Escuchemos y pongamos toda nuestra fe en esa Palabra de Jesús porque escucharle es ponernos en camino para vivir una vida nueva que dura para siempre
Génesis 17,3-9; Sal 104; Juan 8,51-59
Una palabra es algo más que un sonido gutural que brota de nuestra garganta.
Una palabra dice, trasmite algo, comunica lo que de otra manera no seriamos
capaces de expresar. Una palabra expresa una idea, un pensamiento, un
sentimiento quizá también, algo que llevamos en nuestro interior y que queremos
comunicar, compartir, hacer participe a nuestro interlocutor.
Hay palabras y palabras. Cuántas veces cuando escuchamos una palabra
sentimos un aliento de vida en nuestro interior que nos levanta; cómo una
palabra también puede hundirnos y llevarnos a sentimientos oscuros y tristes.
Depende de lo que queremos comunicar, de los sentimientos que haya en quien nos
trasmite la palabra o en nosotros que la recibimos.
No todos recibimos la misma palabra de la misma manera. Una palabra
puede ser un rayo luminoso que nos abra a nuevos horizontes y nos puede
trasmitir un aliento de vida. Cuántos se han puesto a caminar nuevos caminos en
su vida tras una palabra que un día recibieron. Pero también podemos sentirnos
heridos por una palabra que nos viene desde la arrogancia, la prepotencia y el
orgullo, o desde la violencia.
Adquieren tantos matices las palabras que escuchamos y que podemos
decir. Muchas cosas nos podríamos decir sobre cómo escucharlas y muchas cosas tendríamos
también que tener en cuenta a la hora de pronunciar una palabra. Ojalá lo que
trasmitamos siempre sean palabras de vida, de aliento, de esperanza, de
consuelo. Hay demasiadas palabras tristes en la vida, muchas palabras de
amargura y de muerte.
Hoy Jesús nos dice que quien escuche su Palabra no sabrá lo que es
morir para siempre. Significa eso que su Palabra siempre es Palabra de vida, y
no para vivir de una forma cualquiera, porque El ha venido para que tengamos
vida y vida en abundancia, como se nos dirá en otro momento del evangelio. No
entendieron o no quisieron entender los judíos lo que Jesús les decía. No creían
en El. Es necesario creer en la Palabra, por algo ya desde el principio El nos
dice que creamos en la Buena Noticia. La Palabra de Jesús es una Buena Noticia,
una Buena Noticia para la vida.
Pero ya el evangelista al principio de su evangelio nos habla de la
Palabra que estaba en dios desde toda la eternidad, la Palabra por la que fue
hecho todo, la Palabra que era Luz y que era Vida. Pero también nos dice que
hubo quien prefería las tinieblas a la luz; que la Luz quería brillar en medio
de las tinieblas para iluminar a todo hombre, pero no la quisieron recibir.
Pero también nos dice que a quienes la recibieron, quienes creyeron en la
Palabra se llenaron de vida de tal manera que comenzaron a ser hijos de Dios.
Queremos recibir nosotros esa Palabra que es Luz y que es Vida.
Queremos creer en esa Palabra dejándonos transformar por Ella para tener vida
para siempre. Nos dice que quien cree en su Palabra no sabrá lo que es morir
para siempre.
Jesús es esa Sabiduría de Dios, es la Palabra vida de Dios que se hizo
hombre, que plantó su tienda entre nosotros, esa luz que nos ilumina, esa vida
que nos resucita. Escuchemos y pongamos toda nuestra fe en esa Palabra de
Jesús. No es un sonido cualquiera sino que es a Dios mismo que nos habla a
quien vamos a escuchar. Sabemos que escucharle a El es ponernos en camino para
vivir una vida nueva; escucharle a El es convertirnos también en trasmisores de
esa Palabra para nuestros hermanos los hombres; escucharle a El es comulgar con
El, comerle para tener vida para siempre y ser resucitados en el último día.
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