Miremos con la mirada de Jesús y nos daremos cuenta que es posible un mundo nuevo y mejor y nos llenaremos de esperanza
1Samuel 1,1-8; Sal 115; Marcos 1,14-20
Alguna vez nos han dicho ‘parece que no ves más allá de lo que
tienes en la punta de tus narices’, y es que nuestras miradas tienden a ser
muy cortas, miramos solo lo que nos aparece delante pero como de pasada sin
fijarnos en detalles, o sin descubrir las cosas que encierran lo que está
delante de nosotros. También suele decirse que vemos según el color del cristal
a trabes del cual miramos, y depende de nuestro estado de ánimo o de la malicia
o bondad que haya en nuestro corazón para ver e interpretar lo que sucede en
nuestro entorno, en nosotros o en los que nos rodean.
Tenemos que aprender a cambiar nuestra mirada, a tener una mirada
amplia y a poner generosidad y luz en nuestro corazón para ver desde ese
cristal de bondad a los demás o lo que nos rodea. Nos hace falta también esa
mirada amplia para ver mejor la perspectiva de las cosas; hay un antes y un
después, hay unas circunstancias que nos rodean, unos condicionantes quizá,
unas influencias que recibimos o también una educación que nos ha dado unas
pautas; esa educación se ha hecho no solo desde lo que nos han enseñado con
buena voluntad y buenos deseos quienes tenían esa responsabilidad en nosotros,
sino también son las influencias de todo tipo que recibimos de la sociedad y
que nos van marcando pautas o modos de reaccionar.
En nuestra madurez tenemos que saber discernir, saber descubrir, abrir
horizontes, tener otra mirada, que será lo que vaya dando una mayor plenitud a
nuestra vida, lo que hará que nos vayamos realizando nosotros mismos.
Por esa falta de amplitud de mirada quizás algunas veces vivimos dándole
vueltas y vueltas a lo mismo, a nuestros problemas, a cuanto nos hace sufrir a
nosotros o vemos que hace sufrir a muchas personas que querrían algo distinto y
mejor como nosotros también lo queremos, pero
no somos capaces de salirnos de ese circulo para ampliar nuestros
horizontes y encontrar otra salida. Nos hace falta algo que despierte nuestra
esperanza, que ponga una ilusión nueva en nuestra vida, que nos dé fuerza para
ser capaces de emprender otros caminos.
Hoy en el evangelio contemplamos el principio de la actividad pública
de Jesús. Es el principio del evangelio que ahora de forma continuada vamos a
ir leyendo, escuchando, reflexionando en este tiempo litúrgico ordinario que
comenzamos. Aparece Jesús por Galilea recorriendo sus caminos, llegando a todos
los lugares haciendo un anuncio con el que quiere despertar la esperanza de
aquellas gentes, hacer que tengan otra mirada sobre la vida y sobre lo que
pueden hacer.
Llega el Reino de Dios, les dice, está cerca, está ya en medio de
vosotros. Pero es necesario convertirse, cambiar la perspectiva, abrir
horizontes a la vida, no contentarnos con lo que somos o siempre hemos tenido.
Todo puede cambiar, puede haber un mundo nuevo y distinto que sea mejor, Reino
de Dios lo llama El. Es el sentido de las palabras de Jesús.
Tenemos que cambiar nuestra mirada, nuestra perspectiva. Jesús
despierta en nosotros inquietud, deseos de cosas grandes pero que no se pueden
quedar solo en deseos. Hemos de ponernos en marcha, en camino. Jesús nos invita
a ir con él, como hizo con aquellos primeros discípulos a los que va llamando
en las orillas del mar de Galilea. No se pueden quedar en pescar solo aquellos
peces del lago, otra pesca se abre en perspectiva ante sus vidas. ‘Venid
conmigo, y os haré pescadores de hombres’, les dice y ellos le siguen.
Nos lo dice a nosotros también. Una alegría nueva brota en nuestro
corazón ahora cargado de esperanza y nos queremos poner en camino. Tenemos que
hacer posible ese mundo nuevo; tenemos que ayudar a los demás a soñar en ese
mundo nuevo, a tener una mirada distinta y descubrir que se pueden hacer muchas
más cosas que lo que hacemos. Nuestra mirada, nuestra perspectiva, el color a
través del cual miramos ahora son los ojos de Jesús. Veremos las cosas
distintas, podemos hacer que las cosas sean distintas. No nos quedamos en lo
inmediato, le damos una nueva trascendencia a la vida, saber mirar más allá,
sabemos ir más allá. Con Jesús es posible.
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