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jueves, 12 de abril de 2018

Creer en Jesús es alcanzar la vida y creer en Jesús escuchando su Palabra es ponernos en camino de vida eterna


Creer en Jesús es alcanzar la vida y creer en Jesús escuchando su Palabra es ponernos en camino de vida eterna

Hechos de los apóstoles 5,27-33; Sal 33; Juan 3, 31-36

Cada uno habla de lo que sabe, de lo que ha sido la experiencia de su vida, lo que ha recibido de la comunicación de los otros, o de lo que va aprendiendo en la vida. Es una osadía hablar de lo que uno no tiene conocimiento, fácilmente así cometemos errores y hasta podemos crear confusión o desinformación cuando hablamos a inexpertos que confían en que nosotros sí sabemos o tenemos conocimiento.
Muchas veces en la vida hablamos por hablar sin razonamientos ni conocimientos; no significa que no tengamos que indagar, buscar la verdad aunque no la conozcamos o porque no la conocemos, nos atrevamos a ir elaborando nuestro pensamiento, queriendo encontrar razonamientos y respuestas para preguntas o interrogantes que nos hagamos en nuestro interior. Nos llevará a un contrastar ideas o pensamientos, a un dialogo que puede hacerse no solo interesante sino verdaderamente fructuoso.
¿De qué nos habla Jesús? El nos trasmite palabras de Dios. Es el único que conoce al Padre y El quiere dárnoslo a conocer. El es el Hijo de Dios y vendrá a revelarnos el misterio de Dios. Por eso con san Juan decimos que es la Palabra que estaba en Dios y junto a Dios desde toda la eternidad. Pero cuando nos revela el misterio de Dios nos está revelando el misterio del hombre. Por la Palabra se hizo todo cuanto se ha hecho  nos dice san Juan en el principio del Evangelio. ¿Quién mejor que aquel que nos ha creado puede revelarnos el sentido de la criatura?
No nos habla Jesús de cosas angelicales decimos empleando un poco el lenguaje con que quizás muchos quieran desprestigiarnos. No habla de la vida, del camino de vida que tenemos que ir haciendo pisando sobre esta dura tierra; nos habla de lo que es el hombre, de lo que es toda persona, porque para nosotros siempre quiere lo mejor, la plenitud, la felicidad.
No nos habla Jesús de cosas que sean ajenas a nuestra vida o que podamos contemplar como ideales inalcanzables. No nos traza metas imposibles porque las veamos en la altura como sobre las nubes sino que nos está diciendo lo que ha de ser nuestra vida de cada día, en ese caminar sobre nuestra tierra con nuestros problemas y con nuestras luchas, con nuestras alegrías y con nuestros momentos de infelicidad y de sufrimiento, en nuestro encuentro con los demás para la convivencia pero también en lo que sentimos y queremos allá desde lo más hondo de nosotros mismos.
Por eso  nos dirá que es el Camino, y que es la Verdad, y que es la Vida. En su camino, con su verdad, viviendo su vida alcanzaremos la plenitud de dicha y de felicidad, la realización más plena de nosotros mismos. No tenemos que hacer otra cosa que mirar su vivir, escuchar sus palabras, disfrutar del amor que nos tiene y se nos manifiesta de tantas maneras e intentar vivir nosotros también en un amor semejante.
‘El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él’. Así nos decía hoy el evangelio. Habla palabras de Dios, nos da el Espíritu sin medida. Creer en Jesús es alcanzar la vida. Creer en Jesús escuchando su Palabra es ponernos en camino de vida. Con Jesús nunca tendremos confusión porque El es la verdad eterna de Dios.

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