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sábado, 6 de enero de 2024

La Epifanía es el regalo del amor de Dios lo que se nos ofrece en Jesús, pero ha de ser también la ofrenda y el regalo que nosotros en los demás queremos ofrecer a Dios

 


La Epifanía es el regalo del amor de Dios lo que se nos ofrece en Jesús, pero ha de ser también la ofrenda y el regalo que nosotros en los demás queremos ofrecer a Dios

Isaías 60, 1-6; Sal 71; Efesios 3, 2-3a. 5-6; Mateo 2, 1-12

¿Buscar siguiendo los rastros de una estrella? ¿Buscar un mundo desconocido más allá de las estrellas? ¿Buscar algo nuevo y distinto que nos dé nueva ilusión y esperanza? ¿Qué hay más allá? Quizás de niño nos preguntábamos que había más allá de las montañas que veíamos en horizonte, qué había después del mar tan inmenso que veíamos delante. No es cosa baladí. Siempre el hombre, la humanidad ha estado en búsqueda que no solo es lo que pueda haber tras las montañas, aunque eso haya despertado le entusiasmo de conquistadores o de buscadores de otros mundos.

Ahí tenemos la historia de la humanidad. Pero esa historia de la humanidad nos habla también de otras búsquedas, de nuevos pensamientos, de nuevas maneras de ver las cosas, de un sentido a lo que vemos, a lo que vivimos, a lo que nos sucede. Y surge una filosofía, una manera de entender las cosas, una cultura que se va forjando desde esa búsqueda que se hace belleza y arte, que se hace en ocasiones guerrera, que siempre abre a nuevos horizontes, que nos eleva también a estadios superiores, que se convierte en búsqueda espiritual.

¿Seguimos buscando? Tenemos que decir que sí, es el crecimiento de la vida, es la inquietud que siempre tenemos en el corazón, es el deseo de encuentros que nos hagan más felices, son los sueños que todos tenemos dentro y que a veces no sabemos cómo desarrollar, es esa lucha por la vida que en ocasiones se nos vuelve dura, son esos caminos que todos recorremos y que en ocasiones se vuelven enmarañados por los problemas, por las dificultades, por las ansias que tenemos de algo superior que no siempre encontramos, por esos deseos de felicidad que muchas veces no sabemos como realizarlos.

¿Seremos perseverantes en ese camino de búsqueda? ¿Sentiremos en ocasiones el desaliento y el desencanto porque no encontramos tan pronto lo que buscamos? ¿Nos aburre la vida por tanta lucha muchas veces, nos parece, sin resultados? ¿Dónde encontrar fuerza para seguir esa lucha y esa búsqueda? ¿Encontraremos en algún momento un rayo de luz que nos llene de esperanza? ¿Nos sucederá que algunas veces los que van a nuestro lado nos confunden, quizás o desde sus intereses, o desde su propia desorientación?

Muchas preguntas me estoy haciendo hoy por lo que es la vida, lo que es el camino que recorremos todos de una manera o de otra. Es en lo que me hace pensar el escenario que hoy contemplamos. Unos magos de oriente que han visto una nueva estrella en el firmamento, y sin saber bien lo que puede significar, sin embargo se ponen en camino. En la imagen geográfica incluso que podemos tener del relato del evangelio, el camino tenía que haber sido largo y dificultoso para atravesar desiertos y montañas hasta llegar a Jerusalén.

Por lo que ellos intuyen es el signo de un nuevo rey que ha nacido. En la antigüedad todos los grandes personajes de la historia tenían su estrella. Y en Jerusalén preguntan y se crea un sobresalto que moviliza a Herodes y a los sacerdotes y escribas del templo. Las respuestas que les van dando los dirigen a Belén, aunque el aviso por parte de algunos – Herodes en este caso – era bien interesado.

¿No puede ser imagen todo esto de lo que nos decíamos antes de nuestras vidas de búsquedas que también se hacían largas y dificultosas? ¿Nos estará queriendo decir algo para esa vida nuestra de cada día este episodio que hoy contemplamos en el Evangelio? Quizá tendríamos que preguntarnos también por nuestra perseverancia en esas búsquedas, por los medios en los que busquemos esas respuestas que queremos darle a nuestra vida.

Finalmente aquella estrella les condujo a Belén y allí encontraron a aquel niño al que ofrecieron sus dones de oro, incienso y mirra. Encontraron un niño con su madre, encontraron a Jesús, pero allí se estaban encontrando con un misterio inmenso, porque veían a un rey, pero veían a un Dios, y al mismo tiempo se habían encontrado con un hombre. Y ante el misterio se postraron y adoraron. Ellos eran unos sabios – es el sentido de la palabra ‘mago’ – pero tuvieron la humildad de postrarse ante lo nuevo que se les revelaba porque los estaba haciendo encontrarse con Dios.

¿Llegaremos nosotros también a encontrarnos con Dios en esa búsqueda que vamos haciendo en el recorrido de nuestra vida? Ojalá tuviéramos también la humildad para postrarnos y para adorar, para saber bajarnos de las alturas en que a veces nos queremos poner y encontrar en la pequeñez de un niño, encontrar en aquello que nos parece demasiado humilde y pequeño esa luz que necesitamos para nuestra vida.

Es encontrarnos con la Estrella, es encontrarnos con el Sol que nos viene de lo alto, es encontrarnos con la Luz porque en Jesús nos encontramos con Dios. Ahí está la verdadera sabiduría, ahí está la luz de nuestra vida que nos da profundo sentido, ahí está la verdadera riqueza de nuestra existencia cuando en lo pequeño del hermano que camino a nuestro lado nosotros somos capaces de ver a Dios. Dios quiere llegar de tantas maneras a nuestra vida, pero también nos ha dicho que cuanto hiciéramos al otro, al pobre, al hambriento, al enfermo o al que es menos considerado a El se lo estábamos haciendo. Ya sabemos pues donde tenemos que ir a adorar y a presentar nuestras ofrendas y regalos.

Es el regalo de Dios lo que se nos ofrece en Jesús que es todo un regalo de amor, pero será también la ofrenda y el regalo que nosotros en los demás queremos ofrecer a Dios. ¿A quien vas a hacer más feliz hoy por un gesto o un detalle especial de amor que vas a ofrecer? Puedes mirar cerca, a los tuyos, a los que están en tu entorno, o puedes dirigir la mirada un poco más donde están los que nunca reciben una sonrisa de nadie.

Sigamos en ese camino de búsqueda hasta que encontremos esa luz en los ojos de alguien que llene de dicha tu corazón.

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