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sábado, 6 de noviembre de 2021

Una vida que vamos construyendo en esas pequeñas cosas de cada momento, como un mosaico realizado de pequeñas piezas pero cuando vemos el conjunto admiraremos su belleza

 


Una vida que vamos construyendo en esas pequeñas cosas de cada momento, como un mosaico realizado de pequeñas piezas pero cuando vemos el conjunto admiraremos su belleza

 Romanos 16,3-9.16.22-27; Sal 144; Lucas 16,9-15

Eso no tiene importancia, total es una cosa tan pequeña… habremos dicho en alguna ocasión o nos habrá dicho algo cuando nos ha visto preocupados por algo que pudiera parecer insignificante. Pero la playa está hecha de minúsculas arenas y si las descartamos a todas por parecernos tan insignificantes nos quedaríamos sin playa. Pudiera parecer una exageración pero si nos ponemos a pensar un poquito encontramos la razón. La vida está hecha de pequeños momentos, de pequeños gestos; la vida no son solo los momentos grandiosos y espectaculares, sino que está en el día a día y el día a día lo vivimos desde esas pequeñas cosas que tenemos que realizar o con las que nos encontramos.

Algunas veces quizás nos cuesta más realizar esas pequeñas cosas que las que nos parecen grandes; depende de la ilusión que vayamos poniendo en la vida y en lo que hacemos, y si nos damos cuenta de que las grandes obras se realizan a partir de pequeñas cosas. Por otra parte cuando se trata de superarnos y crecer para ser alguien en la vida, pensamos que cuando lleguen esos momentos importantes sabremos dar el callo, pero si no nos hemos entrenado en esas pequeñas cosas no sabremos hacer las grandes, si no hemos tenido la valentía de superarnos en pequeñas cosas que nos costaba realizar, cuando venga lo que es más difícil y costoso no seremos capaces de realizarlo.

Hoy nos lo dice Jesús. ‘El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto’. Nos está hablando en este caso del valor de las cosas materiales, del valor de las riquezas. Esos medios materiales que tenemos que usar en la vida, porque es el intercambio de las cosas, es lo que nos va haciendo vivir materialmente, por así decirlo, mejor o al menos para tener una subsistencia digna.

Quizás la necesidad que tenemos de usar esos medios, porque así además nos hemos construido la sociedad y las relaciones entre unos y otros, pudiera llevarnos a darle una importancia absoluta a la posesión de esos medios; es de lo que nos quiere prevenir Jesús, no podemos convertirlos en centro y motivo de nuestra existencia, aunque tengamos que trabajar para obtenerlos porque en ello está una garantía de nuestra subsistencia. Y es ahí en esas cosas donde hemos de saber mantener nuestra fidelidad en el buen uso que hagamos de esos bienes materiales, que nunca podremos convertir en dioses de nuestra vida.

Porque ese es el peligro. Por eso nos dirá tajantemente que no podemos servir a Dios y al dinero. ‘Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero’. Nos previene contra la codicia, como ya en otros momentos del evangelio nos repetirá. Ese afán de tener y de poseer que nos ciega y que nos esclaviza. Recordamos aquella parábola del hombre que obtuvo una gran cosecha de manera que tuvo incluso que hacer más grandes sus graneros y bodegas, y ya pensaba que podía vivir feliz para siempre porque poseía todas las riquezas, pero aquella noche murió. ¿De qué le sirvió todo aquello que poseía y que él creía que ya era su felicidad total?

Aprendamos a manejar todas esas cosas incluso de índole material de las que tenemos que valernos en la vida – porque además ahí manifestamos donde está nuestra responsabilidad – y aprenderemos a manejarnos a nosotros mismos; y cuando digo manejarnos a nosotros mismos quiero decir cómo tenemos que saber buscar en la vida lo que engrandece a la persona, lo que nos lleva a vivir con mayor dignidad, a mostrar la verdadera madurez que llevamos en el corazón.

Una vida que vamos construyendo día a día, minuto a minuto en esas pequeñas cosas que en cada momento vamos realizando. Como un mosaico realizado de pequeñas piezas pero cuando vemos el conjunto admiraremos su belleza. Una vida que no está hecha sólo de cosas materiales sino que hay algo dentro de nosotros que nos trasciende y que nos eleva, que le da una verdadera espiritualidad a nuestra vida haciendo resplandecer los verdaderos valores espirituales de la persona.

Una vida que se llena de esperanza y se abre a la eternidad, una vida que tiene que abrirse de verdad a Dios. El es el único Señor de nuestra vida, quien llena de sentido nuestra existencia y nos inunda de plenitud.

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