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viernes, 12 de mayo de 2017

Estando con Jesús estaremos llenos de su vida para siempre y nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios

Estando con Jesús estaremos llenos de su vida para siempre y nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios

Hechos de los apóstoles 13, 26-33; Sal 2; Juan 14, 1-6
Cuando le tomamos aprecio a alguien es normal que nos agrade su presencia y nuestro gozo sea estar con esa persona, compartir nuestro tiempo, nuestras conversaciones y no nos gustaría separarnos de el. Si vislumbramos que tenemos que separarnos y quizás pasar largo tiempo separados seguro que sufriremos mucho por ello y haríamos todo lo que fuera necesario por nuestra parte que esas cosas no sucedan. Es el amor que se hace cercanía como la cercanía alimenta el amor. Es el amor que crea una unión espiritual entre las personas que se aman y es lo que seria tan necesario para crear esa comunión que entre todos tendría que reinar.
Pensamos en un plano humano y necesariamente espiritual, porque es ahí dentro de nuestro espíritu donde mejor experimentaremos esa comunión de amor. Es importante si esa cercanía y esa presencia física, pero es algo que va mucho mas allá y se hace muy profundo en la persona.
En ese plano humano y espiritual sentimos y experimentamos también lo que es ese sentido cristiano que nos anima desde nuestra fe. Es ese amor y esa comunión que también desde nuestra fe vivimos con Jesús como lo estaban viviendo los apóstoles cuando Jesús estaba en medio de ellos, pero que por la fuerza del espíritu tendrían que aprender a vivir de una forma nueva. Es lo que tenemos que cultivar en una verdadera espiritualidad cristiana.
‘Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí…’ les dice Jesús a lo largo de la cena pascual a los discípulos. Hay tristeza en sus corazones porque intuyen que algo va a pasar, aunque tendrían que saberlo pero no supieron entender los anuncios de Jesús. Les esta hablando de su marcha – ha llegado su hora, había comenzado diciendo el evangelista al principio del relato de la cena – y era el momento de la glorificación. No lo entienden, y de ahí su tristeza. Por eso les dice Jesús que no se acobarden, ‘no tiemble vuestro corazón…’
Y les habla Jesús de la trascendencia de sus vidas, les esta hablando de una nueva vida que va mas allá de esta vida terrena. El nos prepara sitio, quiere que estemos con El. ‘Volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros…’ Es ahora Jesús el que no quiere separarse de nosotros, el que quiere que estemos siempre con El. Para eso ha venido para darnos vida y vida en abundancia, para que vivamos y podamos vivir en El para siempre.
Queremos estar con Jesús; Jesús quiere que estemos con El. No tenemos otra cosa que hacer que seguir el camino que El nos ha trazado, el camino que es El mismo. Se preguntan los discípulos como pueden saber el camino, y será Jesús el que proclame: ‘Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida. Nadie va al Padre sino por mi’.
Vivamos a Jesús, su vida, su verdad y estaremos haciendo su camino. Vivamos en su amor porque nos llenemos de Jesús y estaremos haciendo el camino. Estando con Jesús no caben los temores. Estando con Jesús nos sentimos seguros. Estando con Jesús estaremos llenos de su vida para siempre y nada ni nadie nos podrán separar del amor de Dios, como nos diría san Pablo mas tarde.

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