Ante
los sufrimientos que constatamos que hay en el corazón de los hombres y mujeres
de nuestro tiempo cuánto tenemos que curar en el nombre de Jesús
Juan 3, 22 – 4, 6; Sal 2; Mateo 4, 12-17.
23-25
Igual cuando nos ponemos a pensar en
los tiempos que vivimos nos decimos que vivimos tiempos oscuros; y no es porque
vivamos con pesimismo, dentro de mi siempre quisiera tener un espíritu
optimista y positivo, pero cuando observamos la realidad de la vida es cierto
que de alguna manera nos oscurecemos. Una guerra que nos ha llegado en las
puertas de Europa cuando pensábamos que en estas latitudes eran cosas
superadas, unos tiempos duros de pandemia que hemos pasado y que aun no vemos
salida por sus continuos rebrotes, el ambiente de crispación social que se vive,
que por cualquier cosa salta la chispa y surge la violencia en nuestras calles,
la vida económica que no termina de despegar y no vemos unos dirigentes que nos
puedan llevar a buen puerto, y así tantas cosas que si descendemos a la vida de
cada día en nuestro entorno se multiplican más y más.
¿Dónde encontramos quien nos saque de
este atolladero? ¿Dónde podemos ver una luz que se encienda para la esperanza? Todo
eso que hemos ido describiendo produce mucha desazón en los corazones. Hay inquietud
en tantos corazones, hay tristeza aunque tratemos de acallarla o disimularla
con nuestras fiestas, hay desánimo porque la lucha se nos hace dura. Terminamos
diciéndonos que estamos en tiempos oscuros.
Es necesario detenernos de vez en
cuando en ver nuestra realidad aunque eso nos amargue un poco el corazón,
porque también tenemos que seguir buscando fuerza en nuestro interior para
poner esperanza en el camino, o tenemos que pedir esa fuerza que necesitamos de
lo Alto que mueva nuestros corazones, nos mueva todos por luchar de verdad y
sin cansarnos para salir de estas oscuridades, porque tenemos que buscar ese
salvador de nuestra vida que sea nuestra luz, nuestra fuerza, nuestro sentido
en los momentos en que vivimos.
Como creyentes que somos tenemos que
pensar en lo que tendríamos que hacer, en donde vamos a buscar esa luz y esa
fuerza. Como creyentes y cristianos también tenemos un compromiso. Como creyentes
y cristianos también tenemos que saber acudir al evangelio que sigue siendo
buena nueva de salvación para el hoy de nuestra vida. Aquella buena nueva de Jesús,
aquel anuncio que hacía Jesús en aquel momento del Reino de Dios que llegaba,
es también anuncio que ahora tenemos que escuchar.
El evangelio nos dice hoy que la aparición
de Jesús por aquellos lugares de Galilea anunciando el Reino de Dios fue como
una luz que comenzaba a brillar en las tinieblas, y el evangelista nos recuerda
los anuncios antiguos de los profetas que entonces comenzaban a tener cumplimiento. También vivían tiempos oscuros y difíciles. Y eso es lo que hoy nosotros también necesitamos escuchar, para que nos
aparezca ese rayo de luz que disipe tinieblas, que levante esperanzas, que nos
haga ponernos en camino de hacer en verdad ese mundo nuevo y mejor.
¿Qué tenemos que hacer? no tenemos otra
cosa que hacer que lo mismo que hizo Jesús. Nuestra vida tiene que dar signos
de ese Reino de Dios que se nos anuncia. Los mismos signos de Jesús tenemos que
dar nosotros. Anunciaba Jesús la Palabra y aquella Palabra que anunciaba
despertaba esperanza; hacía el anuncio del Reino de Dios pero lo mostraba también
con signos. ‘Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas,
proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en
el pueblo’.
Son los signos que también nosotros
tenemos que mostrar ante los sufrimientos que constatamos que hay en el corazón
de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Cuánto tenemos que curar. Cuantas angustias
llenan el corazón de las personas que están a nuestro alrededor, cuántas penas
y desesperanzas, cuántas amarguras y desilusiones, cuantos corazones doloridos
porque hay muchas cosas que los hacen sufrir. Tenemos que curar, tenemos que
llevar paz, tenemos que despertar a la vida, tenemos que abrir caminos, tenemos
que saber acompañar y estar, tenemos que ir poniendo nuevas sonrisas en el corazón.
Son muchas las cosas que podemos y
tenemos que realizar. Grande es nuestra tarea. Pero sabemos que Jesús con
nosotros está, que no nos faltará la fuerza de su espíritu. Pongámonos en
camino de llevar una nueva luz a nuestro mundo.
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