuidarla
y crezca
como planta frondosa en mi vida
para que todo lo que haga,
lo que sienta o
lo que piense
siempre esté envuelto
por tu presencia misteriosa
pero llena de amor
y al final dé los frutos de vida eterna
que tú quieres regalarnos.

Que no se me apague mi esperanza,
pero caminaría
como sin rumbo ni orientación;
la esperanza pone
metas grandes en mi vida,
me da fuerzas para caminar
en medio de oscuridades y tormentas,
porque sé que siempre estás ahí,
en ti encontraré consuelo
para mis penas y dolores
y al final la recompensa por mis luchas
será tenerte a ti para siempre.
Si me faltara la esperanza
sería como aquel campo de huesos secos
del que nos habla la visión de Ezequiel;
derrama tu Espíritu me dé vida,
que me dé un corazón nuevo
y una vida nueva y renovada.

Que nunca pierda la esperanza,
que nunca sea ese hueso seco y sin vida;
que me llene siempre de tu Espíritu de amor;
ese Espíritu
que nos hace renacer a nueva vida,
que nos llena de resurrección,
que nos hace sentirnos hombres nuevos.

Que con la fuerza de tu Espíritu
nunca deje introducir en mi vida
las sombras y tinieblas del pecado;
sería la muerte peor;
la lucha no siempre es fácil
porque son fuertes las tentaciones
con las que el enemigo malo nos acosa,
por eso te pedimos una y otra vez,
no nos dejes caer en la tentación,
líbranos del mal;
líbranos de ese mal
que se nos va introduciendo en nuestra vida
y nos ciega
para no saber distinguir lo bueno de lo malo;
líbranos de esas confusiones
que se crean en nuestro corazón;
líbranos de la dudas
y danos la seguridad de la fe en ti;
líbranos de tantas cosas que nos perturban
y nos hacen tambalearnos en el camino de la vida
con muchas inseguridades.

Que no perdamos nunca la paz,
la paz que tú nos das,
la paz de la seguridad que nos da
el tenerte siempre a nuestro lado,
la paz que nace de la fuerza del Espíritu
allá en lo más hondo de nuestro corazón.

Te damos gracias, Señor,
porque es eterna tu misericordia.

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