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viernes, 3 de junio de 2016

Nos regala Jesús su Espíritu, que es amor y que es misericordia, y que se derrama en nuestros corazones para hacernos rebosar también a nosotros de amor

Nos regala Jesús su Espíritu, que es amor y que es misericordia, y que se derrama en nuestros corazones para hacernos rebosar también a nosotros de amor

Ezequiel 34, 11-16; Sal 22; Romanos 5, 5b- 11; Lucas 15, 3-7

‘El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado…’ Nuestra vida está inundada por el amor de Dios. Es la gran revelación que nos hace Jesús en el evangelio. Es lo que hoy de una manera especial quiere celebrar la Iglesia en esta fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
Hablar del corazón al tiempo que es hablar de vida es hablar de ternura y de amor; hablamos de la ternura del corazón; hablamos de los sentimientos que guardamos en el corazón; hablamos de querer y de amar con todo el corazón. Es, si queremos decirlo así, una forma metafórica de hablar pero cuando amamos y queremos expresar toda nuestra ternura, parece que ahí en nuestro pecho está saltando y ardiendo de una manera especial nuestro corazón.
Por eso cuando queremos hablar del amor, de la ternura, de la misericordia de Dios nos referimos al corazón de Cristo. La prueba de su amor la fue manifestando continuamente en el evangelio en la manera de acercarse a los pobres y a los que sufren, a los niños y a los enfermos, a los pecadores y a los marginados de la sociedad de su tiempo, a la gente sencilla a la que se revelaba de una manera especial y a los pobres y que de todo carecían; era como un decirles, no tenéis nada en este mundo de pobreza y de sufrimiento, pero nunca os faltará el amor de Dios.
Por eso nos hablará del pastor que no solo cuida a las ovejas están cerca y le siguen sino que va a buscar a la oveja perdida y extraviada; querrá representarnos lo que es el amor de Dios que siempre nos busca y nos espera en aquel padre que espera pacientemente la vuelta del hijo que había escogido caminos de muerte, y al que ofrece con toda la generosidad de su corazón el abrazo del amor y del perdón, el abrazo que nos levanta y que nos llena de paz el corazón. Así podríamos seguir recordando muchas más imágenes que nos ofrece el evangelio.
Hoy queremos celebrar ese amor lleno de ternura que se hace misericordia y compasión para buscarnos y para llenarnos de paz, para ofrecernos el perdón pero para hacer que sintamos para siempre lo que es el amor. Es una celebración de la misericordia para que la experimentemos en nuestra vida, pero para que también nosotros nos llenemos y sintamos inundados por esa misericordia que sepamos ofrecer generosamente a los demás.
Para eso nos regala su Espíritu, que es amor y que es misericordia, y que se derrama en nuestros corazones para hacernos rebosar también a nosotros de amor. ‘Sed compasivos y misericordiosos como vuestro Padre del cielo’, nos había enseñado Jesús. Y El va delante de nosotros enseñándonos lo que es el amor y la misericordia, para que lo experimentemos en nosotros y para que lo vayamos regalando a los demás.
Cuántas oportunidades tenemos en la vida de expresar ese amor y esa ternura con los que nos rodean, cuantos gestos podemos tenemos con los demás, cuantos signos podemos ofrecer en los actos de nuestra vida de lo que es el amor eterno de Dios. 

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