Estando con Jesús estaremos llenos de su vida para siempre y nada ni nadie
nos podrá separar del amor de Dios
Hechos
de los apóstoles 13, 26-33; Sal 2; Juan 14, 1-6
Cuando le tomamos aprecio a alguien es normal que nos agrade su
presencia y nuestro gozo sea estar con esa persona, compartir nuestro tiempo,
nuestras conversaciones y no nos gustaría separarnos de el. Si vislumbramos que
tenemos que separarnos y quizás pasar largo tiempo separados seguro que
sufriremos mucho por ello y haríamos todo lo que fuera necesario por nuestra
parte que esas cosas no sucedan. Es el amor que se hace cercanía como la cercanía
alimenta el amor. Es el amor que crea una unión espiritual entre las personas
que se aman y es lo que seria tan necesario para crear esa comunión que entre
todos tendría que reinar.
Pensamos en un plano humano y necesariamente espiritual, porque es ahí
dentro de nuestro espíritu donde mejor experimentaremos esa comunión de amor.
Es importante si esa cercanía y esa presencia física, pero es algo que va mucho
mas allá y se hace muy profundo en la persona.
En ese plano humano y espiritual sentimos y experimentamos también lo
que es ese sentido cristiano que nos anima desde nuestra fe. Es ese amor y esa
comunión que también desde nuestra fe vivimos con Jesús como lo estaban
viviendo los apóstoles cuando Jesús estaba en medio de ellos, pero que por la
fuerza del espíritu tendrían que aprender a vivir de una forma nueva. Es lo que
tenemos que cultivar en una verdadera espiritualidad cristiana.
‘Que no tiemble vuestro
corazón; creed en Dios y creed también en mí…’ les dice Jesús a lo largo de la cena pascual a
los discípulos. Hay tristeza en sus corazones porque intuyen que algo va a
pasar, aunque tendrían que saberlo pero no supieron entender los anuncios de Jesús.
Les esta hablando de su marcha – ha llegado su hora, había comenzado diciendo
el evangelista al principio del relato de la cena – y era el momento de la glorificación.
No lo entienden, y de ahí su tristeza. Por eso les dice Jesús que no se
acobarden, ‘no tiemble vuestro corazón…’
Y les habla Jesús de la
trascendencia de sus vidas, les esta hablando de una nueva vida que va mas allá
de esta vida terrena. El nos prepara sitio, quiere que estemos con El.
‘Volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también
vosotros…’ Es ahora Jesús el que no quiere separarse de nosotros, el que
quiere que estemos siempre con El. Para eso ha venido para darnos vida y vida
en abundancia, para que vivamos y podamos vivir en El para siempre.
Queremos estar con Jesús; Jesús
quiere que estemos con El. No tenemos otra cosa que hacer que seguir el camino
que El nos ha trazado, el camino que es El mismo. Se preguntan los discípulos
como pueden saber el camino, y será Jesús el que proclame: ‘Yo soy el
Camino, y la Verdad, y la Vida. Nadie va al Padre sino por mi’.
Vivamos a Jesús, su vida, su
verdad y estaremos haciendo su camino. Vivamos en su amor porque nos llenemos
de Jesús y estaremos haciendo el camino. Estando con Jesús no caben los
temores. Estando con Jesús nos sentimos seguros. Estando con Jesús estaremos
llenos de su vida para siempre y nada ni nadie nos podrán separar del amor
de Dios, como nos diría san Pablo mas tarde.
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