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viernes, 23 de marzo de 2018

Seamos positivos en la vida y aprovechemos todo lo bueno para siempre construir, hacer un mundo mejor


Seamos positivos en la vida y aprovechemos todo lo bueno para siempre construir, hacer un mundo mejor

Jeremías 20,10-13; Sal 17; Juan 10,31-42

Si mal se siente uno cuando hace algo bueno y no hay nadie que se lo agradezca ni lo valore por aquello del amor propio que todos tenemos y que nos surge de forma violenta muchas veces dentro de nosotros, cuando más si encima somos perseguidos o  maltratados por aquello bueno que hemos hecho y por aquellos mismos que han sido beneficiarios de nuestra bondad.
Un torbellino se nos forma en nuestro interior con tentación de muchas reacciones no siempre muy buenas; una reacción fácil sería tirar la toalla, es decir, no seguir comportándonos de esa manera buena haciendo el bien a los que nos rodean, además de otras muchas reacciones que nos pudieran surgir de rechazo, de malquerencia, de resentimiento y hasta de odio.
Casi lo veríamos natural el que reaccionáramos así, pero según la madurez y seguridad que tengamos en la vida también podemos tener otras reacciones. Si hay unos principios en nuestra vida que nos impulsan a hacer siempre el bien sin mirar a quien, como suele decirse, si lo que queremos es sembrar la semilla del amor para hacer que nuestro mundo sea mejor, seguiremos sembrando la buena semilla con la esperanza de que poco a poco todo se pueda ir transformando, o al menos en algunos corazones.
Si tenemos claras nuestras metas y lo que queremos hacer en la vida,  no nos importarán esos desplantes, desprecios o el que ignoren lo bueno que nosotros vayamos haciendo. Nos sentiremos seguros de nosotros mismos para seguir haciendo el bien. Creo que sería una cosa buena que tenemos que aprender a hacer, teniendo ese dominio de  nosotros mismos para no dejarnos influir por lo negativo que veamos a nuestro alrededor.
Me surge esta reflexión que así en lo humano tendría mucho de positivo en nuestra vida pero desde la reacción que contemplamos en el evangelio de los judíos en contra de Jesús – en varias ocasiones vemos que quieren prenderle, tirarle piedras, o tirarlo por un barranco incluso en su propio pueblo – y la queja por así decirlo que hoy Jesús manifiesta ante ese trato de sus gentes.
‘Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?’, les dice Jesús. Lo tratan de blasfemo porque dice que hace las obras de Dios y porque se manifiesta como Hijo del Padre. Ellos no lo entienden, pero es que sus ojos están cegados para no reconocer las obras de Jesús.
Cuidado nos pase a nosotros algo así en nuestra relación con Dios, la religión o el ser cristiano. Cuidado que sea esa una reacción que tengamos algunas veces contra la Iglesia a la que pertenecemos. No sabemos descubrir las obras de Dios, no sabemos reconocer la obra de gracia que Dios realiza en nosotros y que nos llega a través de la Iglesia, o también a través de los demás que nos hacen cosas buenas. Somos fáciles para juzgar y para condenar porque muchas veces nuestros ojos están tan turbios que todo lo ven negro o solo saben ver y valorar las cosas negativas, que como humanos, podamos tener en la vida.
Igual que nos gustaría que nos valoraran lo bueno que nosotros hacemos, sabiendo también que somos imperfectos muy humanos y muy dados al error porque todos podemos tener debilidades y fallos, aprendamos a valorar lo bueno que hay en los demás, o, en este caso que estamos refiriéndonos también, en la Iglesia. Seamos positivos en la vida y aprovechemos todo lo bueno para siempre construir, hacer un mundo mejor. Y sepamos también ser agradecidos.



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