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martes, 12 de marzo de 2019

La oración ha de ser un gozo hondo, una necesidad para nuestra vida, algo de lo que no podremos prescindir porque no podemos prescindir del amor que Dios Padre nos tiene


La oración ha de ser un gozo hondo, una necesidad para nuestra vida, algo de lo que no podremos prescindir porque no podemos prescindir del amor que Dios Padre nos tiene

Isaías 55,10-11; Sal 33; Mateo 6,7-15

No sabemos orar, decimos quizá muchas veces, me aburro repitiendo oraciones, no sé qué decir ni qué pedir, son expresiones o pensamientos que nos vienen a la mente muchas veces. Y decimos que no rezamos porque no sabemos y nos vamos enfriando en ese espíritu de oración, porque quizá pensamos que rezar a Dios es pedir simplemente por nuestras necesidades o por los problemas que estamos pasando y no sabemos bien cómo hacerlo.
Se me ocurre pensar cuando alguien nos pide que recemos por él, ¿qué es lo que realmente nos está pidiendo? ¿o qué es lo que quiere que nosotros le pidamos al Señor por él? Quizá tiene problemas y no sabe como salir de ellos, quizá está pasando por unos momentos de necesidad, puede estar enfermo él o uno de sus seres queridos, y lo que quiere es que el Señor le ayude en esas situaciones, que su ser querido enfermo se cure, o que encuentre remedio para aquella necesidad, y quizá nosotros pensamos en esas cosas que le pueden estar pasando a nuestro amigo en la presencia de Señor, o rezamos algunas de las oraciones que nos sabemos de memoria, repitiéndola quizá muchas veces.
¿Así ha de ser nuestra oración? ¿Eso es oración? No podemos decir que no sea oración porque cada uno le habla o le pide a Dios como sepa hacerlo o de la forma que se le ocurra, pero quizás necesitamos reflexionar un poco más para encontrar un sentido más profundo a nuestra oración.
Pero puedo pensar también cuando voy a hablar con mi padre, ¿cómo lo hago? Cuando voy a hablar con mi padre no lo hago con frases aprendidas de memoria; aparte de sentirme gozoso por estar con él, tendré palabras de cariño en el saludo que le manifiesten mi amor, como él las tendrá también conmigo; nuestra charla no se queda, como se suele decir, en hablar del tiempo, sino que de forma espontánea nos iremos interesando el uno por el otro, le manifestaremos nuestras preocupaciones como al mismo tiempo le vamos escuchando lo que sabiamente nos vaya diciendo que serán siempre sabias palabras que nos ayudarán mucho en nuestra vida; saldrán a cuento nuestras necesidades o nos interesaremos por su bienestar queriendo y deseando lo mejor para él. Así irá saliendo una conversación de corazón a corazón donde flotará en el ambiente el amor que nos tenemos como padre e hijo.
Hoy escuchamos a Jesús en el evangelio que nos dice que cuando oremos al Padre no estemos con muchas palabras como los gentiles, nos dice, que por hablar mucho piensan que los escuchan más. Y nos enseña Jesús como ha de ser nuestra oración. Nos ha dejado Jesús la formula del padrenuestro, pero quizá nos pasa lo mismo que a los gentiles, que pensamos que por repetir la fórmula que nos ha dejado Jesús de memoria muchas veces repetidas, hacemos mejor oración.
Creo que un padrenuestro nos da para mucho tiempo de oración, mucho tiempo de encuentro con Dios nuestro Padre. ¿Qué le decimos a nuestro padre cuando nos encontramos con el, como antes veníamos reflexionando? ‘Hola padre, papá…’ o como queramos decirle. Y ya en ese saludo estaremos queriendo manifestar tantas cosas, que lo podemos expresar también con el gesto de un abrazo, y estaremos queriendo expresar el cariño que le tenemos. ¿Será eso lo que experimentamos cuando decimos esa primera palabra, Padre?
No voy a entrar en explicación detallada de la fórmula que Jesús nos ha propuesto pero hagamos el esfuerzo de ir compaginando todo aquello que decíamos podría ser la conversación con nuestro padre con lo que queremos expresar en nuestro encuentro con Dios en la oración a través de la palabras que nos enseñó Jesús. Veremos que no es algo para hacer de carrerilla, es algo con lo que tenemos que ir sintiendo dentro de nosotros el calor del amor, del amor que Dios nos tiene y del amor que nosotros queremos expresarle.
Será así como irá surgiendo todo lo que es nuestra vida, nuestros deseos y nuestras esperanzas, la realidad de lo que somos incluyendo también nuestras debilidades y necesidades, como aquellas cosas que si en verdad amamos a Dios tendrían que ir siendo distintas en nuestra vida. Es mucho más que pedir la salud para la enfermedad o la ayuda en una necesidad sino que irá saliendo a flote todo lo que es nuestra vida, nuestros sentimientos, nuestras actitudes y posturas, lo que hacemos o lo que hemos dejado de hacer, lo que es la vida de los que nos rodean o lo que queremos para que nuestro mundo sea mejor.
No serán pues los pocos, casi segundos, o minutos que dediquemos para recitar el padrenuestro sino que será mucho más porque entonces nos iremos sintiendo llenos de amor de Dios. La oración será para nosotros un gozo hondo, la oración la sentiremos así como una necesidad para nuestra vida, la oración será algo de lo que no podremos prescindir porque nunca podremos prescindir el amor que Dios Padre nos tiene.

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