La
gente buscaba a Jesús pero El se pone en camino y nos envía también a nosotros
para un anuncio nuevo, el Reino de Dios del que tenemos que dar señales
1Corintios 3, 1-9; Salmo 32; Lucas 4, 38-44
La gente andaba buscando a Jesús, nos
dice el evangelista. ¿También nosotros andamos buscando? Pero ¿qué buscamos?
¿Quién nos resuelva nuestros problemas?
¿Tener una vida mejor? Seguramente mirando a nuestro mundo con los problemas
que cada día nos vamos encontrando – ¿los vamos encontrando quizás porque también
andamos buscando algo? – queremos que se acaben las guerras, que no haya tanta
pobreza, que seamos capaces un día de entendernos y no andemos en todos los ámbitos y escalas
de la sociedad echándonos la zancadilla o haciéndonos la guerra los unos a los
otros. Hay muchas cosas de las que nos sentimos insatisfechos y queremos y
buscamos que las cosas sean de otra manera; pensemos, por ejemplo, en la crispación
en que se vive en nuestra sociedad en que no sabemos llegar a un acuerdo que de
pie a solucionar tantos problemas.
Buscamos, es cierto, de alguna manera
una salvación, aunque no siempre estemos de acuerdo en quien es de verdad
nuestro salvador. Algunas veces en nuestras búsquedas nos quedamos en algo
primordial como pueda ser la salud o que tengamos suerte en la vida, pero en el
fondo sabemos que es algo más lo que necesitamos aunque no siempre lo tengamos
del todo claro.
Sí, nos dice el evangelio hoy, que la
gente buscaba a Jesús. Después de salir de la sinagoga donde vieron aquel signo
que Jesús allí realizaba con la liberación de aquel endemoniado, como ellos lo
llamaban aunque nosotros pudiéramos pensar en algún tipo de enfermedad epiléptica,
al caer la tarde – cuando se acabó el descanso del sábado – vinieron a la
puerta de la casa de Pedro con todo tipo de dolencias y enfermedades para que
Jesús los curara, enterados quizás de cómo había curado a la suegra de Pedro.
Pero nos sigue diciendo el evangelio
que a la mañana siguiente cuando quisieron buscar de nuevo a Jesús – en aquel
primer día de la semana, que tantas veces aparecerá significativamente en el
evangelio – se había ido al descampado, donde se había pasado la noche orando. ‘Todo
el mundo te busca’, le dicen a Jesús, y no quieren que los abandone, pero
Jesús les dice que ese mismo anuncio tiene que seguirlo haciendo en otras
ciudades y lugares.
¿Una manera de decirnos que tenemos que
ponernos en camino? Ahora será Jesús, siguiéndole ya algunos primeros discípulos,
el que se pondrá a recorrer aquellas aldeas y pueblos de Galilea para seguir haciendo
el anuncio del Reino de Dios. No tardaremos en escuchar en el evangelio cómo
Jesús hará poner en camino y enviará a aquellos primeros discípulos para que
vayan también a hacer ese anuncio. También hay otros pueblos que buscan, y si
acaso no buscan es porque no conocen, luego hay que ir a hacerles el anuncio.
Todo esto nos tiene que hacer pensar.
Pensar en nuestras búsquedas y si detrás de todo ello está nuestra búsqueda de
Jesús. Pero ¿qué buscamos o por qué buscamos? Eso tiene que ser también otra cosa
que hemos de tener muy clara. Sí, miramos nuestras enfermedades y nuestras
necesidades, ¿cuál será el signo que nosotros necesitemos en nuestra vida para
reconocer lo que en verdad Jesús en su evangelio viene a ofrecernos y que
nosotros hemos de vivir? ¿Qué va a significar la fe que tenemos en Jesús en relación
a todos esos problemas que tenemos en la vida y para los que queremos una
solución?
Si escucháramos de verdad el evangelio,
sin prejuicios ni ideas preconcebidas, nos daríamos cuenta que siguiendo las
pautas que Jesús nos va trazando en verdad haríamos un mundo mejor, de mayor
paz y de mejor entendimiento, de más solidaridad y de mejores valores para las
relaciones entre los unos y los otros, de mayor autenticidad y de menos
vanidades y orgullos que a nada nos llevan, de más unidad y de mayor compromiso
por hacer las cosas mejor.
Son los valores del Reino de Dios que
Jesús nos anuncia y que quiere que nosotros seamos capaces de construir. Por
eso nos pone en camino también, no solo para que digamos bonitas palabras sino
para que manifestemos los verdaderos signos del Reino de Dios a través de
estilo nuevo de vivir que de El hemos aprendido.
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