Qué
buscamos muchas veces cuando también nosotros nos ponemos en camino, cuando nos
acercamos a algo o alguien, vayamos tras Jesús y encontraremos respuesta
1Juan 3, 7-10; Sal 97; Juan 1, 35-42
Cuando
entramos en comunicación con alguien del que poco sabemos y con el que vemos la
posibilidad de entrar en amistad suelen ser las diversas preguntas que se
cruzan entre una y otra parte en ese deseo y curiosidad, por qué no decirlo, de
conocer, de saber del otro. ¿De dónde eres? Es una de las preguntas que siempre
está a mano, puede o no marcar la diferencia y las características de la
persona, porque en fin de cuentas somos hijos de nuestro pueblo, pero de alguna
manera es un dato que queremos conocer.
No iban ser
menos aquellos dos discípulos de Juan que se fueron tras Jesús cuando Juan lo
señala como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El interés
que ahora muestran por Jesús lleva algo hondo en sus espíritus, pues no en vano
habían venido a escuchar a Juan, en la orilla del Jordán, porque inquietud
había en sus corazones ante la palabra que Juan pronunciaba. Tras lo que señala
Juan quieren conocer algo más, quieren saber más, por eso en su inquietud se
van tras Jesús y surge la tan socorrida pregunta.
Claro que
entonces la pregunta había ido precedida por otra de no menor calado. Cuando
Jesús siente que hay quien le sigue de cerca, aunque aun no se atreven a
acercarse del todo y entablar alguna conversación, es el que volviéndose a
ellos les pregunta. ‘¿Qué buscáis?’
Qué buscamos
muchas veces cuando también nosotros nos ponemos en camino, cuando nos
acercamos a algo o alguien, cuando nos ponemos a dar vueltas y vueltas y ya no
se trata solo de caminos por algunos lugares, sino más bien muchas veces dentro
de nosotros porque hay algo que nos inquieta, algo que nos llama la atención,
algo que nos hace hacernos preguntas, algo que nos hace quedarnos como
extasiados por tantas vueltas que le damos a las cosas en la cabeza que al
final no sabemos ni donde estamos.
Nos hacemos
preguntas, porque buscamos un sentido para las cosas que suceden; nos hacemos
preguntas porque parece en ocasiones que andamos desorientados; nos hacemos
preguntas, porque hay cosas que nos llegan al corazón, o que surgen desde
lo hondo del corazón sin saber por qué;
nos hacemos preguntas, porque la actitud, el compromiso, la dedicación y
entusiasmo de alguien cercano a nosotros nos hace sentirnos contradictorios
dentro de nosotros mismos que nos parece que no seriamos capaces de hacer lo
mismo o nos hace preguntarnos si nosotros somos capaces de hacer lo mismo; nos
hacemos preguntas… ¿qué buscamos?
Son
importantes en la vida esas preguntas y no tenemos que rehuirlas, aunque a
veces nos dé miedo el compromiso al que nos podría llevar su respuesta. Está
por medio el sentido de una vida, está por medio una llamada y una vocación que
podemos sentir, está por medio lo que nosotros queremos hacer con la vida, está
por medio ese mundo que también parece que nos está llamando, un mundo que nos
puede arrastrar por derroteros de rutina o de simplemente ‘vivir la vida’ como
tantos en el mundo sin mayor preocupación, o nos está llamando porque sentimos
que hay algo nuevo que nosotros podemos construir en él.
Jesús les
preguntaba qué es lo que buscaban y ellos como a tropezones o mordiéndose la
lengua porque no sabían qué decir, simplemente le preguntan de donde es, donde
vive. Realmente es mucho más la pregunta que ellos quieren hacer a Jesús pero
como nos sucede tantas veces no sabemos ni qué decir, ni qué es lo que
realmente buscamos, qué es lo que queremos.
La respuesta
de Jesús es sencilla. ‘Venid y lo veréis’. Y se fueron con El y con El
estuvieron aquel día o aquella tarde. Más tarde siempre recordarán que sería
como las cuatro de la tarde la hora de aquel encuentro que tan decisivo iba a
ser en sus vidas. Ahora ellos buscan y quieren saber donde vive Jesús, o algo
más de la vida de Jesús, pero será un día Jesús el que los llame y los invite a
seguirle. Ellos entonces no tuvieron miedo, estarían temerosos como es normal,
pero tomaron la decisión de ir con Jesús para ver donde vivía, para ver cómo
vivía. Andrés ya podría más tarde decirle a su hermano Simón que habían
encontrado al Mesías.
Y nosotros, ¿qué preguntamos? ¿Qué buscamos? ¿Estaríamos dispuestos a irnos con Jesús?
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