Probemos a ponernos en ese camino de la fe y seguro que descubriremos grandes cosas, que de otra forma con nuestros ojos cegados por la increencia nunca llegaríamos a descubrir
Hechos de los
apóstoles 11,19-26; Sal 86; Juan 10, 22-30
Hay ocasiones en que alguien nos cuenta algo que nos parece
interesante pero que se va alargando en su narración y aunque vislumbramos que
puede llegar a ser muy interesante sin embargo en vueltas y vueltas del
narrador parece que no llegamos nunca hasta el final estando muy intrigados por
su desenlace. Diríamos que crea suspense en nosotros, como nos sucede en
películas o nos puede suceder en una obra literaria. Queríamos saber la verdad
final de aquella historia pero parece que nunca llegamos al final.
Nos puede suceder en la intriga que se crea en la vida cuando creemos
conocer una persona, pero van apareciendo aspectos de su vida hasta entonces
desconocidos para nosotros y que nos ponen en vilo sintiendo honda curiosidad
por saber como realmente es esa persona.
‘Nos tienes en suspenso, ¿hasta cuando?’ le decían los contemporareanos
de Jesús. Les parecía que lo sabían todo de El, pero cada día van descubriendo
nuevos aspectos de su personalidad. Creían vislumbrar en El a un hombre de
Dios, a un profeta y entre sus esperazas estaba el que fuera el Mesías. Pero Jesús
no terminaba de presentarse con la idea preconcebida que tenían de lo que había
de ser el Mesías. ‘Si tú eres el
Mesías, dínoslo francamente’
le preguntan.
Las ideas preconcebidas nos pueden confundir cuando la realidad no se
ajusta a lo que nosotros habíamos pensado. Con Jesús nunca podemos ir con ideas
preconcebidas, con prejuicios, sino que nuestro espíritu ha de estar siempre
abierto a dejarse conducir por el Espíritu de Dios que es el que de verdad nos
lo revela.
Jesús nos habla de sus obras, que son las obras de Dios. Con lo que Jesús
realiza tendríamos que saber descubrirle, reconocerle. Pero algunas veces
pareciera que tenemos vendados los ojos. Como le sucedía a la gente en los
tiempos de Jesús. Hemos de saber poner nuestra fe en El; si no vamos con los
ojos de la fe no llegaríamos a conocerle de verdad. Le sucede a tantos; nos
sucede tantas veces, que a causa de nuestros prejuicios nos llenamos de dudas
que nos enfrían el corazón y terminamos negando hasta lo más evidente. No hay
peor ciego que el que no quiere ver. Y eso nos sucede en muchas ocasiones.
Hoy se nos ofrece Jesús con la hermosa imagen del pastor y de las
ovejas. Una imagen bucólica, si queréis decirme, pero una imagen muy llena de
significado si miramos, repito, con los ojos de la fe. Y la fe no es una cosa
que conquistemos nosotros, es algo sobrenatural, es un don de Dios. Y Dios
quiere regalarnos ese don de la fe si nosotros queremos aceptarlo; pero si lo
rechazamos no hay nada que hacer.
Al menos probemos a ponernos en ese camino de la fe y seguro que
descubriremos grandes cosas, que de otra forma con nuestros ojos cegados por la
increencia nunca llegaríamos a descubrir. Tengamos paciencia, aunque se cree en
nosotros un cierto suspense, que al final el Señor se nos revelara y nuestra alegría
será grande, nuestra alegría será completa.
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