La fe en Jesús pone una nueva luz en nuestra vida para sentir que no
estamos solos y tener la fuerza para ir al encuentro incluso de aquellos que
nos han aislado
Hechos
de los apóstoles 12, 24-13, 5; Sal 66; Juan 12, 44-50
‘Yo he venido al mundo como
luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas’. Consoladoras
palabras de Jesús. Poner nuestra fe en El y nuestra vida se llena de luz. Lo
necesitamos.
Muchas tinieblas nos acechan en
la vida. El mal que quiere esclavizarnos y llevarnos por caminos de muerte y
que sutilmente se nos va metiendo en el alma. De muchas maneras. Nos confunde
tantas veces. Nos llenamos de desanimo cuando no avanzamos en la vida como quisiéramos,
perdemos fácilmente la esperanza con tantos signos de mal que contemplamos a
nuestro alrededor. Sentimos la soledad del que lucha contra el mal y no recibe ningún
estimulo de los que le rodean porque parece que todos están en contra de
aquello por lo que el lucha.
En mundo de mucha
intercomunicación quizás por las redes sociales nos relacionamos fácilmente con
los que están lejos con el peligro de quedarnos quizás en la frivolidad o la
superficialidad, mientras con los que están cerca de nosotros sentimos que se
abren barreras de indiferencia, cuando nos ignoramos los unos a los otros, no
nos tenemos en cuenta o no sabemos valorarnos en aquello bueno que intentamos
hacer.
El vecino que esta al lado de
nuestra puerta, el amigo de siempre con quien tanto quizás en otros momentos
tanto habíamos compartido, aquellos con los que nos relacionábamos mucho en
nuestro trabajo, ahora los vemos lejos, los encontramos distantes, ya no
tenemos una palabra que decirnos, el olvido se ha apoderado de nosotros y se
han roto aquellas hermosas relaciones de otros tiempos. Se crean así dolorosas
soledades en el alma viéndonos tan lejos de los que han estado o están tan
cerca, pero que parece que se han olvidado de nosotros creándose abismos que
nos separan.
No podemos, sin embargo, perder
la esperanza, borrar la ilusión, tener fe a pesar de las oscuridades de que no
estamos solos y siempre hay un rayo de luz que nos ilumine. La palabra que hoy
nos dice Jesús es ese rayo de esperanza. Ponemos en El nuestra fe y sabemos que
no nos faltara su luz. Esa luz que nos llenara de esperanza, que recargara una
y otra vez en nosotros esas baterías de ilusión que parecen descargadas, porque
nunca nos sentiremos totalmente solos; sabemos que El esta con nosotros.
Pero aun mas su luz nos dará una
nueva visión, unos nuevos ojos para contemplar señales de cercanía que nos parecía
que no existían. Su luz pondrá fuerza en nuestro corazón para mantener nuestra
luz, para perseverar en eso bueno que queremos realizar, para salir al
encuentro con los demás y no desanimarnos a pesar de que nos parezca que están
tan lejos. Con esa luz nueva en nuestro corazón seremos capaces de orar incluso
por esos que se han distanciado de nosotros, pero pediremos también esa fuerza
que necesitamos para a pesar de todo y a contracorriente ir nosotros también al
encuentro de esos mismos que nos han aislado. Es difícil, cuesta, pero con la
fuerza del Espíritu del Señor podremos realizarlo.
Que no se nos apague esa luz,
que se mantenga intacta nuestra fe, que se abran nuestros ojos y nuestro
corazón para gozar de esa presencia del Señor junto a nosotros.
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