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sábado, 11 de noviembre de 2023

Saber ser fieles y leales, buenos administradores de la vida, para saber encontrar lo que verdaderamente nos da sentido y nos engrandece dándole a cada cosa su valor

 


Saber ser fieles y leales, buenos administradores de la vida, para saber encontrar lo que verdaderamente nos da sentido y nos engrandece dándole a cada cosa su valor

Romanos 16,3-9.16.22-27; Sal 144; Lucas 16,9-15

En el mundo de locas carreras en que vivimos y también tan competitivo, que confieso me parece una exageración el que vivamos siempre en pura competencia, y que no es realmente destacar lo que es mejor sino mas bien muchas veces con qué mayor fuerza nos presentamos que nos hace entrar en espirales violentos que a nada llevan, sabemos también cómo en muchas ocasiones se pone a prueba al aspirante a una responsabilidad poniéndolo en situaciones embarazosas a ver si saber salir del atolladero. No sé si será muy leal el poner a las personas en situaciones embarazosas, pero creo que tenemos que estar entrenados, por así decirlo, para afrontar cualquier situación, no perder los estribos, ni perder lo que es el sentido que le hemos querido dar a la vida.

La vida es complicada tenemos que reconocer. En la vida nos veremos envueltos en diversidad de situaciones donde tenemos que responder desde ese sentido que querido darle a la vida. Hoy Jesús nos está hablando de alguna de esas situaciones, por así decirlo, que nos puedan dar la imagen de contradicción en nuestra vida. Jesús ha venido hablándonos en el evangelio de unos valores por los que merece la pena luchar y que son los que nos dan altura y grandeza en nuestra vida. Nos previene Jesús, con las parábolas que hemos venido escuchando, para que no nos dejemos esclavizar por lo material y no lleguemos a convertir el dinero o las riquezas lo más importante para nuestra vida, de manera que incluso vivamos a él esclavizados.

Pero la realidad es que esos medios materiales necesitamos usarlos, porque serán los medios para adquirir aquello que necesitamos, será el pago material de nuestros trabajos y desempeño de responsabilidades, y ahí por medio estará siempre el brillo del oro o el brillo de las monedas que tanto nos atrae y nos puede tentar a la avaricia y a la codicia. Ya nos previene Jesús en distintos momentos del evangelio. Y ya hemos reflexionado también cómo en ese trabajo incluso material que realicemos siempre tendremos la oportunidad de darle un sentido y convertirlo en un bien no solo para nosotros mismos sino para los demás.

Por eso Jesús nos está enseñando cómo tenemos que saber ser fieles también  en esos viles metales que nos pueden tentar a la codicia y la avaricia, como decíamos. ‘Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, nos dice Jesús, ¿Quién nos confiará cosas más importantes?' Hemos hablado muchas veces de la fidelidad en las cosas pequeñas, y es cierto, que quien no sabe ser fiel en lo poco, no lo será luego en lo mucho. Pero esa fidelidad nos tendrá que llevar a la sabia administración de lo que tenemos en nuestras manos, también en esos bienes materiales, en esas riquezas que podamos obtener como fruto de nuestros trabajos y de las que podamos también disfrutar.

Quien transita por un camino de tierra, sabe bien que sus pies se pueden llenar del polvo del camino; tendrá que saber sacudirse los pies en el momento oportuno para despojarse de ese polvo y de esa suciedad que se pueda acumular en su cuerpo. Andamos con nuestras manos metidas en ese material de la vida, porque es por el mundo por el que tenemos que transitar; peligro tenemos de que se embarren nuestros pies, de que se embarre nuestra vida, pero tenemos que saber sacudirnos para que nuestra vida no se enturbie, para que no se nos apegue el corazón, para que no nos dejemos confundir por esos brillos que al final serán solamente como oropeles.

Tenemos que saber ser fieles y leales. Tenemos que saber ser buenos administradores de la vida. Tenemos que saber encontrar lo que verdaderamente nos da sentido y nos engrandece. Tenemos que aprender a darle a cada cosa su valor. Tenemos que saber liberarnos para no caer en esas redes tan sutiles en sus apariencias de necesidad, pero que al final terminan esclavizándonos.

Algunos no lo entenderán, harán chance de nuestro sentido de vida, y de las cosas que nosotros en verdad valoramos; pero ahí tiene que manifestarse nuestra fidelidad y nuestra lealtad. Dice el evangelio que los fariseos que eran amantes del dinero estaban al acecho y se reían de las cosas que decía Jesús. Pero Jesús les hace que se miren el corazón, para encontrar lo que verdaderamente es afecto a Dios, es querido por Dios.

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