Mutuamente nos ayudamos pero también respetamos la respuesta de cada uno en su propio su camino de fidelidad en el seguimiento de Jesús con la fuerza del Espíritu
Hechos 28,16-20.30-31; Sal 10; Juan 21, 20-25
Interesarnos por los demás, mostrar preocupación por los otros, desear
lo mejor y ofrecer nuestra mano, nuestro servicio, nuestra compañía son señales
de una buena amistad y base de esa buena relación que siempre habríamos que
tener con todos. Son caminos de buena convivencia, son señales de esa buena armonía
y relación que tendríamos que tener con todos cuando además nos sentimos unidos
caminando en un mismo mundo.
Pero eso no me da derecho a meterme en su intimidad, no puedo
traspasar aquellos limites de intimidad que todos tenemos y que abriremos a quienes
nos merezcan la mayor confianza; pero tampoco esa buena relación me da derecho
a imponer mi idea o mi pensamiento, a querer manipular, y que los demás caminen
a mi antojo. Y bien sabemos que mucho de esto nos podemos encontrar; hay gente
a las que abrimos las puertas de la amistad, y ya se creen con derecho a todo y
bien sabemos las desviaciones en las que podemos tropezar y caer. Algunas veces
se crea confusión con la palabra amigo y con la relación de amistad.
Son unos pensamientos que me surgen y que alguno quizá pueda pensar
que no vienen al caso, al hilo de la curiosidad que siente Pedro por lo que le
pueda pasar a Juan después de lo que Jesús le ha anunciado a él. Podríamos
decir que Jesús le da un corte, como solemos decir hoy, pero de alguna manera Jesús
le está diciendo que cada uno ha de seguir su propio camino, y lo importante en
la fidelidad en el seguimiento de Jesús que cada uno ha de mostrar. Así
mutuamente nos ayudamos pero también respetamos la respuesta de cada uno
siguiendo su propio camino.
Estamos en el final de la Pascua, ya mañana celebraremos Pentecostés,
la fiesta del Espíritu Santo. La liturgia ha querido ofrecernos en las lecturas
de en medio de semana el final del evangelio de Juan con este episodio por una
parte de la ratificación de Pedro como pastor en nombre de Jesús para toda la
Iglesia que nace precisamente en la fiesta del Espíritu; por otra parte con
esta breve referencia al discípulo amado que viene a ser como una firma del
evangelista al evangelio que ha querido trasmitirnos. ‘Éste es el discípulo que da testimonio de
todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es
verdadero’.
Nos dice que mucho más
podemos saber y aprender de Jesús. ‘Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se
escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo’.
Un lenguaje un tanto hiperbólico pero que nos habla de la magnitud del misterio
de Jesús, de la magnitud del Evangelio. Pero que no podemos decir que no lo
podamos aprender, conocer, vivir. Precisamente nos ha prometido al Espíritu de
la Verdad que nos lo enseñará todo, que nos irá dando a conocer todo ese
misterio de Jesús. Solo una cosa es necesaria, que pongamos toda nuestra fe en
El y nos dejemos conducir por el Espíritu del Señor.
Bueno es que lo recordemos
en esta víspera de Pentecostés, que ya comenzaremos a celebrar en la tarde y
que con toda intensidad pidamos la asistencia del Espíritu. Como los apóstoles
que con María estaban reunidos en el cenáculo nosotros oremos también pidiendo
la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida y dispongámonos a acogerlo en
nuestro corazón.
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