Creer
en Jesús es alcanzar la vida y creer en Jesús escuchando su Palabra es ponernos
en camino de vida eterna
Hechos de los apóstoles 5,27-33; Sal 33; Juan 3, 31-36
Cada uno habla de lo que sabe, de lo que ha sido la experiencia de su
vida, lo que ha recibido de la comunicación de los otros, o de lo que va
aprendiendo en la vida. Es una osadía hablar de lo que uno no tiene
conocimiento, fácilmente así cometemos errores y hasta podemos crear confusión
o desinformación cuando hablamos a inexpertos que confían en que nosotros sí
sabemos o tenemos conocimiento.
Muchas veces en la vida hablamos por hablar sin razonamientos ni
conocimientos; no significa que no tengamos que indagar, buscar la verdad
aunque no la conozcamos o porque no la conocemos, nos atrevamos a ir elaborando
nuestro pensamiento, queriendo encontrar razonamientos y respuestas para
preguntas o interrogantes que nos hagamos en nuestro interior. Nos llevará a un
contrastar ideas o pensamientos, a un dialogo que puede hacerse no solo
interesante sino verdaderamente fructuoso.
¿De qué nos habla Jesús? El nos trasmite palabras de Dios. Es el único
que conoce al Padre y El quiere dárnoslo a conocer. El es el Hijo de Dios y
vendrá a revelarnos el misterio de Dios. Por eso con san Juan decimos que es la
Palabra que estaba en Dios y junto a Dios desde toda la eternidad. Pero cuando
nos revela el misterio de Dios nos está revelando el misterio del hombre. Por
la Palabra se hizo todo cuanto se ha hecho
nos dice san Juan en el principio del Evangelio. ¿Quién mejor que aquel que nos ha creado puede revelarnos el sentido
de la criatura?
No nos habla Jesús de cosas angelicales decimos empleando un poco el
lenguaje con que quizás muchos quieran desprestigiarnos. No habla de la vida,
del camino de vida que tenemos que ir haciendo pisando sobre esta dura tierra;
nos habla de lo que es el hombre, de lo que es toda persona, porque para
nosotros siempre quiere lo mejor, la plenitud, la felicidad.
No nos habla Jesús de cosas que sean ajenas a nuestra vida o que podamos
contemplar como ideales inalcanzables. No nos traza metas imposibles porque las
veamos en la altura como sobre las nubes sino que nos está diciendo lo que ha
de ser nuestra vida de cada día, en ese caminar sobre nuestra tierra con
nuestros problemas y con nuestras luchas, con nuestras alegrías y con nuestros
momentos de infelicidad y de sufrimiento, en nuestro encuentro con los demás
para la convivencia pero también en lo que sentimos y queremos allá desde lo
más hondo de nosotros mismos.
Por eso nos dirá que es el
Camino, y que es la Verdad, y que es la Vida. En su camino, con su verdad,
viviendo su vida alcanzaremos la plenitud de dicha y de felicidad, la
realización más plena de nosotros mismos. No tenemos que hacer otra cosa que
mirar su vivir, escuchar sus palabras, disfrutar del amor que nos tiene y se
nos manifiesta de tantas maneras e intentar vivir nosotros también en un amor
semejante.
‘El que Dios envió habla
las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo
y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el
que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él’. Así nos decía hoy el evangelio. Habla
palabras de Dios, nos da el Espíritu sin medida. Creer en Jesús es alcanzar la
vida. Creer en Jesús escuchando su Palabra es ponernos en camino de vida. Con
Jesús nunca tendremos confusión porque El es la verdad eterna de Dios.
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