Saber leer lo que la vida misma nos enseña es una gran sabiduría y aprender lecciones de cuanto nos sucede nos hace verdaderamente más sabios porque nos hace también más humanos
Daniel 7,2-14; Sal.: Dn 3,75.76.77.78.79.80.81; Lucas
21,29-33
Saber leer lo que la vida misma nos enseña es una gran sabiduría;
aprender lecciones de cuanto nos sucede nos hace verdaderamente más sabios. Sin
embargo muchas veces vamos ciegos por la vida, absortos en el día a día, muy
preocupados por lo inmediato, atentos quizá solo en resolver los problemas del
momento que no sabemos sacar lecciones de cuanto nos va pasando o de lo que
vemos que le sucede a los demás. Se suele decir que no escarmentamos en cabeza
ajena, pero es que muchas veces ni en lo que cae sobre nuestra cabeza sabemos
aprender, sacar lecciones.
Hay quien lo hace, quien sabe hacerlo, y se hace reflexivo, y a
aprende a limar asperezas de su vida y se previene ante cuanto pueda suceder, y
de lo que le va sucediendo va sacando lecciones para en otras ocasiones tomar
decisiones más acertadas, para evitar que vuelva a suceder lo mismo, va
madurando porque va adquiriendo una hermosa sabiduría. Ya se dice que el hombre
es el animal que tropieza dos veces en la misma piedra, y es por eso porque
muchas veces somos irreflexivos cuanto tenemos una inteligencia que nos pudiera
ayudar.
El hombre creyente no solo reconoce que esa inteligencia es un don de
Dios, que le ha creado a su imagen y semejanza, como nos dice la primera página
de la Biblia, sino que es providente porque descubre también el actuar de Dios
a través de esos hechos y acontecimientos. No quiere Dios lo malo para el
hombre cuando nos ha creado para ponernos en un paraíso, es la imagen también
de la Biblia, pero quiere que de eso que nos sucede, también lo malo, los
problemas o los contratiempos aprendamos, descubramos los caminos de Dios,
caminos que nos llevan a Dios, pero caminos también para la felicidad del
propio hombre.
Hoy nos dice Jesús en el evangelio que sabemos leer algunos signos de
la naturaleza pero sin embargo no
sabemos leer los verdaderos signos de los tiempos, en los acontecimientos que
nos suceden. Interpretamos las palabras de Jesús como si fuera exclusivamente
una referencia a los últimos tiempos, pero creo que Jesús quiere hacer
referencia a los tiempos que vivimos en cada momento.
Algunos, es cierto, leen de una forma excesivamente negativa las catástrofes
que se suceden en nuestro mundo viendo un castigo apocalíptico de Dios a causa
de la maldad de los hombres, pero no saben quizá descubrir la llamada que Dios
nos está haciendo para que aprendamos a tener actitudes nuevas que nos lleven a
una verdadera paz y a una solidaridad autentica en nuestras relaciones humanas.
Se suceden, es cierto, muchas cosas que hacen sufrir a los hombres,
pero busquemos la raíz en el propio mal que hay en nuestro corazón, en tantos
que hacen daño, que no cuidan la vida y la naturaleza, que actuan de una forma
egoísta e insolidaria pensando solo en si mismos; y tenemos que descubrir que otras tienen que
ser las actitudes y posturas, otra la forma de actuar en ese mundo en que
vivimos para no destruirlo, pero también para que cuando surgen esas rupturas
de la naturaleza sepamos estar allí con corazón solidario para evitar
sufrimientos, para resolver problemas, para poner una nueva esperanza en
cuantos sufren porque con nuestras acciones y actitudes hagamos que nuestro
mundo sea un poquito mejor. Son las semillitas que siempre tenemos que estar
dispuestos a sembrar.
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