Vistas de página en total

sábado, 17 de febrero de 2018

Los perfiles de Jesús cuando nos llama son bien distintos a los parámetros humanos e interesados en que nosotros nos movemos porque Jesús nos pide solamente una respuesta de amor

Los perfiles de Jesús cuando nos llama son bien distintos a los parámetros humanos e interesados en que nosotros nos movemos porque Jesús nos pide solamente una respuesta de amor

Isaías 58,9-14; Sal 85; Lucas 5,27-32

Cuando se quiere elegir a alguien para un trabajo determinado, para una misión concreta o para realizar algo que quizá tengamos que hacerlo en común normalmente buscamos a alguien que tenga, como se dice ahora, un determinado perfil, unas características, unos valores, una preparación que le ayuden a desempeñar esa misión o ese trabajo. No se escoge a cualquiera, muchas veces tenemos en cuenta su preparación o su historial. Somos muy selectivos y hoy en el mundo de efectividad en el que vivimos quizás mucho más.
¿Daría Leví el publicano ese perfil que se necesitaba para ser de los discípulos de Jesús y de los futuros constructores del Reino de Dios? De antemano decir que ya venia con la mala fama de los publicanos que no eran bien considerados por la gente y sobre todo por los que se consideraban como los principales o más influyentes en aquella sociedad. No sabemos si previamente había tenido algún interés por las cosas de Jesús o había acudido en alguna ocasión a conocerle o a escucharle. No parecía que fuera uno de los que Jesús llamara de manera especial.
Pero ahí están las sorpresas de Jesús que no se deja influir por nuestras consideraciones humanas. Pero en Jesús había un secreto más y es que El era el único que podía conocer el corazón del hombre. Nosotros juzgaremos por las apariencias y muchas veces también demasiado influenciados por los prejuicios. Jesús quiso contar con aquel hombre que estaba allí detrás del mostrador de los impuestos a pesar de no ser bien considerado por la mayoría de la gente. Jesús nos sorprende.
Se sintieron sorprendidos los escribas y los fariseos que allá andaban criticando las acciones de Jesús que siempre estaban mirando con lupa buscando tener como desprestigiarlo o de qué acusarlo. ¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?’ les dicen a sus discípulos, ya que no se atreven a enfrentarse cara a cara con Jesús.
Ya conocemos la respuesta de Jesús. Algo más que palabras porque es la actitud que Jesús siempre mantiene con todos. Es el pastor que busca la oveja perdida, la mujer que barre la casa para encontrar la moneda que se ha caído por cualquier rincón, es el Hijo del Hombre que no ha venido a ser servido sino a ser servidor de todos, es el medico que no está esperando a que llegue el enfermo sino que lo busca para sanarlo, es el rostro que nos manifiesta lo que es la misericordia del Dios que es compasivo y misericordioso.
Nos sentimos confortados cuando vemos cuanto nos ama Jesús que cuenta con nosotros a pesar de que somos pecadores. El amor de Dios esta no en que nosotros hayamos amado a Dios sino que El nos amó primero y dio su vida por nosotros, no porque nosotros fuéramos justos, sino precisamente siendo nosotros pecadores. Con qué confianza podemos acercarnos a Dios a pesar de que no seamos dignos. Sabemos que una palabra suya nos salvará.
Pero esa actitud de Jesús tiene que enseñarnos algo mas, cómo han de ser nuestras actitudes para los demás. ¿No andaremos nosotros en la vida con demasiados prejuicios? ¿No pondremos muy alto el listón de los perfiles que nos hacemos para los demás y comenzamos muy pronto a descartar a todo aquel que no nos cae bien? En este sentido muchas preguntas tendremos que hacernos con toda sinceridad porque hay muchas desconfianzas hacia los demás en nuestro corazón, muchas reticencias, muchas posturas discriminatorias aunque tratemos de disimularlas con mil razones. La actitud de Jesús que llama a Leví el publicano para ser uno de los apóstoles tendría que hacernos pensar mucho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario