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sábado, 18 de junio de 2016

Una invitación a la confianza en la providencia de Dios que es un Padre bueno que nos ama y una invitación al compromiso por el Reino y su justicia

Una invitación a la confianza en la providencia de Dios que es un Padre bueno que nos ama y una invitación al compromiso por el Reino y su justicia

2ª Crónicas 24, 17-25; Sal 88; Mateo 6,24-34

Es una hermosa página del evangelio la que hoy se nos ofrece - espero que la hayas leído antes de leer este pobre comentario -. Una invitación a la confianza en la providencia de Dios que es un Padre bueno que nos ama. Y si nos ama, ¿qué nos va a faltar? Pero no olvidemos que también es una invitación al compromiso por el Reino y su justicia.
Cuando comentamos cómo Jesús nos enseñó a orar decíamos que la única palabra importante era llamar a Dios Padre. Lo seguimos diciendo. Nos sentimos amados. Ponemos nuestra confianza en El y nos abandonamos a sus brazos de amor que El tiende siempre hacia nosotros.
Pero sentirnos amados y confiados en la providencia de Dios no significa que abandonemos lo que es nuestra vida y son nuestras responsabilidades. Lo que es necesario saber hacer es poner cada cosa en su sitio y darle la prioridad a lo que en verdad es fundamental. Hoy nos dirá Jesús ‘buscad primero el Reino de Dios y su justicia que lo demás se os dará por añadidura’.
Sobran entonces los agobios. No hay razón para las angustias. Aunque la vida se nos haga dura, aunque esa búsqueda del Reino y su justicia algunas veces se nos llene de sombras y penumbras que nos confundan, aunque el cumplimiento de nuestras responsabilidades y trabajos nos sea costoso y sacrificado, aunque podamos llegar a la situación en que alcanzar aquello que necesitamos para nuestra básica subsistencia se nos haga difícil y duro, no podemos perder la paz en el corazón. Estamos en las manos del Padre.
Y nos habla Jesús de los pájaros del cielo y de los lirios de nuestros campos. ¿No valemos nosotros mucho más que todo eso? Dios nos cuida y nos protege. Dios está a nuestro lado. El es la verdadera Sabiduría en la que encontramos el sentido de todo. El es nuestra fuerza, para eso nos da su Espíritu, en nuestras luchas y trabajos. Decir que Dios es nuestro Padre providente en quien ponemos toda nuestra confianza no es decir que ya todo lo tenemos resuelto, que no tenemos que luchar y desarrollar nuestros valores, cumplir con nuestras obligaciones y responsabilidades.
En Dios tenemos el estimulo y la fuerza para nuestras luchas; Dios está a nuestro lado en esa búsqueda de lo bueno que en todo momento hemos de realizar; El nos mantiene firmes aun en los momentos de mayor debilidad; en El encontramos esa fuerza para seguir adelante aunque los caminos sean oscuros. Con El a nuestro lado nada nos hace temblar.
Buscamos el Reino de Dios y su justicia, nos comprometemos por lo bueno y por lo justo, queremos hacer siempre el bien, queremos sentir que en verdad Dios es el único Señor de nuestra vida y eso nos impulsa a buscar siempre la justicia y la verdad para nuestra vida y para nuestro mundo.

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